El Parkinson es uno de los trastornos de movimientos más conocidos en el mundo y, aunque se asocia con las personas mayores de 60 años, puede afectar a personas menores de esa edad.
El 11 de abril se celebra el Día Mundial del Parkinson y con esto se busca informar un poco más sobre el padecimiento para disipar estigmas queaislan socialmente al paciente, algo que complica más el panorama.
Por tratarse de un trastorno que afecta las células nerviosas en una parte del cerebro que controla los movimientos musculares, entre sus síntomas pueden encontrarse temblor en las manos, brazos, piernas, mandíbulas y cara, rigidez en los brazos, piernas y tronco, lentitud de los movimientos, y problemas de equilibrio y coordinación.
En la medida en que los síntomas empeoran, las personas pueden enfrentar mayores dificultades para caminar o hacer tareas tan simples como llevarse un bocado de comida a la boca.
Diversos estudios se han realizado para hallar las causas de este trastorno, sin embargo, no se han identificado causas específicas, aunque sí factores de riesgo. Entre estos se encuentran componentes genéticos, traumatismos o golpes repetidos en la cabeza (como el caso de boxeadores), exposición a pesticidas, el tabaquismo y la terapia hormonal en mujeres postmenopáusicas.
Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, existen medicamentos que ayudan a los síntomas de esta enfermedad y, en casos severos, se puede considerar la cirugía.
Una de las más conocidas es la estimulación cerebral profunda (DBS, por sus siglas en inglés) un tratamiento neuroquirúrgico que se realiza a pacientes que han tenido Parkinson durante ocho a 16 años. La estimulación cerebral profunda conlleva implantar neuroestimuladores en el cerebro. Envía minúsculos pulsos eléctricos a áreas objetivas en el cerebro, para bloquear las señales que provocan los temblores y otros síntomas motores del Parkinson, según detalla la fundación.
Blair Ford, profesor de neurología clínica en la División de Trastornos del Movimiento del Centro Médico de la Universidad de Columbia, señaló que los mejores candidatos para la cirugía tienden a estar dentro de dos categorías: ‘la de los pacientes con temblores severos o discapacitantes, que no responden a la medicación antiparkinsoniana y la de las personas que experimentan graves fluctuaciones motoras que no se logran controlar con ajustes a los horarios de medicación’.
Agregó que ‘los peores candidatos para la cirugía son las personas que no tienen un Parkinson típico y no responden bien a la levodopa’.
Sin embargo, en un reciente artículo publicado en Health Day News, se reveló que tres cuartas partes de los pacientes que se someten a esta cirugía contrajeron nuevos dolores en los músculos y articulaciones ocho años después del procedimiento.
El Dr. Michael Schulder, vicepresidente de neurocirugía del Hospital de la Universidad de North Shore en Manhasset, Nueva York, comentó que al final de todo, el regreso de los dolores es como ‘un empate’.
‘Pero quizá habrían tenido más dolor si no se hubieran sometido a la estimulación cerebral profunda’, anotó.
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