Benny y el valor de la deliberación ciudadana
Ahora con la súbita partida de Benny Frankie Cerezo del panorama público de Puerto Rico vale detenerse a valorar la importancia de la radio en el proceso de crear una ciudadanía activa y crítica. Todos los días Benny se reunía con un amplio publico radial a comentar los asuntos del diario vivir. Lo hacía con entusiasmo y con pasión. Lo hacía con la valentía del que sabe que no tiene nada que perder. Con la valentía de quien se siente parte de un movimiento ciudadano más amplio que el mismo. Con la valentía de quien sabía que había que dejar un legado activo de disidencia pública.
Con la capacidad de tirar puentes hacia personas que no pensaban como él Benny demostró que era posible adelantar un proyecto educativo público y que entre la radio audiencia había hambre por sostener un dialogo público de calidad. Mucho se ha comentado sobre las debilidades de la democracia en Puerto Rico; de su partidismo exagerado, su clientelismo, su racismo, de la cobardía de quienes están cómodos en sus zonas de privilegio. Todo eso es verdad y mucho más. Pero poco se dice, sin embargo, de las luces de la incipiente democracia nuestra: de aquellos que están dispuestos a decir su parte. De aquellos que comparten su sabiduría con desprendimiento. De aquellos dispuestos a romper con dogmas de partido y de clase para participar y fomentar un debate sincero y abierto. Benny Frankie pertenecía a esa parte de la ciudadanía dispuesta a fortalecer la democracia. Su capacidad para incluir voces disidentes y del ámbito académico fue ejemplar. Su capacidad para moverse con los tiempos fue estimulante.
Benny sufrió en carne propia las limitaciones de la política partidista dentro de la que se formó. Esa experiencia amarga, y muchas veces ingrata, le ayudó a entender mejor en donde estaban sus verdaderos amigos y en donde no. Se dedicó a cultivar una nueva forma de ayudar a transformar a Puerto Rico: desde la denuncia de sus múltiples falsos profetas. Nada le gustaba más que ir por detrás de la historia, al lado de la historia, para buscar la madeja de intereses que rodeaban decisiones nada inocentes. Se dedicó a mirar entre las rendijas por donde actúa el poder muchas veces de forma solapada. Probablemente en parte por ello somos, como debe ser, más desconfiados de aquellos que 'presumen de rebaños' pero persiguen privilegios.
Con Benny parte uno de los ejemplos contemporáneos que ha surgido en Puerto Rico en muchas décadas de lo que es realizar denuncia política efectiva. Se requiere mucho tesón y pasión para estar todos los días realizando análisis de eventos contemporáneos. Muchos se burlan de los analistas y los convierten en parte del problema de Puerto Rico y no de su solución. En el caso de Benny, sin embargo, este no era otro abogado más que opinaba sin estudiar. Era, más bien, una persona curtida por la lucha política, con un conocimiento muy profundo de la clase política e intelectual del país. Conocía el monstruo porque había estado en sus entrañas. Es decir sabía del juego de las manipulaciones y de las componendas y quería que se divulgaran y se expusieran a plena luz.
Lo voy a echar de menos. Me siento bien de haberle dado la mano de cuando en vez en ese proceso de analizar los asuntos y siempre agradecí el respeto que me brindó. No olvidaré de la forma tan generosa en que me hizo su amigo desde el primer día en que comenzamos a bromear en los momentos de pausa en la radio. Me ha dado tristeza su muerte porque, como me ha dicho mi padre, que lo conocía bien, la muerte no estaba entre sus planes inmediatos. Esta era una persona llena de vida y de proyectos y se lleva consigo un caudal de vivencias, de aprendizajes y de historia que hubiera sido importante resguardar mejor y valorar. Tuvo, claro está, como todos nosotros y nosotras, sus luces y sus sombras. Hoy celebro sus luces y le deseo que, finalmente, descanse en paz, sabiendo que su legado de debates, de controversias, de denuncias y de una mayor democracia participativa seguirá presente y fortalecida.
*El autor es es profesor de Ciencia Politica en la Universidad de Puerto Rico. Tomado de 80 Grados.