Un trago de cultura
San Sebastián, que en euskera es Donostia y oficialmente Donostia-San Sebastián, está al norte de España, en la costa del golfo de Viscaya.
Coloquial y cariñosamente, le llaman SanSe.
Como el resto de España, sobrevivió al franquismo, que le adjudicó el rol protagónico de Ciudad Capital de Veraneo.
El mes de agosto completo, desde 1940 a 1975, el Generalísimo Francisco Franco reposó sus fatigas de dictador en el Palacio de Ayete, comprado por el Ayuntamiento y ofrecido a don Francisco puntualmente cada año.
Nuestra SanSe, esa emblemática San Sebastián del Viejo San Juan, guarda con este repaso geográfico e histórico español afortunadamente sólo el nombre, aunque su historia también reserve pliegos secretos que no es el caso tratar hoy y aquí.
Nuestra San Sebastián, la SanSe boricua y sanjuanera, hace su fiesta; esa que comenzó ayer, y que es por sobre todo y para todo, un reencuentro con las raíces, con lo más profundo de la cultura del país, precisamente para que la criatura de laidentidad no se nos muera de pena.
Durante todo el día tenemos artesanos, pintores, grabadores, música, todo lo que reúne el arte, esa disciplina de masas que es la única que no resta ni mata, porque el arte suma y alimenta la vida.
Lo demás, las voces molestas por horarios supuestamente restrictivos, hay que ponerlo en otro contexto.
Sí, claro, la bebelata y el vacilón también forman parte de nuestra idiosincracia, pero para la ocasión de que se trata, el horario establecido para el puntoapartebusca atenderequilibradamente todas las pasiones.
La del dueño de la barra, aunque se queje porque gana un poco menos con el horario estricto; la de los vecinos que quieren dormir; la de todos, habitantes y visitantes, que al día siguiente tienen que circular por la calle de la fiesta y, sobre todo, la de los trabajadores que cuando el fiestero se acuesta, salen a recoger la basura que áquel dejó a su paso.
La verdadera fiesta es para la emoción, para el sentirse puertorriqueños, y eso ocurre por el día.
Lo demás es agregado.