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Asfixiados por la escasez y sedientos en Trípoli

Los dos millones de personas que viven en la capital libia, Trípoli, malviven desde el pasado jueves sin agua corriente y los alimentos, los medicamentos y la gasolina escasean.

Con la ciudad prácticamente tomada por los rebeldes, a pesar de que los francotiradores siguen activos, publica El País, los vecinos de Trípoli pelean contra la escasez, pero sobretodo, combaten contra la sed. A falta de autoridades oficiales, nadie ofrece una explicación convincente del porqué del drástico corte en el suministro de agua.

Algunos vecinos tratan de sacar agua de pozos a 18 metros de profundidad, pero elevar el agua de los pozos para conducirla a los depósitos que casi todas las viviendas tienen en sus tejados requiere disponer de máquinas para bombear y de electricidad. Los apagones son frecuentes y también son escasas las bombas. Además, luego es necesario purificar el agua, y no todos cuentan con los medios para hacerlo.

Algunos recurren, bidones en mano, a recoger agua de camiones cisterna, ya que la mayoría no puede pagar el costo del agua embotellada, cuyo precio ha pasado de 0,13 euros a 1,5 el litro. En los hoteles se vende a tres euros el litro.

Mahmud Shaman, portavoz del Consejo Nacional de Transición, el Gobierno de los sublevados contra el dictador, trataba de tranquilizar a los dos millones de capitalinos. 'El agua no ha sido cortada', decía en conferencia de prensa para sorpresa de muchos ciudadanos, que podían desmentirle abriendo el grifo.

En los hospitales, la situación es más alarmante.

Algo similar sucede con el combustible. La gasolina, normalmente a un precio irrisorio para los estándares europeos, ha multiplicado por diez su precio en el mercado negro.

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