Pa' Caracas con fe: La parábola de Chaney
A meros segundos de la victoria, 89-81, ante el desmantelado seleccionado argentino, se desencadenaron una serie de eventos que pudieran ser incluso más significativos que el haberle dado a Tuto su sueño de ver a Puerto Rico ganar la copa que lleva su nombre en casa.
El joven alero Richard Chaney, aunque no tan pichón como para justificar su acción, sujetaba el balón con sólo 11 segundos para finalizar el partido, cuando el capitán celeste, Luis Scola, dio órdenes a su escuadra de soltar la defensa y dejar correr el reloj.
Es aquí cuando Chaney, que llevaba casi la misma cantidad de puntos en el torneo que usted, mi querido lector, se dio a la tarea de atacar el canasto y anotar dos muy innecesarios puntos que provocó la ira de los argentinos, en especial de Scola.
Se suscitó un careo a mitad de cancha que mermó cuando nuestro compacto lucero, J.J. Barea intervino y calmó el entorno caldeado de la cancha.
De esta manera, ambos equipos se despidieron de su público y se dirigieron a sus camerinos.
Minutos más tarde, con el equipo de la tierra del Che Guevara en espera al lado del podio de campeones, el equipo patrio desfiló por las espaldas de los argentinos, excepto el joven Chaney, que ya sea por orden del nuevo dirigente o de sus compañeros, fue gaucho por gaucho pidiendo disculpa hasta llegar al capitán que con un simple abrazo aceptó las disculpas.
Analice esto, amigo lector. Ponga en perspectiva que esta es una escuadra que viene de un controversial y no merecido despido a una figura histórica, como es Flor Meléndez.
Agréguele además el millón de tramas secundarias que aquí hay tejidas: que si el retorno de Ayuso, que tuvo que pedir perdón por lo del Mundial de Turquía; que si un Arroyo que aunque ha perdido un chin de velocidad sigue rompiendo tobillos y siendo un pilar de nuestra selección; que si no está Peter John, y de repente la ‘Balkmanía' se ha adueñado del puesto de centro del cuadro regular, ese gran lugar en el que brillaron‘Piculín' y Teo; que si Barea y Zuleyka, que siZuleyka y Bisbal, y Barea y Bisbal, y Barea y Zuleyka; que si pito, que si flauta.
Ve la parábola de Chaney, herman@? Una demostración de unidad y disciplina como ésta no puede significar otra cosa que un paso positivo ante el arduo reto que les espera en Venezuela. Tengamos fe.
(Hermes Ayala colaboró con esta historia.)