Han pasado 10 años desde que el transbordador Columbia se desintegrara durante su regreso del espacio ante la vista de miles de personas que aguardaban y veían una transmisión en vivo por televisión.

La mañana del 1 de febrero de 2003, siete astronautas que habían pasado 16 días en el espacio murieron en la tragedia que cambió el rumbo de las exploraciones en el espacio.

Los restos de la misión cayeron en un área a centenares de kilómetros del Centro Espacial Kennedy de Florida, donde también los esperaban familiares y cientos de visitantes.

Pasaron meses antes de que los investigadores pudieron determinar qué había causado el accidente. Se trató de una pieza de espuma de uno de los tanques de combustible que se desprendió durante el despegue, golpeó el ala izquierda de la nada y abrió un agujero que resultó fatal para el regreso de la nave a la Tierra 16 días después.

Poco antes del aterrizaje, los trabajadores de la sala de control de la Agencia Espacial Estadounidense (NASA) empezaron a recibir información de que los sensores de temperatura del transbordador se estaba calentando en exceso.

Después, el Columbia se desintegraba al reingresar en la atmósfera terrestre, causando la muerte de todos sus tripulantes.

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