Britney, lo que le espera a PR
Mientras sus fanáticos en Puerto Rico esperan porque llegue el 10 de diciembre para verla por primera vez, la Princesa del Pop Britney Spears sigue su gira Femme Fatale por varios países de Suramérica. El fin de semana pasado se presentó en Buenos Aires y, como adelanto, reproducimos una parte de la reseña de Rolling Stone Argentina:
4, 3, 2... 1!, y el telón se desmorona bajo una lluvia de histeria. Pero el show empieza sobre la pantalla principal: Britney como una rubia intratable, una heroína audaz protagonizando una persecución armada al mejor estilo Bond. Una lucha mano a mano contra un tipo jodido que durará toda la noche...
Aunque se trata de la presentación de Femme Fatale , su séptimo disco de estudio, el listado se equilibrará con canciones de toda su carrera. Un recorrido que arranca con interpretaciones algo tibias de 'Up and Down' y 'Piece of Me', y que irá ganando intensidad con el correr de la noche. Entre cambios de ropa y escenografía -esa puesta fundamental para sostener la hora y media de show- Britney puede serlo todo: una Marilyn Monroe con pollera blanca al viento atajando la arremetida de la prensa amarillista que dispara flash a quemarropa ('If U Seek Amy'), una improbable Cleopatra pop cargada de pirotecnia ('Gimme More'), una encantadora de serpientes ('Boys'), o simplemente una mujer fatal dispuesta a sacarte el aliento. Ahí es cuando corta el show y vuelve a dirigirse al público: dice que llegó el momento, que tiene que elegir algún valiente. A ver, a ver... Con la ayuda de dos asistentes, Britney ya tiene a su presa: el afortunado es Alfonso, un pibe de flequillo de sorprendente parecido al que le mordió la pierna en Brasil durante el mismo pasaje del show en Río de Janeiro. Alfonso es esposado en un caño y ella, sobre la base de 'Lace and Leather', le regala el mejor strip dance de su vida. 'Él nunca regresará', promete la rubia mientras el pibe desaparece en las sombras.
Pero para los que se preguntan, no, Britney en escena ya no es la misma. No baila como antes, sus caderas no tienen la misma autonomía, ya no logra aguantar coreografías vistosas; y ya casi ni canta. Pero aun así su figura -y todo lo que ella simboliza- sigue resultando incuestionable. Después de una larga temporada de derrape, pagando el precio del éxito prematuro y sufriendo los embistes de una industria quemadora, acá está de nuevo, sin recostarse en el pasado y apostando al futuro con nuevo disco y siendo noticia por un tour extenso que la trajo a buena parte de Sudamérica.
Para más, vea Rolling Stone Argentina.