Aunque he decidido escribirte estas líneas en ocasión del Día de las Madres, lo cierto es que lo que tengo que decirte podría escribirlo cualquiera de los otros 364 días del año.
A través de toda mi vida he contado con la bendición de tener una madre amorosa y pendiente a nosotros todo el tiempo.
Ahí estabas cuando me ponchaba y cuando daba una línea en las pequeñas ligas en Dorado. Ahí estabas cuando era un pequeño “point guard” que trataba de iniciar sus caminos en el baloncesto en Mameyal y cuando algunos años más tarde dominaba en mi posición en aquel equipo del barrio Higuillar.
Era la norma salir a la hora de almuerzo en mis primeros años de escuela y verte fuera del portón velando a tus pollitos. Esa seguridad de que estarías allí me acompañó siempre. No sabes el valor que eso tuvo y aún tiene en nuestras vidas.
A pesar de que “abandoné” el nido tempranito para cuidar a mis propios pollitos; tu presencia en cada momento importante es una bendición por la que me siento privilegiado.
Hoy trabajo con todas mis fuerzas para aportar a un mejor Puerto Rico con los valores que tú como madre te ocupaste en inculcar. El amor y la dedicación que siempre demostraste a tus hijos fue la zapata de los ciudadanos que Vilmaris, Becky y yo somos hoy.
Aunque se que no puedo pasar por casa tantas veces como tú y yo quisiéramos, puedes tener la certeza de que en ese trabajo intenso por nuestra Isla, la semilla que sembraste produce los frutos que siempre quisiste.
Gracias por cuidarnos, por dejar de ser tuya para ser de nosotros y por al día de hoy decirme cuando hice mal y defenderme como gata boca arriba cuando lo entiendes necesario. Puedo decirte con absoluta seguridad que tus tres hijos agradecemos a Dios el privilegio de contar contigo como nuestra madre. Gracias por hacernos vivir, a mis hermanas y a mí, la definición de madre en vivo y a todo color en casa.
Felicidades a todas las madres que viven en nuestra hermosa Isla y mi reconocimiento por su trabajo abnegado para echar adelante a sus hijos. Esa semilla que cada una siembra en su casa germinará en una cepa de hombres y mujeres con la capacidad y entereza moral para asumir los retos del futuro. Gracias por regalarnos la vida. Bendición mami.
¡Te amo!
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