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De la orilla del mar al bosque: redescubriendo los encantos del área este de Puerto Rico

Los municipios del noreste que suelen resonar en la mente de los turistas por sus lujosos hoteles, guardan varios tesoros naturales que también pueden atraer al turismo interno durante todo el año.

Compilación de imagen de la playa Rio Grande Beach, cercana al complejo St. Regis, y parte de la vereda del Angelito Trail en El Yunque.
Foto: Santiago Omar Escobar Colón

A veces, la escapada que tanto anhelamos y que sin duda merecemos, no requiere abordar aviones, ni perder el tiempo en filas interminables del TSA, mucho menos romper el presupuesto para desconectar de la monotonía. Esa pausa que buscamos está aquí en nuestra propia Isla, al alcance de un viaje sin despegue, esperando ser redescubierta con ojos nuevos y corazón abierto.

Río Grande, uno de varios municipios del noreste que suele resonar en la mente de los turistas por sus lujosos hoteles, guarda tesoros naturales que también le pertenecen al local.

Tras instalarme el viernes en un acogedor apartamento de playa cercana, justo en la franja entre Loíza y Río Grande, la promesa de un respiro del ajetreo cotidiano se materializó al instante y durante todo el fin de semana.

A las 5:50 de la mañana del sábado, el espectáculo natural de un sol aún tímido asomándose sobre el Atlántico me regaló un momento de plenitud: la sensación de estar en el aquí y en el ahora, en total armonía con la naturaleza.

Contagiado de esa energía que ni la cafeína logra brindarme, tomé rumbo hacia mi siguiente parada... el Angelito Trail, un sendero de fácil acceso dentro del Bosque Nacional El Yunque. Aunque hay rutas más retantes, Angelito es ideal para quienes se inician en el hiking.

En apenas 15 minutos de ida —y otros tantos de regreso— logras sumergirte en la espesura y verdor del único bosque tropical lluvioso del sistema de parques nacionales de Estados Unidos. La ruta, bien rotulada y frecuentada por otros aventureros, nos envolvió en un ambiente de serenidad: lluvia constante, vegetación exuberante y el cántico de la vida silvestre.

Aunque la meta era culminar con un baño en el Río Mameyes, las corrientes crecidas por la tan común lluvia en El Yunque hicieron prudente desistir. No obstante, lejos de llevarnos una decepción, la experiencia se convirtió en una lección: la naturaleza siempre impone su ritmo y exige respeto. La caminata en sí bastó para desconectarnos del ruido mental y reconectar con lo esencial.

De regreso a la civilización, la parada en los famosos kioscos de Luquillo cerró el día con sabor a mar. Mariscos frescos, frituras tradicionales y opciones para todos los paladares hacen de este espacio una parada obligatoria tanto para turistas como para locales que buscan el sabor de Puerto Rico con autenticidad.

El domingo fue tiempo de arena y salitre en la playa de Loíza cercana al alojamiento. Sin grandes multitudes ni mucho en agenda, el vaivén de las olas y la tranquilidad del lugar reafirmaron la riqueza de disfrutar nuestra Isla con ojos de explorador.

Este fin de semana en el área este de la Isla fue un recordatorio vibrante de que no hace falta cruzar océanos ni vaciar bolsillos para desconectarse de la rutina y reencontrarse con uno mismo. No tenemos que abordar aviones, ni hacer fila en el TSA, ni salirse de presupuesto para darnos una merecida escapada. Aquí, en nuestra propia tierra, en este encantador archipiélago en el Mar Caribe, tenemos todo: playas, montañas, ríos, manglares, sonidos, aromas... esa diversidad que nos recuerda que también se viaja quedándose, y que, el verdadero lujo está en redescubrir lo que siempre ha estado ahí.

Santiago Omar Escobar Colón es egresado de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. En el 2022, completó un bachillerato en Ciencias Políticas y en el 2024 culminó una maestría en Información y Periodismo.