En los pasados meses ha tomado notoriedad nuevamente el caso de los hermanos Menéndez ante la publicación de una serie de televisión que recrea los hechos ocurridos en el 1989. Lyle y Erik Menéndez fueron condenados a cadena perpetua sin libertad condicional por el asesinato de sus padres.
En Puerto Rico, el 3 de Mayo de 2022 un jurado de composición mayormente masculina encontró culpable a Shirley Vera Barreto por el asesinato de su esposo, el policía retirado Alvin Quiñones Acevedo. La mujer de 32 años en aquel momento y madre de tres hijas, se exponía a una condena máxima de 129 años de cárcel.
¿Por qué estos dos casos? Por la situación mediática ante la posibilidad de una reconsideración de sentencia de los Hermanos Menéndez por evidencia que no se utilizó en el caso.
Lyle y Erik Menéndez fueron acusados de asesinato en primer grado, pero la justificación de ese acto fue la conducta de sus padres. El padre José Menéndez abusaba sexualmente de sus hijos y su madre Kitty Menéndez ignoraba toda la situación. Sus hijos determinan darles muerte a sus padres con toda la intención de hacerlo, incluso estableciendo cuartada buscando algún escape a la culpabilidad que le estría persiguiendo judicialmente.
El caso de Shirley Vera Barreto, según igual ella testifica era víctima de un patrón de violencia doméstica. Incluso, se documentó que la mujer tenía diversos moretones, tanto nuevos como de más tiempo, al momento de su arresto. Ella mato para salir del ciclo de abuso que su pareja tenía contra ella.
Ambos casos tienen elementos en común por ejemplo el miedo a utilizar las autoridades para denunciar los patrones de abuso. Por ejemplo, en el caso de Shirley, miedo a pedir ayuda a la Policía pues la persona agresora es integrante de la Policía. El padre de los hermanos Menéndez era una persona con mucha influencia en las esferas de gobierno y política por lo que el tema de no denunciar era latente. Lo que no debemos negar es que en ambos casos hubo asesinato, lo que es condenado por el sistema judicial y va contra la norma social establecida. Pero, el juicio y el castigo que recibieron estos seres humanos fueron más propios de asesinos en serie que de individuos que soportaron años de abuso sea físico o sexual, por parte de las personas que amaban y en quienes depositaban su confianza y su amor. Lamentablemente los alegatos de maltrato aparenten haberse ignorado en ambos casos.
¿Será la evidencia del caso de los Menéndez la que abra la puerta a revisar las motivaciones de estos asesinatos y podrían lograr establecer alguna justificación? ¿Hasta donde podría llegar el alegato de legitima defensas una vez el riesgo a la vida es uno latente por el abuso al que se expone la víctima? Veremos que rumbo toma judicialmente este caso y cuantos lo utilizaran como precedente.
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