Todo vale
Dice un buen amigo que vivimos una epoca con dos vertientes: una extraordinaria evolución tecnólogica y una grave involución humana. Las redes sociales, los mensajes de texto desde el celular, el disco duro o el pen drive apenas opacan una percepción de la realidad violenta, sin límites eticos, vulgar y superficial, sintetiza uno la teoría del amigo. Y el cuento viene a cuento con la reciente emisión de los premios Billboard, en específico con la actuación del cantante Don Omar.
Cuando terminó su primer doblaje de uno de sus últimos éxitos, la cámara se fue a exteriores con el actor Vin Diesel rodeado de un par de extras como guardaespaldas o sicarios, da igual. Diesel, en un español trabajoso, llama por celular a Don Omar y le advierte que sus minutos están contados, que se acabó su historia. Don Omar escucha el mensaje con cara de susto, guarda el celular y sale corriendo hacia el fondo del escenario.
Acto seguido, varios carros policiales ocupan la alfombra roja y comienza un intenso tiroteo con delincuentes, que termina con varios muertos y un grupo de mujeres policías subiendo al escenario e integrando el cuerpo de baile de la segunda canción con la que arranca Don Omar, quien cuando lo enfocan nuevamente, le saca la lengua a las policías.
Repetir que el rap y el regaetton vinieron a legitimar el narcotráfico, a musicalizar historias de barrios y marginación, a subestimar a la mujer reduciéndola a mero objeto sexual, a presentar en sociedad el lumpenaje como acto heroico, es ya un gesto tardío. Pero aún así no detiene el asombro al observar, en una premiación de la industria disquera, un libreto que aparece fuera de contexto.
La violencia que marca a muchas sociedades en la actualidad alimenta al cine, y en un juego de toma y dame, el cine pinta con trazos gruesos esa violencia real devolviéndola a la calle con tan buenas ideas de como masacrar al rival, que la barbarie diaria oscurece a la ficción. Aquellos intercambios de disparos entre Glenn Ford, Gary Cooper o John Wayne en los 'western' de los años 40 y 50 del siglo pasado, comparados con la técnica y la exageración de hoy, mueven a risa.
Lo que no mueve a risa es esta escena en los premios Billboard, fuera absolutamente del marco de una presentación musical y masiva, para todo público, incluidos niños. Uno de ellos, un niño de apenas 8 años, apareció en las noticias unos días después por vender a otro niño de su edad una pistola en $3.00 en una escuela en Queens, Nueva York.
Pero la sensación es que a nadie le importa nada, que no hubo un sólo ejecutivo de Telemundo Miami que objetara la escena antes de ponerla en el aire, que ninguno de ellos recordará, entre otras cosas, que la música suma y no resta y que a una actuación dentro de la premiación no la destacaba más una escena violenta.
La legitimación del narcotráfico con el uso de la imagen ya es un camino muy avanzado... y sin retorno.