Fallece Moneró... El Escambrón no será igual
El bolerista José Luis Moneró falleció anoche a los 89 años de edad, por complicaciones relacionadas a un infarto que sufrió en diciembre del año pasado. El junqueño nació el 6 de abril de 1921 y se hizo famoso, entre otros logros, por sus espectáculos y bailables en El Escambrón.
El gobernador Luis Fortuño decretó hoy tres días de duelo por la muerte del afamado cantante y ordenó que las banderas de Puerto Rico y Estados Unidos ondeen a media asta en los edificios públicos.
'Puerto Rico ha perdido un gran talento, y siempre será recordado por su gran carrera en y fuera de Puerto Rico. El talento de Moneró siempre fue y seguirá siendo admirado por todos los puertorriqueños y del mismo modo sus melodiosas canciones siempre estarán presentes', expresó el mandatario en declaraciones escritas.
Aquí la biografía que preparó la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Todavía está fresco en él, el recuerdo de aquella noche de enero de 1938, cuando cantó 'Noche de ronda' con la orquesta de Mario Dumont.
Cuenta la historia que aquella noche en que se marcaba su debut profesional la gente lo aplaudió tanto en el Casino de Aibonito, que en cuestión de días tuvo un pasaje expreso para llegar al entonces Teatro Municipal, hoy Teatro Tapia, para debutar en la máxima sala de arte de nuestra Capital.
Con apenas 17 años cumplidos, un tímido José Luis parecía entonces estar marcado por la suerte. Porque de manera sorprendente, sus oportunidades comenzaron a duplicarse con rapidez. Primero cantó en el Tapia. Luego pasó a la lujosa y exclusiva hospedería del Hotel Condado Vanderbilt. Y de ahí en adelante su nombre comenzó a ganar popularidad con orquestas como la de Luis Morales, La Tropicana y Pepito Torres y su inolvidable Siboney.
'En aquellos tiempos me pagaban $12.00 semanales, de los cuales me quedaban seis después de pagar la pensión en la que vivía en el Viejo San Juan', recuerda. 'Aquellos bailes eran matadores. Teníamos que tocar todos los días desde las nueve de la noche hasta que se fuera el último cliente'.
Moneró habla de otra época. De los tiempos difíciles de una sociedad boricua que en medio de guerras, escasez y deseos de sobreponerse a la adversidad, vivía una revolución pacífica en sus entrañas.
En un país como Puerto Rico, donde el arte florece en cada esquina, nuestra Isla exportaba al Caribe una música distinta. Cada cantante era dueño de su propio estilo en la música. Por eso no ha de extrañar que entre todos, José Luis Moneró tuviera un espacio muy particular dentro de nuestra cultura popular.
Con su voz melodiosa y su fraseo, el intérprete hizo verdaderas creaciones de temas como 'Di corazón', 'Enojo', 'Sin ti', 'Caminos de ayer', 'Muñequita linda', 'Espérame en el cielo'... Y con ellos marcó toda una era acompañado por la orquesta del inmortal Rafael Muñoz.
Al igual que muchos de sus contemporáneos en plena década del 40, José Luis Moneró emigró al Norte para establecerse en Nueva York. Allá tomó clases de trompeta con el famoso músico norteamericano Charles Colin. Tocó y cantó con leyendas como Noro Morales y José Curbelo. Hasta que un buen día fue reclutado por Xavier Cougat para cantar con su orquesta.
Con el legendario músico español recorrió Europa, Africa y América. Participó en películas de la MGM. Hasta que, el deseo de continuar su evolución en el arte lo hizo formar su propia orquesta en la década del 50.
En aquel entonces, la historia de José Luis Moneró tomó un nuevo empuje en el pentagrama popular.
Producciones discográficas como 'José Luis Moneró Sings', 'Doce canciones y un millón de recuerdos', 'Una noche en el Escambrón' y otros son, al día de hoy, clásicos impostergables de la discografía caribeña.
Su repertorio, ejemplo vivo de la buena casta de cantantes de aquellas épocas, demuestra un dominio innegable de géneros como el pasodoble, la danza, el danzón y el mambo. Pero es en el bolero donde radicó la gran fuerza del cantante boricua en el pentagrama musical.
En medio de toda su fama, la década de 1960 le vio combatir una de sus más importantes batallas: la guerra contra el alcoholismo. Moneró, voz perfecta para la bohemia que en su niñez se nutrió de ejemplos cercanos en torno a la bebida, vio su vida sobreponerse a la adversidad. Y en 1964, en una batalla decisiva en la que los galenos lo desahuciaban, se aferró a unos versículos de la Biblia que cuando niño le leía su abuela, y hasta el sol de hoy jamás ha vuelto a probar un sorbo de alcohol.
Y la vida, con esa segunda brisa de oportunidad, le ha seguido sonriendo desde entonces.