Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Coronavirus

La fe en tiempos de pandemia

Las iglesias han tomado medidas para evitar la propagación del COVID-19 y ofrecer a sus feligreses un espacio de esperanza en medio de la crisis salubrista.

El padre Antonio José Vázquez Colón ayer al culminar la misa de la tarde en la Parroquia Stella Maris en Condado.
Foto: Nahira Montcourt

A la entrada de la Iglesia Stella Maris en Condado, una botella de alcohol, otra de hand sanitizer y un termómetro electrónico descansan sobre la mesa, donde antes reposaban los misales.

Para asistir a misa, ahora los feligreses reservan su espacio por teléfono o mediante una aplicación. Cuando llegan al templo, luego de superar las medidas preventivas impuestas por la pandemia, un ujier los ubica en su asiento. Seis pies de distancia dividen a los creyentes que van a misa los domingos. Todos llevan mascarilla, que solo remueven brevemente para recibir la hostia, que el cura entrega en la mano.

Los hombres y mujeres, que entran por una puerta y salen por otra diferente, tampoco pueden quedarse conversando en el estacionamiento como solían hacer. Después de la homilía, el padre Antonio José Vázquez Colón les recuerda que deben partir hacia sus hogares sin dilación.

No cambia, sin embargo, la pasión que el religioso imprime a su prédica dominical, que en tiempos del COVID-19 tiene una mayor feligresía virtual que en la capilla, que ayer resplandecía con la luz del sol de verano.

Desde que el gobierno autorizó la reapertura de las iglesias y los templos a finales de mayo pasado, líderes de diversas denominaciones religiosas adoptaron medidas para evitar el contagio del virus, que había reclamado 434 vidas hasta ayer.

Vázquez Colón explicó a NotiCel que médicos y expertos en salud elaboraron el protocolo que sigue la Iglesia Católica, que contempla un proceso de desinfección cada vez que termina la misa y, en su caso, el cambio de los filtros del acondicionador de aire una vez a la semana.

La Parroquia Stella Maris adoptó un estricto protocolo de seguridad para ofrecer la misa los domingos.
Foto: Nahira Montcourt

Aunque la Orden Ejecutiva de la gobernadora Wanda Vázquez Garced restringe el límite de capacidad a un 25%, Padre Tito -como cariñosamente le llaman los feligreses, estableció su propio límite de 20%.

De tono firme, pero cálido, el religioso asume con rigor las medidas de prevención. Abre la puerta con una pieza de metal que lleva colgada a la cintura, usa mascarilla y en los bolsillos carga dos frascos pequeños de hand sanitizer y varias bolsas plásticas con mascarillas quirúrgicas, que regala a quienes no tienen.

“Hay ansiedad, pero la ansiedad se atiende y se canaliza con prevención, educación y desinfección… La mejor medicina es la prevención”, afirmó.

Habla en serio. En todas las entradas de la iglesia, hay rótulos en inglés y en español que recuerdan la importancia del distanciamiento físico y uso de la mascarilla para combatir el coronavirus. En un tablero de anuncios frente a la casa parroquial, aparece el protocolo aprobado por la Iglesia Católica junto a recomendaciones para evitar el contagio y medidas a tomar en caso de una exposición al peligroso virus. El cura y el diácono se realizan la prueba para detectar COVID-19 una vez al mes. Voluntarios y empleados también.

“Es una gran paradoja. Tenemos menos gente, pero tenemos más gente escuchando la palabra”, soltó en torno al crecimiento de la feligresía virtual.

“El hombre propone y Dios dispone”, agregó.

Hace dos años que Stella Maris empezó a transmitir sus misas por Facebook. Con la pandemia, añadió un canal de YouTube.

No está solo. El padre Orlando Lugo y el pastor René Pereira también adoptaron estrictas medidas de prevención.

Lugo, quien es párroco en la Iglesia Santísima Sacramento en La Playa en Ponce, señaló que colocaron una alfombra a la entrada del templo, que sirve para desinfectar los zapatos de los feligreses. Todo el mundo lleva mascarilla y mantiene la distancia de los seis pies establecida por las autoridades sanitarias.

A raíz de la última Orden Ejecutiva, que entró en vigor el 23 de agosto, Pereira decidió suspender los servicios en la Iglesia Bautista Emanuel, que capitanea en Santa Isabel, durante los días de semana por un periodo de 21 días. Las clases bíblicas se reúnen virtualmente y el pastor celebra dos servicios los domingos, que se transmiten por Facebook y YouTube.

Stella Maris -como otras iglesias- utiliza la tecnología para transmitir sus servicios y mantener el contacto con la feligresía.
Foto: Nahira Montcourt

“Nosotros sacamos sillas y mantenemos la capacidad en un 25%”, apuntó a este medio digital.

La iglesia tampoco acepta niños y niñas menores de 7 años, que son más inquietos y menos dados a llevar mascarilla.

Pereira señaló que los retos de la pandemia lo llevaron a reformular su ministerio de otras maneras. Mencionó, por ejemplo, que cuando visita a algún feligrés que está enfermo o vive solo ya no pisa la casa.

“Ya no se puede entrar a la sala y beberse uno el café. Ahora hablo desde la acera u oro por teléfono. Siempre hay maneras de comunicarse, de llevar una palabra de aliento”, aseguró.

Lamentó también que muchos pacientes pasen la enfermedad en soledad debido a las medidas de seguridad adoptadas en los hospitales para evitar la propagación y el contagio con el virus.

"Hay personas que mueren solas, sin su familia y separados de su fe", comentó afligido.

Hasta el momento en la isla no se han reportado casos de contagios o brotes en las iglesias como en Estados Unidos, donde algunos templos se han visto obligados a cerrar como ocurrió en Texas.

Pereira y Vázquez Colón insistieron en que los líderes religiosos en Puerto Rico han tomado las medidas adecuadas y establecido sus protocolos siguiendo parámetros salubristas.

“Si no puedo proveer un lugar seguro tanto física, emocional como espiritualmente, no estoy haciendo mi trabajo como párroco”, concluyó Padre Tito.

Mira aquí la fotogalería: Parroquia Stella Maris adoptó un estricto protocolo ante la pandemia