El papa Francisco permitió que al maestro Rafael Cordero se le otorgue el título de ‘venerable’, lo que abre el paso para su eventual beatificación, dijo el lunes el arzobispo metropolitano de San Juan, Roberto Octavio González Nieves.
Según González Nieves, la oficina de prensa del Vaticano, publicó el lunes que ‘el santo padre autorizó a la Congregación para la Causa de los Santos que promulgara el decreto por el que se reconocen, y cito: ‘las ‘virtudes heroicas’ a Rafael Cordero Molina, a quien a partir de ahora se Ie otorga el título de ‘venerable’.’
Explicó que eI camino hacia el reconocimiento de la santidad en la Iglesia tiene tres etapas: la primera: Venerable Siervo de Dios; la segunda: Beato; y la tercera: Santo.
‘Me conmueve profundamente, y me llena de gran alegría, poder comunicarles esta noticia que es un regalo que el papa hace a la Iglesia puertorriqueña, y a todo Puerto Rico, en las Navidades. Sigamos promoviendo esta devoción para que brille la santidad como fruto de esta vida que se dedicó a servir a Jesús en el rostro de los más pobres de nuestra tierra, y para que culmine en su eventual Beatificación y Canonización, y que la intercesión del Siervo de Dios Rafael Cordero Molina, obtenga para nuestro pueblo el pan de la justicia social, especialmente, una educaci6n digna para cada uno de nuestros niños, niñas y jóvenes, y la paz y unidad en nuestros hogares’, expresó el líder religioso.
El maestro Cordero, pasó a la historia como ‘El santo laico de Puerto Rico’. Nació en San Juan, Puerto Rico, el 24 de octubre de 1790. Sus padres fueron Lucas Cordero, natural de San Juan y Rita Molina, natural de Arecibo. De estas humildes personas recibió sus primeros principios y conocimientos educativos, no pudo asistir a la escuela porque en esa época no se permitía el ingreso de estudiantes de la raza negra.
En 1810 abrió su primera escuela para niños negros y mulatos en su propia casa en San Germán. Se dedicó a la enseñanza de párvulos en su propia casa, sin recibir ningún salario a cambio de sus conocimientos. Su hermana Celestina imitando sus pasos estableció una escuela, pero para niñas, debido que en estos tiempos en Puerto Rico y la mayoría del mundo, los niños y niñas eran separados para recibir enseñanza.
Ellos retornaron a San Juan, donde el Maestro Cordero comenzó a dar clases gratuitas a los niños pobres sin discriminar por raza, color o nivel social. Esto fue en su casa en la Calle Luna del Viejo San Juan. El Maestro Cordero trabajó en el oficio de tabaquero y zapatero para poder devengar un salario. El comenzaba y terminaba sus clases con el himno ‘Salve Regina’. Fue un seguidor devoto de San Francisco de Padua y fue visto constantemente orando, recitando el rosario todos los días. Asistía a la iglesia los domingos para ir a la misa de las 6:00 de la mañana en la Iglesia San Francisco de Asís, cerca de su hogar en San Juan. Se mantuvo célibe toda su vida.
*Historia originalmente publicada a las 2:34.
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