Los Ñeta, los 25, los 27 o los 31. Sus diferencias desaparecen en el espacio pequeño detrás de la puerta gris pintada con un gallo amarillo. Es el interior del Precinto 292 de la cárcel de Bayamón, donde un grupo de reclusos participa del Proyecto Piloto de Educación Universitaria del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR-RP).
‘En este grupo universitario tenemos confinados que son de todos los bandos y ahí no hay bandos, ahí todos son estudiantes universitarios de la Universidad de Puerto Rico’, expresó la técnico sociopenal, Gladys Cordero a la estudiante de la UPRRP, Myrna Liz Rodríguez Marrero.
La fémina lleva dos años en la cárcel de Bayamón como enlace del confinado con la sociedad. Su ayuda ha permitido que muchos cambien la perspectiva de estar tras las rejas. ‘Muchas veces no es hasta que entran a una institución correccional cuando cambian su perspectiva de la educación universitaria, ya que muchos piensan que la universidad es un lugar al que no pueden llegar porque necesitan mucho intelecto’, sostuvo.
Actualmente son pocos los confinados que se benefician del Proyecto Piloto de Educación Universitaria ya que muchos no cuentan con estudios superiores y esto limita el acceso. Son las altas sentencias las que impiden que los residentes del precinto 292 se trasladen a otros planteles que sí cuentan con el servicio de educación superior. También es el Departamento de Educación, que no ha asignado maestros para que muchos confinados completen su cuarto año.
La entrega y compromiso de la coordinadora y profesora del proyecto, Edna Benítez Laborde, se ha ganado el espacio educativo.’Este tipo de proyecto saca de la invisibilidad a la que es sometida esta población, los ve de carne y hueso. Ayuda a que la sociedad también mire con otros ojos a las personas que en un momento dado fallaron’, explicó la profesora de Humanidades.
En las afueras del salón de clases, justo en frente de la puerta de metal gris, hay un Teniente que observa el recorrido. Neftalí Rodríguez tiene 33 años de servicio en la institución de Bayamón e irrumpe en la escena: ‘Yo estoy orgulloso de este programa, estos confinados han dado un cambio del cielo a la tierra, su disciplina ha cambiado, son más respetuosos, se preocupan más por las cosas que tienen y eso a mí me llena de orgullo…’, comentó el hombre, quien viste una camisa de botones blanca, un pantalón azul marino y luce varias canas. Al mismo tiempo que recordó que en los inicios sus servicios eran utilizados para lidiar con situaciones difíciles en el Precinto 292.
En Puerto Rico actualmente existen 36 instituciones penales para más de 10 mil confinados. Esta iniciativa de la UPR-RP busca la rehabilitación del reo desde el espacio educativo y de pensamiento.
‘Tenemos que buscar las alternativas, la forma de preservarlo y expandirlo… Yo pienso que este es un proyecto piloto con una población reducida, pero que el impacto ha sido tan fuerte y tan importante que se debería considerar expandir…’, manifestó Benítez Laborde.
Vea a continuación un testimonio de lo que puede lograr el proyecto.
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