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Palabras, palabras

Estamos llenas de ellas. Mal usadas, peor escritas, enhebradas sin sentido, haciendo cierto aquello de que el papel aguanta lo que le pongan. Moriría otra vez, pero de pena, el poeta frances Jaques Prevert, áquel que con 'Palabras, Palabras' nos colmó la vida, espirítu e inteligencia a los sesentosos, esos baby boomer a los que tambien hoy nos caen las palabras encima, más de condena que de halago, algún mea culpa tendremos que pagar.

De las palabras surge cierta rémora sorprendida, un leve discursilllo acuoso que presenta en algún noticero de televisión el caso de la estilista que defendió su vida de un pillo armado, que le disparó primero anunciándole el asalto, cargando las palabras hacia el lado religioso de la víctima y un arma en sus manos.

Hipócrita sorpresa como si la biblia, esa magnífica obra de la literatura fantástica repleta de palabras, con tanto 'ghost writer' a través de los tiempos que son el sueño de toda editorial que se precie, no abriera las puertas a tantas condradictorias interpretaciones. Del compasivo no matarás al vengativo ojo por ojo, diente por diente.

La señora, creyente y seguidora de una iglesia, defendió su vida. No tomó la justicia en sus manos, como dijo en palabras equivocadas el superintendente de la Policía. Las palabras alrededor del suceso parecieron encaminadas a casi condenar la defensa propia, tal vez porque otras palabras empujaban para hacerse del centro de la escena y lamentar la muerte de la víctima, si así hubiera ocurrido. Eso sí, con mucha compasión al victimario.

Un titular con palabras leía en estos días 'un panameño arrolla joven en Rio Piedras'. Antes que conductor era un panameño, es decir, uno de afuera, un extranjero, alimentando la xenofobia de la cual luego con otras palabras los mismos medios se conduelen, rasgándose las vestiduras contra la exclusión y la violación a los derechos humanos.

En República Dominicana la ex noviamiga del acusado por narcotráfico, 'Junior Cápsula', Sobeida Félix Morel, y la ex esposa, Leavy Nin Batista, se quedaron sin palabras arrastrando a medio mundo a las puertas de la cárcel revelando conexiones con nombres y apellidos, a cambio de una reducción en sus condenas que, palabras más, palabras menos, no les garantiza mucha sobrevivencia en las calles cuando les toque volver a caminarlas, porque es harto sabido, y no se lo inventaron los guionistas cinematográficos con sus palabras, que violar los códigos del hampa no es aconsejable para la salud.

Por estas playas, el Gobernador utilizaba palabras entusiastas para inaugurar un Wal-Mart en Santurce que proveerá, y he aquí la alegría oficial, nada menos que 200 nuevas plazas de trabajo, en una isla en la que se han perdido en los últimos dos años 145,000 empleos, y eso sí, ni una palabra para explicar que se trata de posiciones con salario mínimo y sin ninguno de los beneficios ganados por el trabajador, y de cuya pérdida van celebrando por ahí los dueños del capital.

Qué tanta vacación paga ni licencia por enfermedad!, en tiempos de la caña los agregados no sabían de esas palabras.

Más palabras.

Cuando aún no ha concluido la evaluación de un nuevo plan para el uso de los terrenos públicos del Corredor Ecológico del Noroeste, cuenta en sus palabras la gente del Sierra Club que el Gobierno le ha otorgado una opción de compra a los proponentes del mega proyecto lujoso, en un paso más a la edificación de otro país para los próximos 30 años, con empleos precarios, baja educación y descenso en el promedio de profesionales que saldrán de la universidad pública.

Al que no le guste, que se compre un límbel.

Sabias palabras.

PUNTOAPARTE
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