Artesanías para la rehabilitación
La promotora artesanal Santa Silva tiene claro que la artesanía es un vehículo para la rehabilitación de los confinados en las cárceles del país y durante 11 años lo ha demostrado llevando luz y abriendo vías de escape, por lo menos espiritual, a muchos de ellos.
Silva destacó a NotiCel que el proyecto les 'enseña desde que entran a prisión a trabajar como una auto empresa'. Aseguró que el dinero que reciben producto de las ventas de sus artesanías son para los propios confinados.
Abundó que la ventaja de este tipo de iniciativa es brindarle una alternativa para que estas personas cuando salgan a la libre comunidad tengan un medio para poder generar un ingreso y evitar que reincidan,aunque a menudo no les sea suficiente para mantener un hogar.
Sostuvo que actualmente el Gobierno no cuenta con programas para que cuando estas personas salgan puedan obtener un trabajo y que al tener un expediente de buena conducta 'dañado' tampoco pueden acceder a empleos en la empresa privada.
Detalló que para que un expediente se 'limpie' tienen que pasar diez años, por lo que muchos vuelven a delinquir y siguen en el 'mismo círculo vicioso'.
Determinó que con los talleres 'estamos integrándolos a la sociedad', y puntualizó que de 55 confinados que participan del proyecto, uno promedio de cada 15, luego de salir de prisión continúa haciendo artesanías para vender.
Cada uno de los confinados que participan del taller se les facilita una certificación como artesanos. Luego usualmente, los que están en custodia mínima, que tienen la oportunidad de salir de la institución, acuden con supervisión a diversos lugares alrededor de la Isla para así vender sus artesanías. De hecho, NotiCel se topó con un grupo de confinados que vendían sus creaciones en las inmediaciones del Tren Urbano en Bayamón. Ninguno estaba esposado y muy organizados y obedientes permanecían en sus puestos sin que ocurriera ningún incidente.
Silva asegura que la acogida por parte de la ciudadanía es 'excelente' y que 'el público lo acepta muy bien'.
Uno de los participantes del proyecto es Rafael Rivera, quién está ingresado en el Centro de Detención Guayama (945) y narró que comenzó en el taller porque 'me pasaba todo el tiempo sin hacer nada'.
Inició ayudando a otros compañeros y poco a poco tras meses de perfección y observando el trabajo de los demás hoy día vende artesanía de Quijotes a un costo de entre $15 a $20.
Rivera abundó que involucrase en esta iniciativa lo ha ayudado a liberarse de las 'cosas malas', a no pensar y que 'estoy más tranquilo'.
Mientras, Walter Díaz también de Guayama 945, mostró las carteras, sombreros y carcasas de celulares que realiza con materiales en cuero. Planteó que la iniciativa es 'algo positivo que te ayuda a analizar y pensar que se puede hacer algo ganando dinero honrado'.
Díaz contó a NotiCel cómo a corta edad comenzó en el mundo de la droga y que tras cometer un asesinato por defender a su esposa e hijos que habían recibido una amenaza de muerte por la lucha del control de los puntos, fue ingresado a prisión en el 1993 con tan sólo 20 años de edad. Tanto fue su deseo por 'ganar dinero fácil' que debido a que se había casado a temprana edad y tenía necesidades económicas unos amigos lo animaron a que entrará a ese mundo.
Tras haber desempeñado diversas funciones se convirtió en narcotraficante y dueño de un punto en Salinas.
Hoy, a sus 38 años y aún con una sentencia de 4 años y 3 meses, Díaz reconoce que 'la vida del narcotráfico no se la deseo a nadie' y recomendó que 'el que pueda salir a tiempo que lo haga'.
Por su parte, Efraín Vargas, del Capamento Penal de Sabana Hoyos en Arecibo, quién se encontraba tallando cuando habló con NotiCel, sostuvo que no fue hasta que ingreso a prisión que descubrió esta nueva pasión y habilidad.
Por el momento, de los 19 años que está en la cárcel lleva 15 años realizando tallado y pintura en madera. Aún le resta una sentencia de 19 años, aunque confía poder conseguir un pase por libertad bajo palabra.