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Julia María Nazario Fuentes: huérfana, desertora, alcaldesa de Loíza

De todas sus pruebas de vida sacó la fuerza para defender a su pueblo del estigma, del discrimen y de su desmoralización.

Julia María Nazario Fuentes
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

Dice ella que siempre ha vivido una vida normal. No realmente.

La alcaldesa de Loíza, Julia María Nazario Fuentes, es una persona diminuta, pero con un carácter y una historia que deja pequeño a cualquier grandulón.

De pequeña era curiosa, lectora ávida, adoradora de su madre y de su hermana Nelly. También de su padre, pero con la separación de ambos, y el camino elegido de mudarse él a Estados Unidos, se quebró un vínculo que terminó trágicamente.

Su padre fue asesinado cuando ella tenía siete años, víctima de un asalto en Brooklyn, New York. Lo encontraron muerto, tiempo después, entre la nieve.

Sanó. Aunque siempre sintió una especie de culpa que no le correspondía. Era la hija consentida, líder, estudiosa de la Biblia. La estudió junto a su hermana tres veces, de principio a fin y ve en ella una perfección fuera de liga.

Se crió en el Barrio Las Cuevas, no muy lejos de la Alcaldía, donde se realizó el encuentro con El Push de la Mañana, edición estelar, por culpa de la naturaleza que ese día, con fuerte insistencia, decidió que la entrevista no se realizaría en la villa pesquera de Loíza como acordado.

A los 13 años, en la iglesia evangélica a la que acudía, estudió Teología Sistemática, y comenzó a predicar. Insiste ella que su vida era “normal”. Ajá.

Luego se fue a la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, con 17 años, a estudiar Comercio. Quería ser maestra. Pero "Yulín", como le llamaban de pequeña porque "Julia María" sonaba muy fuerte, desertó. Encontró trabajo y se casó. Ya casada, decidió que tenía que regresar a finalizar su bachillerato. Y así lo hizo. Luego hizo maestría y después de los 50 se convirtió en la doctora Julia Nazario. Tanto la maestría como el doctorado lo realizó en esa área, motivada por jóvenes a su alrededor. La especialidad en el tema de adicciones la hizo porque tenía un primo muy querido que siempre deseó ayudar.

Y todos esos jóvenes que le llamaban “madre” ocupaban en ella un lugar especial. Ella no pudo serlo a pesar de una relación maravillosa que siempre ha tenido con “Felito”, un comerciante loiceño del que ella habla y se le abren los ojazos claros de par en par. El dueño de “El Colmado Nuevo- Aquí hay de tó”, pagó sus estudios graduados pero a la vez vivió con ella, no una, sino dos veces, una situación crítica de su sistema reproductivo y luego un cáncer de mama. Antes de cumplir los 30 años le quitaron su matriz. Ya no era posible ser madre. Diez años más tarde, sus médicos trabajaron en un seno, y al operarla, descubrieron que había que extirpar los dos.

Mutilada. Así se sintió por mucho tiempo. Pero seguía preparándose y trabajando. Lo que no podría ser, no sería. Pero “aquí estoy” y lo dice con una sonrisa que le cubre el rostro y le cierra los ojos.

No es para menos. La chiquita que creció en el mundo de la política, había aprendido demasiado de la vida. Era popular de cuna, o desheredada de su madre, narró sonriendo. Su madre era ayudante del alcalde de Canóvanas y tan activista era, que en su casa se quedaban políticos- en medio de sus faenas políticas- a dormir. Ella veía el colchón blanco y rojo en el cuarto y ya sabía que venía a dormir, aunque fuera una siesta, algún político. Así albergaron, por ejemplo, al gobernador Rafael Hernández Colón.

Es sencilla pero coquetísima. Viste bien y bueno. Y no lo niega. Eso no condice su amor por la gente. “La gente me gusta”, repite varias veces.

La invitaron a aspirar a un puesto político y le dijeron, del saque, que iba a perder. Y perdió en esa aspiración a representante ante el eterno Angel Bulerín Ramos, del PNP. Le dio una batalla interesante, pero perdió. Hoy lo aprecia, lo valora y reconoce la ayuda que le ha prestado en esa posición de alcaldesa a la que también llegó con gente diciéndole que no llegaría.

Luego de 44 años de hegemonía del Partido Nuevo Progresista en Loíza, a nueve meses de la elección general, sabía que iba a ganar ante el alcalde de entonces Eddie Manso. Su esposo no quería que aspirara, pero llegaron a un acuerdo de ocho años. Ese acuerdo no lo cumplirá y volverá a aspirar a un tercer cuatrienio, motivada por su inconformidad con lo que estos años le han dejado. Marejadas, huracanes, terremotos, pandemia. No quiere y no puede dejarlo ahí. Y ya lo negoció con Felito.

La alcaldesa, que habló con NotiCel en una oficina en la caían chorros de lluvia y cercano a un espacio de la alcaldía en la que se ve un toldo azul de FEMA, critica el proceder histórico de esa agencia federal que no le ha pagado pérdidas de María. No tiene miedo en alabar la gestión de muchos miembros del gabinete del gobernador penepé, Pedro Pierluisi Urrutia, pero tampoco duda en decir que tiene que darle “delete” como a tres funcionarios. Por el momento se reserva los nombres.

¿Cuál es el mayor logro de Julia? Es bastante claro para cualquiera con quien se hable en Loíza. Su firmeza en contra del estigma y el discrimen que por años ha vivido su pueblo. Reconoce las situaciones pero se niega a mantener las ataduras del pasado. Rechaza que gobierne un pueblo con alta criminalidad, pobre o violento. Dice que sí tiene nichos de esas situaciones pero que su pueblo es más que un estigma. “No lo voy a permitir”, dijo.

En las pasadas elecciones apoyó a Carmen Yulín Cruz para la gobernación. No ganó, pero la volvería a apoyar. No admite que las divisiones en el PPD sean tantas, tomando en consideración que en el PNP también las hay.

No hay argumento que la alcaldesa no gane en nuestra conversación.

Loíza, dijo, no es el mismo. Loíza se respeta.

Vea la entrevista completa aquí:

Egresada de la Universidad de Puerto Rico. Periodista con 23 años de experiencia en los medios de comunicación. Mamá de Manu, portavoz de la adopción de niños grandes y creadora de #primerizayqué