Un fallo ofensivo
Leslie Javier Álvarez Vázquez confesó haber dado muerte a tubazos a su esposa, Carolyn Sánchez, en la madrugada del Viernes Santo del año pasado, en Carolina. La pareja estaba separada y en su último encuentro se produjo una discusión. Álvarez Vázquez fue hasta su carro, tomó el tubo galvanizado que se utiliza para cambiar las gomas, regresó al departamento de su esposa y le asestó dos golpes mortales en la cara. El caso se veía como uno de asesinato en primer grado, que conlleva 99 años de cárcel. Pero la jueza del Tribunal de Carolina, Ines Rivera Aquino, lo rebajó a 'crimen atenuado' cometido en un 'arebato de ira' y el asesino podría pasar apenas 8 años entre rejas, o en probatoria.
Sorprendido como todo el que siguió la historia, pedí a la rama judicial una copia del fallo de la jueza para buscar, en el más puro ejercicio del raciocinio, las declaraciones y pruebas desfiladas en sala que culminaron con esta decisión. Lo delicado del resultado obligaban a una lectura atenta del fallo antes que formarse una opinión por lo trascendido en los medios.
'No existe tal cosa como un fallo escrito. En los casos criminales no se requiere. El fallo se dicta en sala'.
La respuesta me empujó entonces a las coberturas periodísticas del juicio, según los cuales la jueza Rivera Aquino hizo referencias al testimonio del agente de homicidios Luis Olmeda, quien tomó la primera declaración al imputado.
Eugenio Hopgood Dávila, periodista serio que cubrió el caso, escribió el 5 de agosto: 'Olmeda declaró que el señor imputado le suplicó que volviera con él, que él la amaba y que ella le dijo: yo ya tengo a otra persona', dijo la jueza desde el estrado. 'Ella (la víctima) se lo dijo con un gesto de burla, el agente usó esa palabra', continuó la jueza mientras imitaba con un movimiento de su cuerpo, de lado a lado, el supuesto gesto de burla que el asesino confeso le habría explicado al agente y sobre el cual éste declaró antes en el juicio. 'Y ahí él se llenó de una 'ira incontenible'', agregó la jueza en alusión al testimonio ya prestado por el agente.
Después de la representación escénica descrita, la jueza Rivera Aquino emitió el fallo verbal que podría recluir 8 años en prisión, o tal vez probatoria en la calle, a un sujeto que confesó ira, celos, en fin, toda esa mezcla de emociones que enloquece a los machos, esa versión ridícula y peligrosa de la masculinidad, propietarios de las mujeres que tienen la desdicha de cruzarse en su camino.
Qué hay de atenuado en un crimen en el que se confiesa que se buscó algún objeto contundente para regresar al lugar de la discusión y matar a la otra persona? El espacio de segundos o minutos que hubo entre la interrupción de la discusión y el regreso del criminal a la escena, y esto que lo digan, con más propiedad, los especialistas en desórdenes mentales, es más que suficiente para 'enfríar' el enojo y calmar a cualquier espécimen humano más o menos normal.
Pero eso no sucedió en este caso. Fue un asesinato premeditado, porque hay premeditación cuando se va hacia un carro y se busca algo, lo que sea contundente, para regresar y matar.
Si el fallo de esta jueza es misterioso, absurdo, ofensivo, lo es igual su pobrísima actuación narrada por el colega, en la que representó en sala el papel de 'mala' de la víctima, y de su parodia se deduce que fue ella 'quien provocó su deceso porque ya tenía otro hombre en su vida' y eso, señoras y señores, se sabe que los machos tienen todo el derecho a castigarlo con la muerte.
El conjunto de una sociedad es la que produce sus dirigentes. No hay forma de mirar para otro lado y negar que lo que una sociedad padece o disfruta es lo que engendra en su seno de abajo hacia arriba. Lo único que mejora o empeora su destino como ente total es la época, el cambio de los tiempos.
Así, hay períodos de su historia en que una sociedad alumbra una mayoría de dirigentes brillantes, admirables como modelos a seguir por el resto de los mortales, y otros oscuros, con mediocres, ignorantes y superficiales ejerciendo el poder.
La 'tradición cultural' de esta sociedad es machista, con muchas mujeres, como dice una buena amiga, que generan o son cómplices del machismo. 'Hasta en el gesto inconsciente se alimenta el rol, fíjate, cuando por ejemplo al final de un almuerzo familiar de domingo, la madre permite que el nene salga a jugar al baloncesto a la calle y la nena tiene que fregar los trastos con ella', me dijo hace casi 30 años atrás cuando criaba sola a su hijo, entonces, de unos 7 años. 'Por eso yo crío un hombre, no un macho', remató.
La jueza Rivera Aquino acaba de refrendar la teoría de mi amiga, y junto al obispo que envía una carta ofendido por la educación sexual en las escuelas, algún senador poderoso que presta un salón oficial para que cierta pastora condene al infierno a los homosexuales, y tantos personajes lamentablemente públicos y absolutamente impresentables, demuestran que por estos días, nuestra sociedad vive la época oscura de dirigentes falaces y mediocres que ha sabido generar.
A la familia de la víctima que la jueza ha vuelto a condenar con su fallo, vaya un abrazo solidario en la distancia.