Lamentablemente alcahuete
Carlos Díaz de Hostos no es el hombre del saco. Tampoco le gusta definirse como el hombre de la bolsa, o 'bagman', término con el que se identifica en inglés al que recolecta fondos ilícitos, o los reclama ilícitamente. Sin embargo, tuvo que reconocer durante el primer día del juicio en su fondo por soborno contra el senador Héctor Martínez y el empresario Juan Bravo que se ventila en el Tribunal federal de San Juan, que era el 'alcahuete' del senador convicto por corrupción Jorge de Castro Font.
Díaz de Hostos se pasó la mitad de su vida alcahueteando para el tránsfuga y al final lo traicionó.
En casi veinte años, recogió para De Castro Font un total de más de medio millón de dólares de numerosos empresarios -unos 15, dijo al fiscal Peter Koski; 20 o 25, aceptó a la defensa de Martínez y Bravo-, que realizaban aportaciones irregulares al político del Partido Popular Democrático (PPD), primero, y del Partido Nuevo Progresista (PNP), después.
Comenzó de mensajero y acabó de ayudante ejecutivo con un sueldo de $7,500 al mes y realmente, durante 18 o 19 años, siempre hizo lo mismo: mandados sin preguntar.
Lo mismo pagaba la pensión a la ex mujer del jefeollevaba a sus hijos al colegio, que recogía sobres repletos de billetes de empresarios con interés en influir en el político o miedo de sufrir sus represalias.
En la década de 1990 recogía pequeñas cantidades, que a partir del 2000 aumentaron y en 2004 se dispararon. Sólo del empresario imputado, Bravo, el recadero recolectaba cinco o seis veces al año cantidades que oscilaban entre los $1,000 y $2,500, a parte de beneficiarse de taquillas a eventos o tragos en restaurantes de lujo.
Cuando el FBI llamó a su puerta, Díaz de Hostos decidió colaborar con ellos mientras continuaba su trabajo habitual para De Castro Font, lo que ahora aprovecha la Fiscalía para encausar a sospechosos de repetir los mismos patrones ilegales.
Con 43 años de edad y De Castro Font preso por extorsión, ahora el hombre de confianza del político corrupto estudia un bachillerato en contabilidad en la Universidad Central en Bayamón.
No hace mucho tiempo que cuando De Castro Font se iba de viaje, le dejaba las llaves de su casa a Díaz de Hostos, que sabía la contraseña de la caja fuerte, para que pudiera dejar allí los pagos que empresarios seguían realizando al legislador de vacaciones.
Díaz de Hostos disfrutó las mieles de la abundancia, pero en un segundo plano.
El caso que se juzga en el Tribunal federal se refiere, principalmente, a la supuesta aceptación de Martínez de un viaje a Las Vegas para ver una pelea de boxeo protagonizada por el boricua Félix 'Tito' Trinidad que le habría provisto Bravo a cambio, presuntamente, de favorecer medidas que beneficiarían a su compañía de seguridad Rangers American.
Mientras Martínez, De Castro Font y Bravo se hospedaban en un hotel de lujo y se desplazaban en una limousine 'bien grande', según testificó Díaz de Hostos, él se quedaba en un hotel más humilde, con vistas a los compresores del aire acondicionado, viendo películas, según confirmó una factura presentada en la Corte por la defensa.
Cada una con diferentes objetivos, fiscalía y defensa insistieron en preguntar sobre el trato que De Castro Fontdaba alos empresarios a los que extorsionaba, aparentemente, para determinar o rechazar si había coerción en cada caso.
Díaz de Hostos insistió en que desconoce cómo De Castro Font conseguía que los empresarios realizaran las aportaciones ilícitas, si les gritaba o amenazaba, y asegura que nunca estuvo presente o escuchó esas conversaciones. Sin embargo, pareció salirle del alma cuando dijo que a él sí que le gritaba 'todos los días'.
Por eso, aseguró el subalterno, no se cuestionaba si lo que hacía era ilegal o no: 'yo simplemente pasaba a recoger el dinero'.
En mayo de 2008, Bravo, airado porque De Castro Font no contestaba sus llamadas, le habría advertido por segunda ocasión a Díaz de Hostos que el FBI los estaba investigando y señaló al mensajero, según planteó la defensa, que era 'la parte más fina de la soga', dando a entender que en el caso de que hubiera problemas él cargaría con las culpas y que su jefe le daría la espalda.
Pocos días después, Díaz de Hostos comenzó a colaborar con el FBI a espaldas de De Castro Font, para el que siguió haciendo gestiones, incluyendo reclamos de pagos ilegales que la agencia policial federal grabó.
En octubre de ese año, De Castro Font prescindió de los servicios de su mensajero de siempre. 'Me botó porque estaba colaborando con el FBI', aseguró el hasta poco antes fiel subalterno.
El abogado de Martínez, Abbe Lowel, después del anterior fracaso del defensor de Bravo, David Chesnoff, para que Díaz de Hostos aceptara que había sido el 'bagman' de De Castro Font, se sacó un carta de la manga y le preguntó: 'era usted su alcahuete (en español)'.
Fue a protestar el fiscal, que durante toda la jornada había tenido éxito en sus objeciones, pero en esta ocasión el juez Francisco Besosa lo interrumpió.
'Todos en Puerto Rico saben lo que es un alcahuete', sentenció el magistrado.
Y entonces, el testigo reconoció: 'lamentablemente, sí'.