Ahmed al Darbi, saudí que lleva doce años preso a la espera de juicio en la Base Naval estadounidense de Guantánamo (Cuba), se declaró hoy culpable de ser facilitador de Al Qaeda para obtener una reducción de pena que le podría dejar en libertad en menos de nueve años.
Al Darbi aceptó hoy declararse culpable de terrorismo, complot para cometer atentados y de ser proveedor en un plan de Al Qaeda para atacar petroleros en el Estrecho de Ormuz, paso estratégico del comercio mundial de crudo.
El saudí de 39 años ingresó en Guantánamo, tras pasar por la prisión de Bagram (Afganistán), en agosto de 2002 y no fue hasta cuatro meses después de su captura y dos de su ingreso en la prisión en la base de EE.UU. en el sudeste de Cuba que Al Qaeda atacó el petrolero francés ‘Limburg’ en frente a la costa de Yemen.
Aquel ataque, en el que murió un tripulante búlgaro, hizo temer una oleada de atentados que dificultase el flujo de petróleo por el Canal de Suez.
El juez militar de este caso, el coronel de la Fuerza Aérea Mark Allred, reconoció que Al Darbi no es actor material o responsable inmediato del ataque al ‘Limburg’, algo que ha facilitado el acuerdo.
No obstante, Al Darbi deberá pasar al menos cuatro años más en Guantánamo, para posteriormente se transferido a custodia de Arabia Saudí, que podría tenerlo otros cinco años en prisión o reducirle la pena por buen comportamiento.
Sus abogados indicaron hoy en un comunicado que la decisión de cerrar un acuerdo con los fiscales y el juez del caso ha sido un trago ‘agridulce’ y ‘una píldora difícil de tragar’.
Ramzi Kassem, abogado defensor de Al Darbi, dijo que el acuerdo judicial permite a su cliente ‘certidumbre de que su sufrimiento terminará en el futuro. Por fin podrá albergar la esperanza de ver a su madre, su esposa y sus dos hijos, uno de los cuales nunca ha visto’.
La defensora militar, la teniente Theresa Champ, dijo que Al Darbi tiene la esperanza de estudiar y obtener un grado de educación secundaria en los cuatro años que le quedan en la prisión de Guantánamo si se lo permiten las autoridades de la prisión.
Pese a las promesas del presidente estadounidense, Barack Obama, de cerrar el penal, creado para recluir a los detenidos en la guerra contra el terrorismo islamista, la cárcel sigue abierta y la mayoría de sus 155 reclusos desconocen su futuro, aunque la mayoría tienen el visto bueno para ser transferidos a otros países.
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