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Por qué la música se escucha tan mal?

Hace años que somos víctimas de una guerra que no vemos, pero que si prestamos atención podemos escuchar cada vez que damos play al iPod o al equipo de audio. Desde principios de la década de 1990, se viene desarrollando en la industria discográfica la llamada 'loudness war' (guerra del volumen), una tendencia que consiste en aumentar el volumen con el que se realizan las grabaciones. Así, cada disco que se lanza al mercado suena más potente y estridente que el anterior, en el marco de una carrera armamentista sonora. Pero, más fuerte significa más calidad de sonido y mejor experiencia auditiva? Rolling Stone Argentina trae un análisis.

La mala fidelidad del audio de gran parte de las producciones actuales puede tener su parte responsable en los métodos 'caseros' de grabación digital, con herramientas y equipos que no son profesionales por más que entreguen un producto aceptable. Pero las razones esenciales parecen atadas a lo cambios en los hábitos de consumo musical: hoy, las mezclas y masterizaciones de los discos se hacen pensando en que las canciones ya no se disfrutan en equipos de alta fidelidad, sino en autos, reproductores de MP3, celulares y computadoras, y en ámbitos de ruido externos, como la calle o el transporte público. El objetivo en el estudio, entonces, pasó de querer hacerse sentir, a tener que hacerse escuchar.

Aumentar la presión del volumen significa reducir el rango dinámico de las grabaciones (la diferencia o distancia entre las frecuencias altas y bajas de un sonido), lo cual elimina todos los matices del audio, aquello que deja distinguir entre lo 'suave' y lo 'brusco'. 'Está comprobado que la música más fuerte no implica más ventas y que la hipercompresión conduce a la fatiga auditiva, que aleja al oyente de disfrutar la música', explica Eduardo Bergallo, ingeniero de grabación, mezcla y mastering con más de 1.200 discos en su currículum.

Si bien la 'loudness war' lleva décadas en la industria, su relevancia se dio con la salida del álbum Death Magnetic, de Metallica. Tras comparar los audios tanto del CD como de las canciones incluidas en la versión del juego Guitar Hero, un grupo de fans descubrió que algunos picos de saturación del disco no estaban disponibles en el videojuego, ya que tenían una mezcla con mucha menos compresión. La banda se llamó a silencio y, si bien sus seguidores juntaron más de 20.000 firmas para solicitar que el álbum fuese remezclado, el pedido no prosperó. En la vereda opuesta, Guns N' Roses publicó su esperado disco Chinese Democracy con una mezcla que privilegia el rango dinámico. Su aparición sirvió para dar a conocer mundialmente a Turn Me Up, una organización norteamericana que propone el 25 de marzo como el 'Día del rango dinámico' para terminar con esta competencia para sordos.

En América del Norte y Europa, donde se produce la mayor parte de la música popular, el canal por excelencia de distribución de canciones es el digital. La gente compra la música vía web o desde su celular en tiendas y servicios como Amazon, Spotify, Ovi Music y, en especial, iTunes, que concentra el 70% de las ventas de música digital en Estados Unidos y es el retail número uno de ese mercado, superando incluso a cadenas físicas como Walmart. Según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI, por sus siglas en inglés), el valor del segmento digital aumentó 1.000% en los últimos seis años. Hoy hay más de 400 servicios de música en ceros y unos en el mundo y el 29% de los ingresos de los sellos discográficos proviene del canal virtual.

Pero así como el CD fue el soporte comercial para la música 'física' de antaño, el presente negocio digital parece estandarizado en la distribución de archivos MP3 (un método de compresión de audio con 'pérdida' del sonido original) a una tasa de bits promedio de 192Kbps, lo cual crea archivos de una calidad auditiva similar a la del disco compacto (aunque lejos de ser óptima).

Para la reseña completa, pulse aquí.