Mónica Puig no paraba de sonreír mientras bajaba las escaleras electricas de una de las áreas del Aeropuerto Luis Muñoz Marín. Como toda una heroe deportiva, abajo la esperaba una docena y media de periodistas y, más que nada, su familia.

'Estoy muy contenta con todo lo que está pasando. Estoy muy contenta de volver a casa', dijo Puig, quien fue escoltada desde que se bajó del avión por el Secretario de Recreación y Deportes, Ramón Orta, y por la presidenta del Comité Olímpico de Puerto Rico, Sara Rosario.

La nueva estrella del deporte boricua se bajó de su avión de American Airlines a eso de las 8:42 de la noche, pero se tardó casi media hora en llegar desde el terminal hasta el área donde se encontraba la prensa, pues eran muchos los saludos y las paradas de fanáticos buscando felicitarla.

Junto a Mónica, llegaron también sus padres, Astrid y José Puig. El aeropuerto vibraba de emoción y muchos de los pasajeros que llegaban o que se preparaban para irse se unían a la celebración de la familia de la tenista.

'A todos los niños que practican tenis, les digo que sigan practicando, que sigan echando hacia adelante, que se puede llegar muy lejos si se lo proponen', dijo Puig en un aparte con NotiCel.

'A los padres de los jóvenes y niños les decimos que tengan paciencia con sus hijos, que los dejen ser niños, que los dejen desenvolverse sin pedirles otra cosa que no sea ser lo mejor que puedan ser', expresó Astrid, la madre de Mónica, mientras los vítores de los presentes subían de nivel.

No era para menos la algarabía. Después de todo, Mónica viene de sorprender al Mundo con grandes demostraciones en el Abierto de Francia, donde alcanzó la tercera ronda y derrotó a jugadoras de mucho más alto ranking, y en Wimbledon, donde llegó a la cuarta ronda y por poco se mete en cuartos de finales.

Y así, Puig se confundió con su familia. Allí estaban sus abuelos maternos, Astrid y Rey Marchan, su tía Mayka y sus primos, Katherine y Reynaldo. De cuanto rincón había salieron empleados del aeropuerto a felicitarla, y, como ya establecimos, fueron muchos los transeúntes que se unieron al gozo.