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Opiniones

Imparable el movimiento LGBTQ+ en Puerto Rico

El licenciado Alberto J. Valentín, LLM, reflexiona sobre la expansión acelerada del sector LGBT+ en la Isla ante el comienzo del mes de orgullo gay.

El licenciado Alberto J. Valentín, LLM.
Foto: Suministrada

Cada vez es más evidente la presencia de la comunidad LGBT+ en posiciones de poder en Puerto Rico, y cada vez es más evidente la disponibilidad de regulaciones y protecciones para la comunidad LGBT+.

Cada vez son más los países que se mueven a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y cada vez son menos los que criminalizan la homosexualidad. Hoy por hoy tenemos una jueza presidenta del Tribunal Supremo que es abiertamente lesbiana, nuestra primera candidata trans a un certamen de belleza, nuestra primera cantante trans y nuestro primer nombramiento a un tribunal federal de distrito de una mujer abiertamente lesbiana.

Tenemos protecciones legales para empleados LGBT+, servicios de salud, gubernamentales, regulaciones para sobre medicamentos de transición para personas trans, ordenes ejecutivas que prohíben terapias de conversión, cárceles y baños inclusivos,

Incluso, cada vez es más común ver muñequitos inclusivos y con perspectiva de género, educación con competencia cultural en el ámbito laboral y empresarial, grupos y comités con representación más diversa, políticas de inclusión y respeto, y hasta la creación de posiciones de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en casi todas las compañías. Es una ola gigante de cambios sociales ocurriendo de forma muy acelerada e imparable durante la pasada década. En fin, la lista es amplia para la alegría de muchos y para el pesar de otros.

Y ese pesar de varios sectores conservadores se ha reflejado recientemente no solo en Puerto Rico, sino a nivel de todos Estados Unidos con la presentación de sobre más de 400 proyectos de ley para detener o de alguna forma restringir los derechos adquiridos por la comunidad LGBT+. Y es que lo anterior es una respuesta totalmente normal al gran acaparamiento que ha tenido la comunidad LGBT+ durante la pasada década en todos los sectores de nuestra sociedad.

Lo anterior ha provocado que el sector conservador se haya organizado para recuperar algo que ya hace mucho perdieron. Y lo perdieron no por la inacción, sino por la inevitable transformación social y generacional que ocurre a lo largo de nuestra historia. Recuerdo hace veinte años o un poco menos, cuando comenzaba a dar mis primeros pasos en lucha por los derechos de mi comunidad, allá para cuando Jorge de Castro Font presentó la famosa Resolución 99, como veía tan lejos los derechos que tengo hoy. Escribía estados en mi página de Facebook con mucha frustración e impotencia, al ver cómo era casi inconcebible aspirar a ver dos hombres casados o algo tan simple como eliminar la sodomía de nuestro Código Penal. Wow! Que mucho hemos crecido como país, que mucho hemos adelantado en cuestión de años. Lo que tan lejos veíamos, hoy lo vemos ya como un derecho intrínsecamente arraigado a nuestra sociedad. Lo vemos como un todo, como si siempre hubiese estado ahí. Y pensar que pasamos de los casetes a los cd, y de los CD a los MP3 y de los MP3 a tener la música y películas que quieras al servicio inmediato de tu dedo.

Y es que así de rápido se dan los cambios sociales, pero cuando estas en el preámbulo de ese cambio, cuando estas en el fervor del momento y en la lucha incesante por alcanzarlo, de repente lo ves tan lejos que amainan las fuerzas y entonces la incertidumbre y la frustración te arropan. Cuan feliz hubiese estado el Alberto de ese momento, hace casi ya 20 años, sabiendo que hoy por hoy estaría en un avión de camino a su casa escribiendo con tanta libertad y orgullo una columna sobre los logros alcanzados por su comunidad todos estos años. Que aquel jovencito tímido por expresar su orientación sexual y permitirse amar, hoy tendría la valentía de no solo poder expresarlo abiertamente sino poder poner su granito de arena en esta lucha incansable por los derechos humanos.

Puerto Rico ha dado un giro de 180 grados, y aunque aún nos falta mucho por recorrer, estamos hoy más allá que acá. Me encantaría poder darle ánimo a ese Alberto del pasado, y decirle que sus frustraciones y aspiraciones por vivir en un país más inclusivo, más amoroso y de mucho más respeto si tenían futuro. Que pronto llegarían.

Y es que mi comunidad está hecha de resiliencia, de amor y sacrificio. Años de estigma y pandemias que en vez de destruirnos o extinguirnos, nos transformaron y nos hicieron mucho más fuertes. Nos hicieron mucho más reales y mucho menos indiferentes. Hoy por hoy me siento orgulloso de poder vivir en carne propia y ser testigo del hecho innegable de que somos imparables, de que cada día somos más y somos más fuertes, y que a pesar de todo el amor siempre prevalecerá por encima del odio.

Feliz Mes de Orgullo GAY Puerto Rico.

El autor es abogado y director ejecutivo Consejo Asesor LGBTT+