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Ambiente de fiesta en Argentina para el partido amistoso contra Panamá

Unas 83,000 personas asistieron esta noche al Estadio Monumental de Buenos Aires, para el primer partido del onceno albiceleste desde su coronación en la Copa del Mundo.

Hinchas de Argentina asisten a un partido amistoso entre las selecciones de Argentina y Panamá hoy, en el Estadio Monumental, en Buenos Aires.
Foto: EFE

BUENOS AIRES - Luego de tres meses de ser arropados en la gloria máxima del fútbol, los argentinos volvieron hoy a las calles para saborear las reminiscencias que dejó el Mundial de Qatar 2022 en el encuentro amistoso entre la Albiceleste y Panamá.

Las calles de Buenos Aires se inundaron de alegría, otra vez; la ciudad se tiñó de celeste y blanco acompañado por bocinazos y gritos de aliento, otra vez; juegan ellos. Hoy la sociedad vuelve a aquel 18 de diciembre de 2022, fecha patria para el gran pueblo argentino.

Un ejemplo de esta sensación lo intenta explicar Matías, que viajó junto a toda su familia desde la patagónica provincia de Neuquén.

"Hicimos 1,200 kilómetros, somos uno de los pocos privilegiados y para nosotros es algo que no podemos explicar, porque es hablar de 'ellos' y que se te ponga la piel de gallina”, cuenta a EFE, con pequeños quiebres de emoción en su voz.

La "razón de mi vida", gritarán por detrás, y al unísono, un grupo de amigos, imposibilitados de borrarse la sonrisa por pertenecer a los 83,000 afortunados, entre 1.6 millones que se inscribieron a la espera de una entrada para completar el aforo del Estadio Monumental.

"La sensación de estas tres estrellas las soñé junto a mi abuelo y mi padrastro, que ya no están, es imborrable. Hoy lo puedo vivir. Esto es más que una copa o un simple partido es parte de la vida", agrega Matías.

Para buena parte de la afición, ver a los campeones en "casa" fue comparable al alivio que dio hace un par de días una lluvia torrencial junto a la llegada del otoño, tras dos semanas de intensas olas de calor, producto del cambio climático.

A otros, les hará olvidar la preocupación de qué comida diaria saltarse para llegar a fin de mes, en un país con una tasa inflacionaria interanual del 102.5 % en febrero pasado. Tampoco importarán las polémicas declaraciones que algún funcionario escupa sobre el Gobierno, del que es parte, en clara muestra de crisis institucional.

"Hoy no importa nada, solamente Leo y la Selección", deja en claro a EFE Daiana, que viajó desde la ciudad de Rosario, para presenciar a sus ídolos.

"Es un sueño a punto de cumplirse. Fue enorme la felicidad que nos dieron en diciembre y no hay palabras para definir lo que es estar todos juntos para este momento", manifiesta impaciente por experimentar 90 minutos de bienestar, que durarán para siempre.

Los malestares políticos, económicos y sociales se disuelven en la marea de gente que atraviesa la avenida Guillermo Udaondo del barrio porteño de Núñez, para desembocar a las puertas del cielo, donde se podrá vislumbrar a los bendecidos por la mano de 'D10S'.

"Esto es una fiesta bien argentina. Todos nos quedamos con ganas de algo más después de Catar y es este momento. Esto es lo único importante en el país", suma Evelyn, acompañada de su hijo pequeño y su mejor amiga.

Los estrictos controles policiales se vuelven una molestia necesaria, pero, a lo lejos, ver el estadio rojo y blanco tan cerca anima a la hinchada a entonar una conocida canción que logra calmar la ansiedad generalizada.

Tras una larga espera, por fin se vislumbra la imagen más anhelada por cualquier argentino: el capitán Lionel Messi, bajo tres estrellas marcadas a fuego en su camiseta. El pitido del colegiado le da permiso para volver a repartir felicidad tres meses después.

No importa que en París lo abucheen o le piten los seguidores de su equipo, porque podría parafrasear a Rick Blaine en 'Casablanca' y decir tranquilamente: "Siempre nos quedará Buenos Aires".