Felicidad autosostenida con vista al mar en Verde Vieques (vídeo)
Vieques- A la casa de Hilario Ayala y María García sólo se puede llegar a traves de un empinado camino de tierra. Subir en auto es una misión inconclusa y a pie, tremendo ejercicio cardiovascular, pero al llegar 'Tito' y María reciben la visita con tanta naturalidad que inmediatamente da la sensación de que vale la pena llegar allá arriba. Dar la vuelta y ver el impresionante paisaje de la costa viequense es una confirmación.
'Tito' construyó su 'casita' en lo que ahora es Verde Vieques, una de las áreas que la Marina se había apropiado luego del huracán Hugo en 1989 y que quedó libre tras su salida en 2001. Cuando los militares cesaron sus prácticas, él identificó el terreno. En 2009 comenzó a limpiarlo. Más tarde comenzó a construir con madera reciclada, las puertas y las ventanas, reutilizadas. Una sala, una cocina, un cuarto y un baño. Al frente, el balcón por el que se pasean 12 gatos, la cuesta que mira a la playa. Atrás, el inicio de sus sistema de placas solares, que junto con baterías de carro generan la energía de la que se sirve en la residencia para un par de luces y un radio. También, la tubería que recoge agua de lluvia, la impulsa hasta un tanque más arriba y, por gravedad, la lleva al inodoro, al lavamanos y al fregadero.
'Me dieron la idea, conseguí las baterías y las placas me las regalaron', cuenta sobre el invento del que no le gusta presumir. 'Fue cuestión de un carro'.
Es una casa pequeña, pero tan acogedora que da la impresión de que no hace falta nada. Es la primera propiedad del matrimonio de 22 años. Antes habían vivido en casas de familiares, casas alquiladas, pero ninguna similar a la que tienen ahora. 'Esto es una belleza. Yo no lo cambio por nada', dice Tito. María lo secunda. 'Es un tesoro, de noche es más hermoso todavía'.
No les hace falta despertador, se despiertan con los gallos. Tampoco aire acondicionado, pues la brisa es deliciosa. Cuando se aburren, hablan o sacan una revista de sudoku y los resuelven en el balcón. Por la noche, se enciende la hilera de lámparas solares que sujetaron a la barandilla del frente.
'No he pagado, por tres años, ni agua ni luz. Ni me interesa ya', comenta para luego soltar una carcajada. El Muncipio, señalan, no se ha metido con ellos. 'Ellos saben que esto se lo dieron a la gente para que construyera. No tenemos dónde vivir, pues nos vinimos pa' aquí'.
En el mismo espacio han sembrado almendro, guineo, limones, papaya, aguacate, pimientos, cerezas y hasta café.
Su próximo desarrollo, es una estructura que poco a poco está haciendo en cemento para poder refugiarse cuando llegue la temporada de huracanes para no tener que de dejar su espacio. Es que no quiere tener que irse nunca más.
'Me siento rico aquí. No me hace falta nada y yo aquí nací, aquí me voy a quedar. Ya no tengo nada que buscar allá. Yo estoy enamorado de esta isla, yo me quiero quedar aquí'.
*Nota: Con esta historia terminamos nuestra cobertura especial del décimo aniversario de la salida de la Marina de Vieques. Revive todas las demás historias aquí.