Llegó a Broadway y sigue conquistado escenarios

Su nombre de pila es Dieudonné Acevedo Romero- que significa «donada por Dios», pero todos la conocen como Didi Romero.

Aunque proviene de una familia artística y sumamente popular en la isla, Didi lo tiene todo por ella misma y con eso ha llegado donde está.

Habló con El Push de la Mañana, edición estelar, vía digital, desde la ciudad de Chicago, donde vive un verdadero sueño como parte del elenco de Six, un musical que trata de las esposas del Rey Enrique VIII de Inglaterra. Ella es la quinta esposa, Catherine Howard; fue reina por dos años. Luego le quitaron el título y meses más tarde fue decapitada por adulterio. Lo trágico cambia en escena con una dinámica que permite la interacción con las reinas, lo que le ha valido a esta joven algunas lágrimas en plenas tablas cuando ve que alguien del público saca la bandera puertorriqueña.

Es una puesta en escena de noventa minutos que irá alrededor del mundo y ella hará el tour de Norteamérica. Está viviendo lo que siempre añoró y está gozándose esa etapa.

La fama de su familia no significó su ascenso sin sudor

Pero llegar hasta ahí ha sido un camino que intercala lo divertido con lo luchado a pulmón desde que nació.

Su madre, la cantante Deddie Romero “La Salserita”, su abuela, la conguera Sonia López, y su bisabuelo, el legendario músico Papá Candito. Con esa genética, dice ella, imposible ser abogada. Desde los nueve años sabía que quería cantar, bailar y actuar a la vez.

Se crió entre adultos y creativos, como su padre, José Acevedo. Estudió inicialmente en Cupeyville, donde aprendió su perfecto inglés, y luego en la José Julián Acosta, una escuela pública especializada en Arte. De ahí obtuvo la base fuerte para pisar en el mundo del espectáculo, primero haciendo ocurrentes intervenciones en redes sociales- que terminó monetizando por su gran acogida; cantando- ha sido invitada dos veces a ser parte del especial anual del Banco Popular; y actuando como en In the Heights y ahora en Six.

Estudió en The American Musical and Dramatic Academy en Nueva York. Vivía sola, sin miedos, en un barrio con trasunto peligroso donde atravesaba por puntos de droga para llegar a su casa. Lo agradece. Le dio valentía y astucia.

Tenía cuatro trabajos. Didi fue guía turística de su universidad, daba clases de improvisación en una escuela de modelaje, cantaba a capella en un grupo de época de los años 20 y hacía redes sociales.

Audicionó cinco veces para ser parte de In the Heights, del dramaturgo Lin-Manuel Miranda, en distintos teatros regionales. Le decían que no y le decían por qué: no tenía mucha experiencia; no se veía suficientemente latina y no lucía suficientemente puertorriqueña. Increíble. Pero perseveró y finalmente se encontró con Marcos Santana, un director y coreógrafo boricua que le dio la oportunidad al ver el Conservatorio de Música de Puerto Rico en su resumé.

Y así llegó a ser Nina. Y así llegó Broadway.

“En realidad Broadway es un nombre nada más. Tiene más ojos, más recursos, más dinero, pero he visto ese talento en Puerto Rico”, dijo.

No puede elegir entre cantar, actuar o bailar pero dice que es mejor cantante aunque la apasiona el arte, punto. Quiere actuar en series, películas, enseñar, tener una línea de maquillajes, llegar a Hollywood y trabajar con Tim Burton, a quien describe como un director muy particular.

Por ahora, y por 56 semanas, estará inmersa en su gira por Estados Unidos como Catherine, la esposa del rey, una mujer proyectada como “bien fresita”, nada similar a ella. Bromea que Deddie, su madre, la locutora de La X, es más fresita que ella. Imagínense eso.

Extraña Puerto Rico y las chuletas kan kan; vive apertrechada de café boricua y volverá en su momento a la isla, a su hogar. No ve todo perdido y apuesta a su generación, con nuevas ideas y nuevos modos, para arreglar lo que parezca perdido.

“Veo luz y esperanza para Puerto Rico. No nos podemos dar por vencidos”, dijo.

Pero aprovechará el éxito de su carrera al máximo.

“Los puertorriqueños estamos rompiendo la liga. Ahora las personas que veíamos en televisión y en el cine, quieren trabajar con nosotros. Nada es imposible”, afirmó, abriendo firmemente sus ojos grandes y sonriendo ampliamente.

Como los que llegan y se divierten. Son 23 años. Está empezando. Y aunque el cielo es el límite, sus pies están en la tierra.

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