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Tribunales

Derechos electorales, identidad sexual, Vieques y Filiberto Ojeda probaron la esencia de la jueza federal Cerezo

Luego de 40 años en el Tribunal Federal, se retira la jueza Carmen Consuelo Cerezo el próximo 28 de febrero.

La jueza federal Carmen Consuelo Cerezo.
Foto: YouTube/Microjuris

Después de 54 años en el servicio público, los últimos 40 en la judicatura federal, la jueza Carmen Consuelo Cerezo se retirará del Tribunal de los Estados Unidos para el Distrito de Puerto Rico este próximo 28 de febrero, confirmaron sus compañeros jueces en un comunicado hoy en el que resaltaron las distintas formas en que Cerezo fue pionera en su carrera y su humanidad al impartir justicia.

Carmen Consuelo Vargas, de 80 años, comenzó su carrera en el servicio público en 1967 como oficial jurídico en el propio Tribunal Federal donde luego serviría como Jueza Presidenta. Luego fue jueza en el sistema de tribunales de Puerto Rico del 1972 al 1980, cuando el presidente Jimmy Carter la designó como jueza federal, convirtiéndola en la primera jueza hispana en todo el sistema federal. En 1993 rompió otro “techo de cristal” para las mujeres en la carrera judicial cuando se convirtió en la primera puertorriqueña que servía como Jueza Presidenta de Distrito en el sistema federal. La jueza dejó la presidencia del foro en 1999 pero se mantiene activa hasta hoy.

“La jueza Cerezo elevó la barra para todos los que practicaron en su sala en cuanto al conocimiento de la ley y la representación ética, dando ella siempre el ejemplo ante los desafíos más difíciles con su conocimiento cabal de la ley, su carácter firme, su probidad indiscutible, su profundo respeto por el sistema de jurados y su dominio erudito de las reglas de evidencia”, resaltaron sus compañeros jueces.

Destacaron también una serie de casos y decisiones de alto relieve público en las que se manifestaron aspectos de la personalidad de la jueza.

Entre ellas, su manejo del juicio criminal contra el militante del Ejército Popular Boricua (Macheteros), Filiberto Ojeda, quien luego fue asesinado por agentes federales en un operativo en el que el Negociado Federal de Investigaciones (FBI) alegó defensa propia, las víctimas de la explosión de Humberto Vidal en Río Piedras, los electores a los que la Comisión Estatal de Elecciones solía sacar de la lista de electores sin avisarles, y las personas transgénero que buscaban reconocimiento de su identidad por parte del Gobierno de Puerto Rico “todos y cada uno de los litigantes en la sala de la jueza Cerezo sintieron su respeto”, subrayaron.

En 2000, durante el apogeo de los arrestos por desobediencia civil en contra de las prácticas de la Marina en Vieques, la jueza se inhibió de atender esos procesos porque la crisis en Vieques por los bombardeos era “una oración silente por la paz ante el Santísimo Sacramento”. Por otro lado, los jueces identificaron el “mantra judicial” de la jueza Cerezo en la cita de su decisión a favor de los derechos de personas transgénero de que “el derecho a identificar nuestra propia existencia es medular a nuestra humanidad”.

La jueza Cerezo tuvo protagonismo también en la discusión pública con el enfoque de rehabilitación y de oportunidades que utilizó en el caso contra el baloncelista José “Piculín” Ortiz por posesión y trasiego de marihuana, tras el cual el excanastero se reintegró al deporte y al comercio.

El jefe de la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos para el Distrito de Puerto Rico, W. Stephen Muldrow, recordó con “gran cariño y respeto haber comparecido ante la honorable jueza Cerezo hace más de 20 años cuando fui fiscal federal auxiliar… se distinguió como una jurista, líder y servidora pública excepcional y de principios”.

En aspectos personales, los jueces anotaron que la jueza Cerezo es “[u]na mujer que ha enarbolado suavemente sus fuertes convicciones… conocida por su poderosa intensidad en el estrado y en sus opiniones” y que su formación durante la juventud en el ballet clásico le imprimió “disciplina caracterizada por la inspiración, el enfoque y la fuerza”. Sus compañeros la recordarán también por su “tierno amor” por su esposo, el abogado y analista Benny Frankie Cerezo, de quien enviudó en 2013, su devoción a sus hijos Rossana y Francisco Javier y su orgullo de abuela por Sara Gabriela.

Para una entrevista a la jueza Cerezo, pulse sobre el enlace.