No causa para juicio contra 'El Manco' tras vista en alzada (galería y vídeo)
Las incongruencias en las confesiones de Luis Gustavo Rivera Seijo, mejor conocido como 'El Manco', así como la falta de evidencia física que lo ubique en la escena del crimen, fueron razones de peso para que la jueza Vilmary Soler Suárez determinara esta tarde del martes que no había causa para juicio en su contra.
De esta forma, Rivera Seijo, a quien se le imputó el asesinato en primer grado del niño Lorenzo González Cacho, no enfrentará cargos nuevamente por este delito. Esto a pesar de la inconformidad del Ministerio Público, que se mantuvo firme en su postura de que existía razón suficiente para sospechar que el asesino del niño Lorenzo se encontraba en esa sala 706 y que, por lo tanto, debía ser llevado a juicio.
Para la Jueza, las confesiones del 'Manco' resultaron 'impugnatorias', por contradecirse entre sí sobre asuntos que la togada consideró medulares, así como por discrepancias con lo que se desprendía de la evidencia física. Añadió que el hecho de que se le hubieran mostrado fotos a Rivera Seijo previo a las confesiones, afectan su valor probatorio. Mientras, las pruebas físicas presentadas 'no evidencian la presencia de forma alguna del imputado en la escena y no corrobora las confesiones', enunció.
Al filo de las 5 de la tarde, la Jueza dio por terminado el proceso de vista preliminar en alzada y tomó la misma determinación que su homólogo, el juez Carlos Salgado Schwarz, quien el pasado 26 de abril concluyó la vista preliminar sin hallar causa contra Rivera Seijo.
Mientras la Jueza enumeraba las razones que desembocarían en su determinación de 'no causa', se empezó a escuchar un gemido que pronto se convertiría en llanto derrochado de Ana Cacho, la madre del fenecido niño. 'No logrando alcanzar el quantum de la prueba al no lograr la conexión con el aquí imputado, es nuestra obligación en derecho determinar no causa', decidió la togada. Cacho se derrumbó en brazos de una mujer y la tuvieron que escoltar fuera de la sala. 'Habrá justicia para mi hijo. Al final habrá justicia', musitó Cacho entre lágrimas al subirse al elevador del piso 7.
En el momento en que se supo la determinación final, los tres abogados de defensa, Mario Moczó, Jesús Hernández y Lester Arroyo, de la Sociedad para la Asistencia Legal (SAL), se abrazaron fuertemente, risueños.
En los 15 minutos de su argumentación final, el licenciado Moczó había especificado una a una las incongruencias que existían entre los testimonios, incluso abriendo la ventana para la posibilidad de que se haya sembrado evidencia que perjudicara al 'Manco'. 'Sembrando, sembrando para cultivar', expresó Moczó cuando se refirió a la bolsa blanca que se encontró en el patio de Cacho con los papeles de Rivera Seijo y objetos de aseo.
La puerta que empujó hacia dentro cuando en realidad abría hacia afuera, la omisión del celular, los dientes del cuchillo que no cuadran con informe patológico, las heridas en la nariz solamente en ausencia de un golpe con objeto contundente que fue aparentemente el primer golpe - y mortal - que recibió Lorenzo, la ausencia de zapatos en el área de la sala, la presencia de una mujer fumando crack que no se corrobora, la discordancia en la hora de los hechos, todos fueron traídos a colación por Moczó.
Además, el abogado volvió a recalcar la inadmisibilidad de las confesiones, e incluso las tildó de 'ilegales'. En ausencia de abogado y personal médico que brindara apoyo a Rivera Seijo, quien padece de esquizofrenia desde los 17 años, se le indicó que leyera un documento y lo firmara, renunciando así a sus derechos constitucionales a no autoincriminarse, a guardar silencio, a solicitar un abogado, entre otros. 'Eso es proforma: coja ese papel, inscríbelo e inícielo', dijo el abogado.
Además, no hay audios, videos ni declaraciones juradas que sustenten lo que se ventiló en esas entrevistas o que documenten la dinámica que se llevó a cabo. 'Hablan de un recuerdo que se refresca cada vez que yo le enseño un documento', consignó Moczó.
También pidió que se sometiera como evidencia la orden de protección que había emitido la jueza Elizabeth Linares del Tribunal de San Juan, para que las autoridades no pudieran entrevistar nuevamente a Rivera Seijo sin que mediara un abogado. Sostuvo que en ambos encuentros con las autoridades federales, debían avisar a las abogadas.
'A él (Rivera Seijo) no lo llamaron para hablarle de Los Ñeta ni de Dios. Aquí este caso había que resolverlo', se refirió así Moczó a la colaboración de los federales en un caso que quedaba fuera de su jurisdicción. 'Federal, federal, federal.... No sé si la intención es que el tribunal se impresione', cuestionó el repetido uso de ese apellido en boca de la Fiscalía.
Y es que en su argumentación final, que duró más de media hora, el fiscal Mario Rivera Géigel manifestó que las confesiones tomadas por los federales eran pruebas con peso suficiente para que la Jueza decidiera proceder al juicio. Los errores en la investigación inicial y las incongruencias en las declaraciones de Rivera Seijo debían ser evaluadas, según el fiscal, en esa etapa por un jurado que pudiera sopesar toda la prueba ante sí.
Rivera Géigel, quien representó al Ministerio Público junto a las fiscales Maricarmen Rodríguez y Aracelis Pérez, resaltó que 'El Manco' no posee una discapacidad mental, y que su trastorno no lo hacía menos hábil para entender un proceso como los derechos a que los que podría renunciar antes de una entrevista.
Por tanto, defendió la admisibilidad de las confesiones, debido a la fácil comprensión de las advertencias, - según jurisprudencia citada, pueden entenderla un niño y un analfabeta - y bajo la premisa de que Rivera Seijo renunció a sus derechos libre e inteligentemente, sin 'amenaza, intimidación, promesa o engaño'.
El último testigo fue el teniente Noel Colón Rivera, experto en análisis y reconstrucción de patrones de manchas de sangre. El perito estudió la escena del crimen a base de fotografías, entrevistas e informes patológicos y forenses, y sometió un informe el pasado 21 de marzo del presente año.
El perito manifestó que, sin lugar a dudas, el lugar del ataque fue en el dormitorio de la hermana menor de Lorenzo, donde el niño dormía en la madrugada del 9 de marzo del 2010. También, determinó que el victimario estuvo posicionado en el lado izquierdo de la cama, de dos a tres pulgadas por encima de la altura de la cama.
En ese dormitorio, analizó el charco de sangre sobre la cama, y los patrones lanzados hacia las paredes, al lado del televisor y sobre las muñecas. El objeto que causó el ataque aparenta haber sido un objeto cortante, similar a un cuchillo de cocina.
Tras varios experimentos para determinar la dirección del movimiento, Colón Rivera analizó que el objeto agresor debió ser un cuchillo de cocina filoso, y descartó un hacha de cocina para cortar alimentos o un cuchillo completamente dentado.
Estableció además dos patrones de movimiento. Uno de los patrones conducía a la marquesina, y otro a la sala de la residencia en la calle Bruma en la urbanización Dorado del Mar, cónsono con la confesión del 'Manco' de que escapó en esa dirección.
Su testimonio, que luego en el contrainterrogatorio estuvo plagado de 'no es lo más probable, pero no lo descarto' ante diferentes escenarios que presentaba Moczó, no dio un nocáut, y justo al final, la Fiscalía decidió someter el caso, pasó que tomó desprevenida a la Defensa que, finalmente, resultó nuevamente airosa.