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Isaac y mi madre

Siempre los deleito con alguna de las aventuras que vengo disfrutando desde hace más de una década; hoy compartiré una que aún me tiene la sangre hirviendo porque (in)oportunamente ocurrió en estos días de la tormenta que nunca llegó.

Más que rabia, siento desprecio y tengo que canalizarlo con ustedes.

Y es que dentro del libertinaje en el que creo, hay ciertos códigos, líneas que no se cruzan jamás. Una cosa es apretujarte libremente con quien te dé la gana, otra es tomar prestado lo que no te corresponde. Y eso fue lo que me hizo mi madre, sí, la misma que me parió hace unos cuantos años ya.

Resulta que hace varios meses estoy saliendo con un jevo, prieto, alto y bien cortadito. Nada tan serio, pero tampoco uno de esos hombres para matar tan rápido.

Celebran mis tías y Madre que por fin mejoré los gustos y que me conseguí un 'pollo de macho'. Más nunca pensé que ese encanto fuera algo tan en serio como para terminar en la cama con él.

No sé lo que realmente motivó a mi Madre, si lo planificó todo, o si la bella crisis fue espontánea, y la verdad que poco me importa a estas alturas. Lo que si tengo claro es que, aprovechándose de que tuve que ir a trabajar el miércoles que más de la mitad del país tuvo libre para prepararse para la tormenta, mi Madre le pidió al Pollo que la ayudara a poner unas tormenteras.

Ella no vaciló en recibirlo con su escote perfeccionado por el dinero que Papá dejó con la herencia, y además del 'tanktop' se puso unos 'hot pants' y un poco de colorete rojo para disque ayudar a clavar los paneles.

La verdad es que, ahora, ella luce una figura mejor que la mía. Después de más de una década de estar sobrepeso, con la muerte de Padre, Madre se obsesionó con seguir un sin número de dietas y hacer ejercicios todas las mañanas y noches hasta a quedarse sin un solo chicho ni una huella de que había parido en dos ocasiones.

Yo estaba supuesta a salir a las cuatro de la tarde de la oficina. Sin embargo, ya al medio día nos dejaron ir. Paré en mi apartamento para buscar una muda de ropa cómoda para integrarme al equipo de trabajo de mi vieja, por si llegaba Isaac.

No me pareció necesario llamar porque pretendía darles una sorpresa con comida, conociéndoles pensé que estarían envueltos en los quehaceres de la casa y se habían olvidado de alimentar sus estómagos.

Me parecía increíble lo que estaba escuchando cuando estacioné mi carro. A penas había un pedazo de madera que cubría una de las ventanas de la entrada.

Algunos vecinos me preguntaron si Madre estaba bien, hace más de media hora gritaba sin parar. Entré a la casa y fui yo la que me llevé la sorpresa, el 'tanktop' negro estaba tirado en el mueble, el brassier en el piso, y los calzoncillos azules de marinero marca Calvin Klein que le había regalado al jevo junto al 'hotpant' en la escalera.

Estaban súper sudados, en la que fue mi cama. Ni se dieron cuenta de que entré. No supe que hacer, por algún rato me quedé allí sin estarlo hasta que les escupí y tiré la puerta.

Para comentarios o sugerencias, pueden escribirme a lamatahombres@gmail.com, y seguirme por Facebook y Twitter.