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El generoso 'hermano' Juan Bravo

El empresario Juan Bravo es un hombre generoso al que algunos amigos consideran como un hermano. Pero la generosidad de los hombres de negocios a menudo es interesada y los pagos e invitaciones que el ex presidente de Ranger American realizaba, por ejemplo, al ex senador Jorge de Castro Font, estaban comenzando a cansarle, a pesar de que el político convicto por corrupción alegadamente lo ayudaba favoreciendo medidas legislativas que beneficiaban a la compañía de seguridad que ahora preside el hijo de Bravo.

Independientemente de que la Fiscalía federal logre probar o no que Bravo invitó al senador Héctor Martínez a una pelea en Las Vegas de Tito Trinidad en 2005 corriendo con los gastos a cambio de que el legislador impulsara dos proyectos de ley propuestos por el fundador de Ranger American, como se juzga en el Tribunal federal, lo que ha quedado claro en las primeras sesiones del proceso es que el empresario no escatimaba en gastos para sus amigos, aunque cada vez más le pesaba auspiciarle lujos a De Castro Font, quien por aquella época presidía la poderosa y decisiva Comisión de Reglas y Calendario del Senado.

'Este me está secando un la'o', dijo Bravo sobre De Castro Font, según declaró en el Tribunal José 'Pepe' Llamas, otro empresario que fue a Las Vegas y que aseguró que considera al imputado como 'el hermano' que nunca tuvo.

Llamas rememoró cómo se convirtió en íntimo amigo de Bravo a través de una afición que ambos comparten, las carreras de lanchas de velocidad. Bravo le guardaba las espaldas desde un helicóptero mientras el propietario de Atica Inc., empresa especializada en sistema electrónicos de seguridad y distribución de algunas marcas de vehículos en la isla, competía al timón de las veloces y peligrosas embarcaciones.

Tan estrecha llegó a ser la relación entre ambos empresarios que 'hasta estuvo en mi luna de miel', insistió Llamas al fiscal Peter Koski, al que reiteró que si se encontraba declarando como testigo de la fiscalía fue porque 'usted me ha forzado'.

Bravo le proveyó estancia a Llamas y compartieron en la playa y cazaron juntos en Punta Cana cuando el recién casado no encontró donde hospedarse con su recién desposada.

Llamas llegó a decir, entre risas de parte del público, la perplejidad de la otra parte y la inacción del juez Francisco Besosa, quien obvió lo impropio de la broma, que había acudido a declarar después de que el fiscal le 'retorció un brazo' para obligarlo.

Por las fechas de la pelea en 2005, Llamas cumplía años, así que cuando Bravo lo invitó a la reyerta, a 1,000 dólares el asiento, de lo único que se preocupó al principio fue de 'cómo le iba a decir a mi mujer que me iba a pasar el fin de semana a Las Vegas'.

Altanero de principio a fin de su testimonio, Llamas trató de evitar decir, con el argumento machista de que había damas en la sala, que cuando descubrió que para las fechas de la pelea en Las Vegas tenían previsto competir en una carrera de lanchas en Misisipi, Bravo le dijo: 'estamos jodidos'.

Llamas utilizó un eufemismo al que añadió 'con jota', pero Besosa le ordenó que se abstuviera de interpretar y contestase con precisión las preguntas del fiscal.

'Fucked?', preguntó por lo bajo el fiscal a sus asistentes; 'fucked', exclamó alguien del grupo de la defensa: 'fucked', tradujo el intérprete para el récord.

El testigo, arriesgando ser acusado de perjurio, insistió en la sesión abierta del juicio que su amigo le había dicho que a Las Vegas iba un 'grupo grande' de amigos para disfrutar de la pelea del púgil boricua y Koski insistió en cuestionarle si no se trataba de un 'grupo de políticos'. Llamas mantuvo su testimonio a pesar de que el fiscal presentó como evidencia la transcripción de la declaración que había realizado ante un gran jurado previamente.

Llamas, hijo de un miamense a quien se le imputó sin éxito conspirar para asesinar a Fidel Castro, también indicó que no se esperaba y que se sorprendió de ver a Héctor Martínez y Jorge de Castro Font en el grupo de Bravo en Las Vegas.

Otro pana de Bravo convocado por la fiscalía que aseguró en el Tribunal que le sorprendió la presencia de los políticos en Las Vegas fue Leonardo Campos, quien también se cantó 'como un hermano' del empresario imputado, 'mi mejor amigo', reiteró.

