Disculpa, George
Como uno de los hijos mediáticos de los Beatles, siempre pequé de ser un seguidor irredento de John Lennon.
Por su manera de enfrentar los mores de nuestra sociedad a principios de los setenta y por su personalidad magnética, siempre fuí incondicional a la figura más imponente del grupo de mayor importancia en la música, por lo menos del siglo XX.
Cuando Lennon murió en 1980, fui responsable de hacerle un homenaje en el Parque Muñoz Rivera en la isleta de San Juan a la que asistieron miles de personas a rendir tributo al líder generacional del famoso grupo.
Siempre había visto a los Beatles como un fenómeno mediático, que teniendo a dos privilegiados compositores como Lennon y Paul Mc Cartney, lograron trascender la industria de la música y convertirse en íconos 'a la Jesucristo' de una nueva generación de terrícolas que buscaban cavarse un nicho existencial en una sociedad cambiante.
George y Ringo… bien gracias.
Para aquella época, hace treinta años, creía que Ringo Starr y George Harrison habían 'cogido pon' estelar con los dos genios musicales que rivalizarían con Mozart, Beethoven y cualquier otro mequetrefe musical que siguiera los patrones de la academia queriendo ponerse el título de compositor al frente de su nombre.
Que conste, mi única experiencia musical, como intérprete, no pasó de creerme que era músico en las parrandas navideñas y tres meses de 'desarrollo de callos' que me produjeron unos intentos de tocar guitarra en la década de los ochenta.
Esta semana he tenido la oportunidad de ver el documental 'Living In The Material World' dirigido por Martin Scorsese. Tengo que confesar que mi percepción de Harrison había estado totalmente parcializada por el carisma de Lennon y la musicalidad de Mc Cartney.
George Harrison fue sin duda el miembro del grupo que más creció.
Siendo el más jóven, que se desarrollara físicamente, era normal.
Lo que me sorprendió, y percibí con este documental era la profundidad emocional de este músico, al que la vida le metió una sobredosis de fama a temprana edad y tuvo la capacidad de poder asimilarla y continuar con su paso por la vida con el mismo ritmo que la empezó.
Que si la fama adquirida por el grupo influyó en su devenir posterior ?
Seguro.
Pero lo que la fama te da, muchos lo pierden a mitad de camino.
Los amigos que Harrison creó; tan eclécticos como su personalidad, se manifestaron con una reverencia que haría a cualquiera desear poder ser parte de su vida. Desde los gurús orientales con los que exploró otros estados de conciencia, hasta el excampeón de automovilismo Jackie Stewart.
Ringo Starr lo resumió con una lágrima vocal.
La última vez que vió a George en vida, este se encontraba crucificado por agujas y postrado en una cama de hospital, de seguro en vías de morir pronto.
El baterista le dijo que tenía que ir a Nueva York a ver a su hija, a la que le habían encontrado un tumor en el cerebro. George, con la espontaneidad de siempre, le contestó:
Quieres que vaya contigo?... Por razones como esa, le pido perdón histórico, y le expreso reverencia eterna.