La aventura de las piedras preciosas
Bangkok - Para poder certificar que una piedra preciosa es genuina, hace falta que gemólogos como Vincent Pardieu exploren las minas de procedencia, aunque estén en áreas remotas y peligrosas.
El francés Pardieu, jefe de investigación del Instituto Americano de Gemología, y su compañero de expediciones, el suizo Stephane Jacquat, también gemólogo y experimentado escalador, son dos avezados exploradores que a menudo afrontan aventuras para llegar hasta los yacimientos de gemas.
'Nuestra misión es localizar y catalogar las gemas para poder cotejarlas más adelante con otras piedras en el laboratorio y certificar su origen', explica a Efe Pardieu, que en su último viaje se aventuró en las montañas del Himalaya en el salvaje norte de Pakistán.
El francés, que también ha explorado minas de gemas en Afganistán, Camboya, Mozambique, Kenia y otros muchos países, considera que su trabajo no es peligroso, aunque reconoce que a veces la orografía y la tensión belicosa plantean ciertos riesgos.
Junto a Jacquat, el francés examinó el pasado agosto, en automóvil y a pie, varias minas de rubíes, esmeraldas y zafiros de las montañas del norte de Pakistán situadas a 2.500 y hasta a 4.500 metros de altura.
El viaje comenzó en los rústicos yacimientos de rubíes ubicados en Hunza y Basil y, tras recorrer el escarpado camino pedregoso que conduce hasta Karakoram, tomaron muestras y recogieron información técnica de las explotaciones de rubíes y zafiros en Batakundi.
'Mi principal problema es que tengo vértigo, y en Batakundi estuvimos a punto de despeñarnos un par de veces porque empezó a llover y el camino era muy estrecho, pero Stephane tiene la agilidad de una cabra', señala con sentido del humor Pardieu.
Excepto por los aludes, que son habituales, y la dureza del terreno de esta región del Himalaya, el norte de Pakistán es para estos dos gemólogos, una zona relativamente segura en la que, recuerdan, fueron recibidos con extrema hospitalidad.
'A veces fue duro porque era Ramadán y no comíamos durante el día por respeto. Lo peor fueron las escaladas por lugares muy abruptos', dice el gemólogo del Instituto con sede en Bangkok, la capital tailandesa.
En esos remotos picos encontraron algún que otro turista y a montañeros estadounidenses y europeos e incluso con un minero paquistaní que había leído estudios gemológicos de Pardieu en portales de internet.
Las minas de esta región de Pakistán son explotadas de forma muy artesanal, muchas veces por los agricultores o ganaderos de habitan en la zona.
'En 2006 visité las minas de Batakundi, a unos 4.000 metros de altura, y no pude trabajar por los mareos y el vértigo que me provocaba la altitud, esta vez lo hemos hecho de manera gradual', reconoce Pardieu.
La mayoría de las personas que buscan gemas no portan casco ni adoptan medidas de seguridad y están expuestas al peligro de los desprendimientos o a los gases tóxicos que emanan de las minas.
Los precios de las gemas que encuentran las venden por unos pocos dólares, aunque algún ejemplar de extraordinaria calidad puede alcanzar los 3.000 dólares (unos 2.300 euros).
'Utilizan dinamita para romper las rocas, lo que destruye gran parte de las gemas, y tienen que estar saliendo constantemente por que no hay ventilación que permita la salida los gases', asevera Jacquat, director de la firma francesa Piat en Bangkok.
Los yacimientos de rubíes, esmeraldas y zafiros de Pakistán están menos explotadas que las de otras piedras preciosas porque se encuentran el lugares de difícil acceso durante la mayor parte del año a causa de la nieve.
Las condiciones de vida son tan duras que muchos paquistaníes, como los de la región de Batakundi, cerca de la frontera india con la región Cachemira, prefieren cultivar patatas a buscar este tipo de gemas.
La mayoría de los yacimientos de esta región asentada a la falda del Himalaya, fueron explotados durante la época de la ruta de la seda entre China y Occidente (siglos II a.C. al XIV d.C.) y luego permanecieron olvidadas hasta finales del siglo XX, cuando exploradores como Daniel Piat o el doctor Eduard Gubelin redescubrieron sus rubíes.
En la actualidad, gran parte de las piedras preciosas son exportadas a China, donde son utilizadas sobre todo para el adorno de objetos decoración y el 'feng shui', el milenario arte de la geomancia china.
El trabajo de los laboratorios GIA es catalogar las piedras para poder cotejarlas con las que traen los clientes, ya que el origen de las gemas, a diferencia de otros minerales, puede precisarse de manera exacta de acuerdo con su composición química y estructura.
Gaspar Ruiz-Canela