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Análisis: Amor y odio de los fans con LeBron

LeBron James es uno de los mejores atletas del mundo. No solo de los mejores baloncelistas, si no atleta en general. Continuamente escuchamos analistas, jugadores, ex jugadores, gerentes generales y fanaticada admirar y resaltar la combinación atlética del denominado King James. Nunca antes se había visto una mezcla de atletismo, agilidad, fuerza y velocidad en un paquete de 6?8? de estatura.

Administradores de equipos en la liga de fútbol americano, NFL, repiten continuamente que, de verse interesado, James podría jugar y ser exitoso en su liga a pesar de no jugar el deporte desde escuela superior, cuando era considerado uno de los mejores en la nación en la posición de widereceiver, gracias a su fortaleza física.

Excelente en transición, de los mejores en defensa de perímetro, buen rebotero, imposible en el juego del uno contra uno, James es todo lo que se pide de un jugador de baloncesto y más. Una ética de trabajo que lo separa de jugadores con gran potencial como lo fueron Vince Carter, Tracy McGrady y hasta el recién coronado anti-boricua, Shaquile O'neal.

Un verdadero amor a pasar la bola y una gran química con su equipo lo separan del majestuoso Kobe Bryant, quien nunca se ha considerado el mejor de los ‘teammates' y en ocasiones se ha mostrado alérgico a compartir el balón. Una perfecta mezcla de lo que fue Magic y Jordan, LeBron logró algo que es casi imposible en esta era de redes sociales y satisfacción inmediata: sobrepasar las imposibles expectativas de lo que se esperaba de él.

James, hoy día, se ha convertido en una icónica figura del atleta profesional en los Estados Unidos. Adorado y humillado, venerado y castigado por todas y cada una de sus acciones dentro y fuera de la cancha. Para el fanático pasajero, James es solo un gran jugador más, pero para los que siguen su carrera desde sus comienzos, James es mucho más que eso. El atleta de más cobertura en la historia de los deportes de escuela superior en los Estados Unidos, con un contrato de 100 millones por el magnate de tenis, Nike, antes de anotar un punto en su carrera de la NBA.

Lamentablemente el pasado Juego de Estrellas trajo consigo una triste realidad que se está convirtiendo en la norma, se 'amantequilló' en el momento de la verdad, una vez mas. A pesar de traer a juego a su equipo después de una desventaja de 21 puntos, anotando un imposible tiro tras otro, un error de James en los últimos segundos selló la victoria para la Conferencia del Oeste, que contó con excelentes actuaciones de Kevin Durant, quien se llevó el premio de Jugador Más Valioso (JMV), Chris Paul y Kobe Bryant que demuestra una impresionante habilidad de seguir escopeteando la bola no importa si está en cancha con Derek Fisher o Dirk Nowitzki.

Cada decepción del celestial jugador de los Heat en los momentos importantes trae consigo una masacre cibernética por la lista de fracasos que cada vez se hace más larga. Es el paradigma del atleta actual, que actúa como si se mereciera el mundo sin tan solo tener una sortija de campeonato con su nombre.

Pero me pregunto, hasta qué punto somos responsables y justos con esta figura que cada vez se vuelve más trágica? Exigimos humildad de una persona que está en portadas de revistas desde antes de comenzar a afeitarse. Le exigimos excelencia en una sociedad de consumo que trepa en pedestales figuras que no han hecho absolutamente nada para merecer estar ahí.

LeBron James lleva actualmente las estadísticas individuales más impresionantes en la historia de la NBA. Esa oración parece un sacrilegio cuando recordamos que el gran Oscar Robertson promedió un triple doble en una campaña, Wilt Chamberlain promedió 50 puntos y 20 rebotes en otra y el omnipotente Michael Jordan presentó una campaña de 36 puntos, ocho rebotes, ocho asistencias y tres robos de balón en la campaña 1988-1989.

Las estadísticas apuntan a que, de James seguir al paso que lleva esta temporada,