La Fortaleza de Puerto Rico emana de nuestros esclavos africanos e indígenas encomendados.

Un día como hoy, hace 483 años, el Emperador Carlos V ordenó lo siguiente a los miembros del Cabildo de Puerto Rico mediante Real Cédula de 2 de octubre de 1528:

'Que [L]a [F]ortaleza se hiciera a costa de los encomenderos ‘dando de cada doce indios o esclavos uno'.'

Así pues, El Palacio de Santa Catalina, como se conoce también a la Fortaleza, se forjó a basé de la explotación que ejerció el Imperio Español sobre poblaciones que puso bajo su yugo. Dicha trabajo forzoso se extrajo mediante la amenaza y el uso de la violencia que recayó sobre los indígenas boricuas y personas de diversas naciones africanas que fueron secuestrados y traídos como esclavos al archipiélago de Puerto Rico.

Así pues, vale destacar que nuestros indígenas Taínos y Caribes, como también nuestros antepasados provenientes del continente de África, jugaron un papel preponderante en la construcción de la mansión ejecutiva más antigua en todo el Nuevo Mundo, entre las que actualmente permanecen operando como tal.

La Fortaleza se comenzó a construir en 1533 y su primera etapa se concluyó en 1540. La misma sería reconstruida a través de los siglos debido a los embates del tiempo y el daño recibido de mano de varias invasiones que ha sufrido Puerto Rico. En 1983, el Palacio de Santa Catalina fue designado como Patrimonio de la Humanidad según lo determinó la UNESCO, organismo especializado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Además, hasta el presente, La Fortaleza continúa siendo una de las estructuras más emblemáticas e históricas de nuestra centenaria ciudad de El Viejo San Juan, Puerto Rico y el resto de América Latina.