Campos es el presidente de la Westley and Company, aseguradora que respondía ante eventualidades por todos los negocios de Bravo, al que conoce desde hace cuatro décadas y a quien le consiguió cuatro boletos de primera para la pelea gracias a sus contactos con la productora del promotor de boxeo Don King y que no dudó, no sólo en adelantar los 4,000 dólares de los tickets para su amigo como el que invita a un café, sino que compró otros tres para no perderse la pelea con el corillo.

El abogado de Bravo, David Chesnoff, trató de hacer ver que la cita fue un encuentro entre amigos y a su cliente como un auspiciador 'generoso' y desinteresado.

Campos dijo que en un momento dado no quiso sentarse en la mesa de un restaurante con Bravo porque estaba con los políticos, con los que manifestó que no le interesa compartir.

Parece que Bravo defraudó a sus amigos por su preocupación en agasajar a De Castro Font y Martínez, aunque el interés del empresario por el bienestar en Las Vegas de los políticos está por dilucidar en el Tribunal.

También tiene que demostrar la fiscalía si Bravo trataba, con su generosidad con los legisladores, de intercambiar esos favores a cambio del apoyo a los proyectos que le interesaban que se convirtieran en ley.

También está en el aire quien pagó determinados servicios de lujo disfrutados por el grupo, pues aunque en las facturas y otros documentos, por ejemplo, del hotel, aparece en varias ocasiones la tarjeta de crédito de De Castro Font como aval, las liquidaciones pudieron haberse realizado en efectivo por Bravo, como debe demostrar el joven fiscal Koski, quien trajo a declarar desde Las Vegas a Daniel Barber, manager del hotel en el que se hospedó la parranda boricua, el Mandalay Bay.

Barber descifró algunos elementos de las facturas y documentos de reservación, ingreso y finiquito por la estancia, dejando abierta la interrogante de que a pesar del registro del número de tarjetas de crédito, siempre se pudieron saldar las deudas con efectivo.

Pero lo que dejó claro es que De Castro Font se quedó en la suite más grande y lujosa y que se le otorgaron los beneficios de un 'VIP', o persona muy importante, al que tuvo derecho, no porque fuera senador de Puerto Rico, sino porque gastó considerables cantidades de dinero en el casino del hotel.

Los dos proyectos de ley propuestos por Bravo fueron aprobados pocos días después de la pelea en el Senado, aunque uno no pasó el escrutinio de la Cámara de Representantes y el otro no fue rubricado en La Fortaleza.

La demostrada generosidad de Bravo para con sus amigos y que aparentemente extendía a los políticos también se había reflejado en varios cheques, que mostró la fiscalía, certificados por la Comisión Estatal de Elecciones, legales, para la campaña electoral de 2004: uno de 2,000 dólares para Jorge Santini; otro de 1,000 para Pedro Rosselló; un tercero de 1,000 dólares para el comité de Aníbal Acevedo Vilá; y un cuarto de 1,000 para el Partido Popular Democrático.

Bravo estaba cansado de De Castro Font, al que conocía desde la década de 1990, con quien mantenía una relación 'muy cordial' y al que donaba cantidades de entre 1,000 y 2,500 dólares unas 6 veces al año, según el autodenominado alcahuete del ex senador, Carlos Díaz de Hostos.

'Con gran regocijo celebro tu elección' para que con un 'valioso trabajo político contribuya al bienestar de la Isla', escribió Bravo a De Castro Font en 2003 cuando el político venció en las primarias del Partido Nuevo Progresista para conseguir ser candidato a senador.

Pero para 2008, estaba cansada de De Castro Font hasta la secretaria de Bravo, Antonia Vélez González, 'Ony', quien entregaba los cheques a Díaz de Hostos, con quien estaba todavía más 'molesta', y que también fue contra su voluntad a declarar como testigo de la fiscalía, ya que, dijo, no quiere perjudicar a su generoso jefe durante casi tres décadas, padrino de boda de su hija y de bautizo de su nieta, y que considera al actual presidente de Ranger American y vástago de Bravo, 'como a un hijo'.

La 'generosidad' del empresario Juan Bravo, izquierda, ha quedado testimoniada por 'hermanos' suyos como José Llamas, hijo de quien una vez fuera acusado por conspirar para asesinar a Fidel Castro. (F
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