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De PR la evidencia más temprana de consumo de vino en continente americano

Un estudio de investigadores británicos y estadounidenses halló residuos de la bebida en una vasija de aceitunas españolas encontrada en la Isla de Mona y que data de la época en que Cristóbal Colón visitó la zona.

En la Isla de Mona, y gracias a los restos de un tiesto de aceitunas españolas hallado en una cueva del lugar, investigadores de Estados Unidos y Reino Unido lograron obtener la evidencia molecular más temprana del consumo de vino en el continente americano.

El estudio, publicado por la revista Archaeological and Anthropological Sciences, establece que los residuos de vino hallados en el tiesto de aceitunas españolas "sugiere que (en el lugar) persistieron (en los indígenas taínos) algunas tradiciones culinarias europeas".

La detección de los residuos de vino en una de las jarras de aceitunas es importante por dos razones: "Primero, es la evidencia molecular más temprana de vino en las Américas detectada hasta ahora y, segundo, el descubrimiento del resto del jarro de aceitunas español (señalado con el número 175) dentro de una cueva, cerca de una campana que se cree que fue utilizada en ritos religiosos, plantea la intrigante posibilidad de que en la isla se consumiera vino importado", sostiene el documento.

La investigación plantea que "ya sea consumido por europeos o miembros de la población indígena, esta es una evidencia directa de la importación de vino europeo a una pequeña isla en el Caribe poco después de la llegada de los colonos españoles".

Los expertos aclaran que son "interpretaciones preliminares" extraídas de un pequeño conjunto de muestras de 40 tiestos, que exhiben "potencial para un estudio a gran escala de la cerámica indígena y europea de esta región".

Las excavaciones en la Isla de Mona -de aproximadamente 7 por 4 millas- y los hallazgos de restos de aproximadamente 500 años encontrados arrojaron artefactos de cerámica de fabricación indígena y europea del período colonial temprano, "lo que nos brinda una oportunidad única de explorar las prácticas dietéticas y de subsistencia presentes en una isla en el corazón del Caribe".

El estudio demostró que se conservan abundantes lípidos en las cerámicas indígenas y europeas recuperadas de Isla de Mona (que son de entre 1490 y 1520), así como evidencia que sugiere una explotación extensiva de los recursos marinos y el procesamiento y cocción de alimentos de origen vegetal.

Todo esto, según la publicación, "ofrece una visión intrigante de las prácticas culinarias en Isla de Mona. En pocas palabras, parece que había más de una forma de cocinar un pescado. Si bien la cerámica euroasiática de climas más fríos ha proporcionado una amplia evidencia molecular para el procesamiento y la cocción de productos pesqueros, nuestra investigación sugiere que en la Isla de Mona, el pescado se preparaba de otra manera, como en la barbacoa".

Para los estudiosos, el uso de la barbacoa (era una gran rejilla de madera elevada) ayudaría a explicar la discrepancia entre la evidencia "faunística" del consumo de pescado y la falta de residuos marinos en las vasijas, y "ofrece una perspectiva interesante sobre el intercambio culinario en la isla: parece que los hábitos alimentarios tradicionales se mantuvieron incluso después de la llegada de los colonos europeos a la isla con sus cerámicas vidriadas y jarros de aceitunas".

Incluso, se establece que "la falta de evidencia de productos lácteos en las muestras sugiere además que los colonos europeos rápidamente adoptaron y confiaron en las tradiciones culinarias indígenas. Aunque se han encontrado huesos de cabra y vaca en contextos arqueológicos en la isla, no vemos evidencia de grasas lácteas en nuestras muestras. Parece más probable que estos animales fueran sacrificados por su carne o que si en la isla existieran actividades lecheras, los productos resultantes no estuvieran contenidos en la selección de ollas analizadas".

"Si la lechería estuvo ausente en Isla de Mona, a pesar de la presencia de cabras y vacas, esto puede ofrecer más evidencia de la continuación de las tradiciones culinarias indígenas frente al colonialismo europeo y la importación de vasijas de cerámica europeas", agrega el estudio de Lisa Briggs, Jago Cooper, Oliver Craig, Carl Heron, Alexandre Lucquin, María Mercedes Martínez Milantchi y Alice Samson.

La figura 5 es el resto de una vasija de aceituna hallada en la Isla de Mona y donde se detectaron los residuos de vino.
Foto: Archaeological and Anthropological Sciences

La directora del Centro de Investigación Arqueológica de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Ivonne Narganes, dijo a NotiCel que el estudio arqueológico en la Isla de Mona no es nuevo y "hay mucho interés en trabajar ahí por sus características".

Al respecto, comentó que la isla "está aislada de Haití, La Española y Puerto Rico, y se ha mantenido casi deshabitada, al natural, durante mucho tiempo, por lo que sus cuevas y cavidades están intactas. A esto ayuda también que la isla es una alta meseta, con vegetación baja y un farallón inmenso".

La especialista subrayó que la Isla de Mona era importante como parte del intercambio en canoas que se daba entre las islas más grandes: "(los indígenas) paraban en Mona porque era angular en los trayectos que hacían. Y si eso lo vieron los españoles debió ocurrir toda la vida".

"Se han encontrado vestigios en las cuevas y las playas, como Sardinera, que los indígenas usaban para embarcar o guarecerse. Hay manifestaciones culturales pictóricas y de petroglifos, así como evidencia de gente que visitó la Isla en tiempos de la colonia española", añadió Narganes, quien aseguró que "aún hay muchas cuevas que no han sido estudiadas", aunque hubo un puertorriqueño, Ovidio Dávila Dávila, que en los años '70 investigó en las cuevas del lugar y escribió el libro "Arqueología de la Isla de Mona".

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