Arroyo Barril: quedan cenizas y muerte 15 años después
La muerte de Ricardo Payano tomó a todos por sorpresa.
El día antes, como de costumbre, compartió con sus amigos en el muelle Juan Pablo Duarte de Arroyo Barril, el puerto dominicano que en octubre del 2003 comenzó a recibir cargamentos que alcanzarían las 27,000 toneladas de cenizas de carbón procedentes de la empresa AES en Guayama, Puerto Rico.
Cuando lo desembarcaron, a Ricardo lo contrataron como palero. Sería uno de los obreros asignados a recoger con pala el residuo que caía de los camiones que llevaban el desecho tóxico desde las barcazas amarradas al muelle hasta un solar contiguo, entonces, repleto de palmeras de coco.
Como palero, tambien debía encaramarse a cada camión para nivelar y aplanar la carga hasta que pudiera ser cubierta con una lona y, en ocasiones, recogía a mano el material polvoriento que se le escapaba a la pala mecánica del muelle.
'A todos nos picaba la garganta y nos lloraban los ojos, pero Ricardo [Payano] no se quejaba', recordó Eusebio Marte Mercedes, uno de los pocos compañeros de faena que le sobreviven. 'Y cuando venía agua (lluvia) nos daba una comezón que yo no podía aguantar; pero el seguía sin parar'.
'Él era un muchacho fuerte, que se fajaba de sol a sol', recordó su cuñado, el exalcalde de Arroyo Barril, Ángel Javier Espino. Pero todo cambió el 16 de febrero de 2017, cuando Payano cayó en su hogar con un intenso dolor abdominal.
'En horas que se llevó al medico, el hombre murió. Y cuando los medicos lo examinaron, estaba reventado por dentro', comentó Javier Espino. 'Fue una muerte dolorosa. Cuando íbamos por el camino hasta tuvimos que pararnos, porque vomitó excremento'.
El acta de defunción certifica que Ricardo Payano falleció el 17 de febrero por obstrucción intestinal e infarto del mesenterio. Su fulminante muerte, sin embargo, no es excepcional. Desde el 2007 - año en que decenas de trabajadores fueron recontratados para extraer de Arroyo Barril la misma montaña de rockash que habían levantado junto al mar - al menos 21 paleros, camioneros y hasta funcionarios de la Aduana y la Autoridad Portuaria han muerto sin que las autoridades sanitarias tengan una explicación. Todos estuvieron en contacto directo con el desecho gris.
Entre ellos figuran Alejandro Fermín, Ruben Johnson, Mario de los Santos, Olivorio Andújar, Confesor Hernández, Víctor Sosa y Julio Alcalá, obreros y empleados públicos que al fallecer tenían entre 40 y 70 años de edad, confirmó Javier Espino, quien además es el Secretario General del Sindicato Portuario local. 'Y nosotros consideramos que fue por el rockash', sentenció.
Sin protección alguna
Como explicó el camionero Luis Andres Kery Medina, el desembarco de rockash comenzaba a la 1:00 de la tarde y a esa hora era necesario encender los focos de los camiones 'porque no se veía. Aquí todo estaba lleno de esa cosa'.
'Cuando esa brisa [daba], cundía todo eso', recordó frente al portón de entrada al Puerto Duarte. Además aseguró que cada uno de los conductores y ocupantes de los camiones de carga no tenía escapatoria. Tenían que aspirar la persistente nube de cenizas, porque no contaban con acondicionadores de aire y la cortina de polvo entraba libremente al interior de sus cabinas.
No obstante, para Javier Espino 'lo más malo' ocurrió a partir del 23 de febrero de 2007, cuando AES acordó pagar en un tribunal de Estados Unidos $6 millones para que el gobierno dominicano dispusiera del material en otro lugar.
'Ahí fue que ocurrió lo peor', puntualizó. 'Ese fue el que más daño hizo, porque cuando lo sacaban se formaba un nubarrón que nadie se podía ver. Y esa gente estaba ahí, sin protección. Ni una máscara, ni un guante, porque nos habían dicho que era un material de construcción, como un cemento'.
'Nos engañaron a todos, incluyendome a mí', agregó.
Severino Marte Acosta coincidió con Javier Espino. Para el año 2007 laboraba para la Autoridad Portuaria Dominicana como encargado de la Sección de Depósito del muelle de Arroyo Barril y 'cuando los camiones iban demasiado llenos, el rockash caía y se convertía en polvo'.
'Ese polvo despues mandaban a obreros a recogerlo con palas, pero según venía la brisa hacía una nublazón y la única protección que nosotros teníamos eran las manos', continuó tras cubrir el rostro con las suyas. 'Esa era la protección que teníamos, las manos', reiteró.
Para el operativo de remoción de cenizas los 'supervisores extranjeros' vestían ropa, máscara, guantes y botas de seguridad, según narró Justo Alcalá Gerónimo, quien en el año 2003 fue reclutado como chofer y ayudante de inspectores del desembarco.
'Cuando eso ocurrió, lo hacían de una manera muy, se podría decir, discreta, puesto que ellos no querían que la población se diera cuenta que el material es totalmente tóxico', declaró Alcalá Gerónimo.
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Barcaza en el muelle de Arroyo Barril. (Leandro Fabrizi Ríos | Centro de Periodismo Investigativo)