Limpieza de murallas no es la primera metida de pata arqueológica
La palabra 'limpieza' se usa muy limitadamente cuando de edificios y objetos históricos se trata. Para muchos arqueólogos está fuera del vocabulario.
Y es que los artefactos de hace cientos de años y las estructuras erigidas en siglos anteriores requieren de un cuidado bastante específico para su mantenimiento. Su permanencia es un recuerdo vivo de lo ocurrido antes, un libro abierto con historias sobre el pasado que les permite a las presentes y próximas generaciones tener una idea de cómo era la vida antes.
Por eso, no se puede tomar a la ligera la acción que realizó el gobierno de Puerto Rico de limpiar a presión la muralla que rodea La Fortaleza en el Paseo La Princesa del Viejo San Juan. Ni tratar la llamada 'limpieza' como un asunto meramente estético, según apuntó el arquéologo y rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Miguel Rodríguez López.
Una muralla del siglo 16
Las murallas que rodean La Fortaleza fueron las primeras en construirse en la isleta de San Juan. Datan del siglo 16. Más tarde se construyeron las de El Morro y las del Castillo San Cristóbal. Según dejó saber Rodríguez López, estas no son comparables con ninguna estructura ni monumento en Europa, donde se construyó con granito, mármol y otras piedras duras y densas. Las murallas de San Juan son de bloques de pura piedra caliza de los mogotes de Toa Baja y de piedra arenisca del propio Viejo San Juan, resaltó el arquéologo. Son materiales frágiles que requieren aun más cuidado.
Una vista a la muralla antes de la limpieza a presión (Foto: Michelle A. Vega Medina)
Por otra parte, el clima de Puerto Rico tampoco es comparable con el europeo. Aquí las estructuras están expuestas a la humedad y al fuerte efecto del salitre. Sí pudiera compararse con el de La Habana, Cuba y el de Cartagena de Indias, en la costa caribeña de Colombia.
Hay expertos para consultar
Es válido que la actual administración gubernamental haya levantado bandera sobre el crecimiento de plántulas en la histórica pared, pues bien podría haber significado el deterioro y fractura. Pero hay protocolos, hay instituciones y hay expertos en el país que bien pudieron consultarse. Por ejemplo, el Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Oficina Estatal de Conservación Histórica.
Las guías del Servicio de Parques Nacionales también rehusan de utilizar la palabra limpieza. Más bien hablan de preservación, rehabilitación, restauración y reconstrucción. En cualquiera de los casos, la agencia federal establece que 'la selección del tratamiento más apropiado requiere un proceso de toma de decisión cuidadoso que debe tomar en consideración el significado histórico de la estructura'. También, debe considerarse su importancia histórica, su condición física, su uso actual o propuesto y los códigos de construcción requeridos.
Si el problema eran las plántulas en crecimiento, pudieron haber sido removidas, como aparentemente se hizo por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, y utilizarse herbicidas especialmente diseñados para las estructuras históricas. Pero la pátina que se ha creado con el pasar de los años es parte del valor de la muralla y se adhiere de tal forma que parta a ser parte de esta. 'Eso lo protege como si fuera un barniz natural. No es que eliminarlo sea un daño irreversible, pero tomará tiempo', señala Rodríguez López. El rector no cree que los hongos o el excremento de paloma sea un problema mayor en este tipo de edificaciones a la intemperie, pues la lluvia se encarga de limpiar, aunque también existen otros métodos no invasivos para eliminarlos.
El cambio de color, opina, le quita parte del atractivo de antigüedad.
Otras ciudades conquistadas por España también tienen murallas y fortificaciones similares a las del Viejo San Juan. En Cartagena de Indias, Colombia, por ejemplo, hicieron una restauración en 2010 con las mismas técnicas usadas en el siglo 16. Según consta en un reportaje de la cadena de noticias Caracol, la estructura presentaba fracturas ocasionadas por la marea y el viento. La restauración, que también se hizo con los mismos materiales utilizados originalmente, sí significó un cambio de color.
No es la primera metida de pata arqueológica
La ignorancia y la falta de educación en temas de cultura y patrimonio histórico queda evidenciada en acciones como esta, señala el arqueólogo.
En el pasado, la ignorancia también ha hecho de las suyas, recuerda Rodríguez López.
En la década del 70, menciona, las autoridades federales en la isla comenzaron a pintar de blanco parte de la muralla del castillo San Cristóbal, a la entrada del Viejo San Juan. Cuando Don Ricardo Alegría les salió al paso, argumentaron que así estaban pintadas algumas murallas de San Agustín en Florida. El intento se convirtió en una lección 'para que se detuviera tal barbaridad'.
Para 2007, también las autoridades federales, intervinieron en un yacimiento arqueológico en Ponce realizando excavaciones con maquinaria pesada para la construcción de la represa del río Portugués. Significó una pugna entre el Consejo de Arqueología Terrestre y el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos, del distrito de Jacksonville. La exacavación a máquina se detuvo, 'pero ya se habían llevado un montón de cosas', advirtió el rector.
Por eso, el rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe cree que el revuelo suscitado por la 'limpieza' de la muralla del Paseo la Princesa es una oportunidad para educar y para dejar saber que la isla cuenta con el recurso humano necesario para llevar a cabo estas gestiones correctamente.