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Ni el encierro detiene el saber: 17 confinados son admitidos a la UPR para estudiar

Desafiando el histórico abandono institucional, el encierro y los prejuicios, estos 17 hombres y mujeres vencen los obstáculos de aprender en un lugar que no se diseñó para educar, sino para castigar.

El Departamento de Corrección y Rehabilitación y la Universidad de Puerto Rico anunciaron la incorporación de 17 personas confinadas a estudios de bachillerato y maestría.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

La idea de que la cárcel es un microcosmo de la sociedad, repetida durante años por el historiador y jesuita Fernando Picó, suele utilizarse para denunciar la marginalización, la violencia estructural o el fracaso de las instituciones. Sin embargo en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP), esa misma idea fue resignificada desde otro lugar: el de la esperanza concreta.

El Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) y la Universidad de Puerto Rico anunciaron la incorporación de 17 personas confinadas —9 mujeres y 8 hombres— a estudios de bachillerato y maestría como parte del Programa de Estudios Universitarios para Personas Confinadas. Los estudiantes forman parte del Programa de Estudios Interdisciplinarios (PREI) de la Facultad de Humanidades, y su admisión responde a una preparación académica iniciada en 2024 bajo un curso preuniversitario.

La doctora Edna Benítez Laborde, directora del programa, quien trabajó mano a mano con Picó y ha sido su continuadora intelectual, subrayó que este esfuerzo va mucho más allá de ofrecer clases en una cárcel.

“La Universidad no fue diseñada para operar dentro de una institución penal, y la cárcel, por definición, tampoco fue pensada para educar. Pero como me decía Fernando Picó: si Corrección abre el portón, hay que entrar. Hay que colaborar”, dijo ante la prensa.

Benítez habló de los desafíos diarios: el ruido, las interrupciones, los traumas no tratados, la ausencia de recursos.

“No es el espacio ideal para el estudio. Pero lo construimos, día a día, con respeto, acompañamiento y voluntad. No se da por sentado: se pelea. Hoy, esta (la cárcel) es también la universidad”, afirmó.

Asimismo, para el secretario de Corrección y Rehabilitación, Francisco Quiñones, este programa representa una oportunidad extraordinaria para una población históricamente privada de acceso a la educación.

Edna Benítez Laborde, directora del Programa de Estudios Universitarios para Personas Confinadas.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

“Muchos de nuestros confinados ni siquiera habían terminado su cuarto año. Hoy tenemos personas estudiando bachillerato, maestría, un estudiante que llegó hasta Derecho. Esa es la diferencia. La educación es transformación real”, sostuvo.

Cuando NotiCel le preguntó qué se necesita para que el programa se extienda a otros centros, su respuesta fue simple: escuchar.

“Tenemos que abrir los 11 recintos de la UPR. Hay confinados en Mayagüez y hay un recinto en Mayagüez. Hay que abrirlos. Esto no se puede quedar en un solo lugar”, dijo Quiñones.

El titular del DCR también anunció la creación de una Oficina de Colocación de Empleo para personas confinadas, coordinada por Frances Ramos, como parte del plan para garantizar que, al salir, quienes culminen sus grados tengan una vía concreta hacia el mundo laboral.

“No se trata solo de educarlos. Se trata de que puedan tener un empleo digno, que no se les castigue dos veces”, añadió.

Pero el énfasis de la Benítez regresó a lo esencial: lo estructural.

El secretario de Corrección junto a la rectora del recinto riopiedrense dan la bienvenida a la UPR a uno de los confinados participantes.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

“La cárcel es el último encontronazo de muchos sectores con un sistema que no les ha servido. Este tipo de programa es también una invitación a reflexionar como país sobre qué entendemos por justicia, por rehabilitación. No podemos seguir hablando de logros individuales: esto es colectivo. Esto cuestiona también a la Universidad y nos obliga a repensar nuestras prácticas pedagógicas”.

La cárcel deja de ser solo un lugar de castigo para convertirse en escenario de crítica, transformación y posibilidad. Una celda se vuelve aula. Un portón que se abre puede ser también un portal hacia otro modelo de país.

Porque como decía Picó, si la educación transforma, también interpela. Es allí, entre muros de concreto, que 17 nuevos estudiantes se atreven a estudiar, no a pesar de la cárcel, sino desde ella.

Santiago Omar Escobar Colón es egresado de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. En el 2022, completó un bachillerato en Ciencias Políticas y en el 2024 culminó una maestría en Información y Periodismo.