Científica diplomática en la vanguardia de la defensa del océano
Con un bagaje de experiencia academica en la oceanografía y la ingeniería que la ha llevado a los lugares más remotos del planeta a estudiar el impacto del cambio climático en el mar y las amenazas humanas a la vida silvestre acuática, Melania Guerra se posiciona como una defensora del recurso natural más abundante de la tierra.
Nacida y criada en Costa Rica, la formación de Guerra tuvo su genesis a temprana edad, viendo la cobertura que generó en ese país las misiones espaciales en las que participó el astronauta Franklin Chang Diaz, otro costarricense, con quien pudo trabajar cuando finalizó sus estudios de ingeniería en la Universidad de Costa Rica. Otra fuente de inspiración, que cristalizó su interes por los oceanos, lo fue el oceanógrafo Jacques Cousteau y sus documentales transmitidos por televisión.
'Estaba como entre estos dos ejemplos de personas que tenían unos trabajos en los cuales tenían aventuras y hacían descubrimientos y cuando ya me tocó entrar a la universidad empece a notar que entre los dos tenían en común la ingeniería y que era gracias a los instrumentos y las máquinas que ellos podían hacer esas exploraciones ya sea al espacio o al fondo del mar, entonces decidí estudiar ingeniería primero', expresó Guerra a NotiCel.
Al culminar sus estudios en ingeniería y tras un año de internado con Chang Diaz en la NASA, emprendió en una maestría en oceanografía al percatarse de las similitudes entre los estudios en el espacio y los estudios en el oceano.
'Del oceano casi uno no escucha, pero son dos tercios del planeta y tiene un rol muy, muy fundamental en el tema del cambio climático. Entonces, pues sí se necesita muchas personas hablando del oceano y tambien uniendo la parte cuantitativa y la tecnología que es la formación de la ingeniería para incorporar el oceano en el tema del cambio climático', sostuvo la oceanógrafa, cuyos estudios la llevaron a estudiar bio-acústica submarina desde el 2007 hasta el 2015.
La bio-acústica marina consiste en el estudio de los sonidos que producen los mamíferos marinos, más allá de la comunicación entre especies con fines reproductivos. Guerra explicó que mediante la proliferación de embarcaciones y el uso de equipo sonar acuático, aumenta el ruido submarino y no permite que la vida silvestre marina pueda escucharse entre si, alterando patrones de alimentación entre algunas especies y hasta propiciando el encallamiento de ballenas en las costas.
Aunque el ruido submarino no aparece en la palestra pública como un asunto de relevancia ambiental, según la oceanógrafa lo debería ser, máxime cuando este fenómeno se ha duplicado por cada decada.
'Cada 10 años, porque hay más actividad económica y hay más explotación de petróleo, cada 10 años desde los 1970 hemos hecho que los oceanos sean más ruidosos, el doble de ruidoso cada 10 años', sostuvo Guerra, señalando que la necesidad para desarrollar tecnología más silenciosa para las embarcaciones marinas es un asunto urgente que ha promovido ahora como científica diplomática en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero más allá de los riesgos a la vida marina que produce el sonido submarino, Guerra destacó la acidificación de los oceanos como el verdadero riesgo inminente. La producción masiva de emisiones de gas que libera bióxido de carbono la absorbe el mar, causando que las aguas se calienten y se tornen más acidas, lo que tambien supone un riesgo a toda la vida marina.
'Entonces cambia el pH y eso lleva a la acidificación del oceano. Y apenas estamos empezando a aprender cuales son los impactos de hacer el agua más acida. Parece que es como volver el agua más corrosiva para las conchas de muchos organismos y se va a estar comiendo la concha de los organismos. Se le llama el problema gemelo del cambio climático', sostuvo Guerra.
Como científica diplomática de la ONU, Guerra tiene la oportunidad de extender su conocimiento científico al servicio de las personas que toman decisiones de impacto global. En ese sentido, ha observado como los reclamos de conservación de los oceanos surgen principalmente de naciones isleñas que dependen del mar como modo de sustento y transporte.
'Las islas son las que de verdad están llevando la batuta en hablar de los oceanos y en recordarle al mundo la importancia y la dependencia que ellos tienen de que el oceano sea controlado como el cambio climático', sostuvo la ingeniera.
Por otra parte, tambien señaló la conversación mundial sobre los desechos plásticos que llegan hasta el oceano, algo que atribuyó a los impactantes visuales de ballenas con estómagos llenos de plástico. El asunto ha cobrado urgencia ante la lenta degradación del plástico en los oceanos, cuya dificultad en limpiar no provee más remedio que esperar a que se degrade en el mar.
'El mar se va a tener que encargar de procesar eso y de alguna forma degradarlo, pero lo que podemos hacer nosotros es detener las entradas y recordar que el mar empieza desde donde empieza un rio', sostuvo. No obstante, añadió que, en el caso de los oceanos y la vida marina, no es un solo problema que supone una amenaza, sino el conjunto de problemas.
'En el caso del mar no es solo una cosa lo que está afectando. No es solo el plástico, no es solo el ruido, no es solo la acidificación, sino que son todos estos causales al mismo tiempo que afectan los corales, a las especies, al ecosistema todo al mismo tiempo. Y lo que pasas es que cuando una especie tiene que pelar múltiples amenazas al mismo tiempo es que baja su resiliencia, baja su tolerancia, no puede combatir tantos frentes al mismo tiempo', manifestó Guerra.
La oceanógrafa Melania Guerra durante una de sus misiones árticas. (Suministrada)