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Violencia egipcia a través de ojos boricuas

La gurabeña Elba Carrasquillo, de 48 años, vive en un complejo residencial a 35 minutos del centro de El Cairo, la capital egipcia, y como todas las mujeres de la urbanización cumple con uno de los cuatro turnos que se han establecido para cocinar y mantener agua y té a los hombres que han asumido tareas de seguridad.

Afuera no hay policías, pero sí efectivos militares a quienes los vecinos ya entregaron el pasado sábado a diez delincuentes que habían ingresado para robar.

Durante el día, la puertorriqueña presenció cómo algunas personas lanzaban bombas molotov desde el tope de los edificios, principalmente del gobierno, y escuchaba de boca de un sobrino las acciones de policías de civil montados en camellos, que embestían a manifestantes.

Carrasquillo, casada con el egipcio Helmy Houssein ('no tiene nada que ver con Sadam, porque el apellido Houssein es como el Rivera o Pérez en Puerto Rico', aclara), sin hijos y quien visita la isla al menos una vez al año durante dos o tres meses, ya ha visto personas que defienden sus propiedades con armas de fuego y machetes.

Estas son parte de las vivencias diarias de la puertorriqueña, tras la ola de violencia que ha arropado al país africano, en un movimiento que comenzó a través de redes sociales y que ha exigido la salida del presidente Hosni Mubarak, en el poder desde 1981.

La boricua, una agente de viajes oriunda de Gurabo, vive hace cuatro años en esta nación norsahariana que, desde el 25 de enero pasado, se ha visto en convulsión por masivas protestas iniciadas tras una convocatoria de activistas a un 'Día de furia' contra el gobierno de Mubarak, de 82 años y quien ha permanecido 30 como primer mandatario.

Las protestas estaban motivadas, en principio, por la mantención de la llamada Ley de Emergencia, aprobada el 6 de octubre de 1981 tras el asesinato del presidente Anuar al Sadat y que da poderes a la Policía para realizar detenciones indefinidas y sin la necesidad de presentar cargos. La normativa ha permitido, con el tiempo, el arresto de opositores y blogueros.

Luego de diez días de caos y violencia, y en un movimiento que ahora pide la dimisión de Mubarak, las autoridades egipcias han informado de más de cien muertos, miles de heridos, y la movilización de tanques, aviones, helicópteros y militares para aplacar las revueltas y hacer valer el toque de queda impuesto (de 3:00 de la tarde a 8:00 de la mañana), que mantiene a Carrasquillo sitiada en su hogar.

'Los hombres han pedido a sus esposas con hijos pequeños mantenerse dentro de las casas o departamentos mientras ellos organizan grupos de custodia o seguridad. El problema es que hay personas inescrupulosas que se aprovechan del caos para hurtar y vandalizar. Y Mubarak sigue sordo. Mientras él se mantenga en el poder, no importa a quién ponga de Primer Ministro o vicepresidente, la gente seguirá en pie de lucha', afirma a la agencia Inter News Service (INS).

Carrasquillo se comunica a través de internet, después de diez días de aislamiento y tensión, considerando que vive a 35 minutos de la Plaza Tahrir, donde se han concentrado las manifestaciones. 'Hemos vivido tensión, pero también mucha ansiedad y frustración', señala, al tiempo que admite que además ha sentido miedo, pero no de la gente, sino de la Policía, que 'es demasiado corrupta y cruel'.

'En la zona donde vivo no ha habido disturbios hasta ahora, pues los disturbios se han concentrado en la Plaza Tahrir y en el centro de la ciudad, cerca de los edificios de gobierno o del partido de Mubarak. Aquí las personas se están reuniendo para analizar la situación y, en caso de ser necesario, planificar qué podrían hacerse según las circunstancias que se presenten', cuenta.

La puertorriqueña asegura que el toque de queda 'es prácticamente académico. Los vecinos nos turnamos y cada día sale un grupo distinto durante el periodo del toque de queda para ver como están las cosas y hacer recorridos. Antes de la hora del toque nos reunimos en un departamento distinto cada día y salimos a comprar algunos víveres a la casa de los dueños de las pequeñas tiendas que tenemos en los alrededores'.

Añade que 'los dueños de estas tiendas no las están abriendo, pero nos venden a los que vivimos en las cercanías, pero para ello tenemos que ir a sus casas para evitar cualquier problema. El resto del tiempo tratamos de ver las noticias', que dan cuenta de la partida de cientos de personas que huyen del país, aunque Carrasquillo desconoce si hay otros puertorriqueños viviendo en El Cairo.

Casada hace 11 años con Houssein, piensa regresar a Puerto Rico en noviembre, aunque aclara que 'dependerá de cómo se desarrollen las cosas aquí', donde vivió momentos de aislamiento debido a que internet y los teléfonos celulares fueron desconectados o bloqueados 'por el gobierno desde el martes. El pasado jueves o viernes, a veces, comenzamos a tener internet a intervalo pero eso era en sólo algunas áreas y luego se volvió a interrumpir hasta hoy (madrugada del jueves en la isla)'.

Y como una egpcia más, opina: 'Lo que se oye entre la gente es algo así como 'ya soportamos demasiado, ahora es momento de demostrar que Egipto es de los egipcios y no una hacienda personal de Mubarak, su familia y amigos'. Los egipcios de aquí dicen sentirse frustrados por haber permitido que su país estuviera cautivo por tres décadas de un gobierno acusado de represión corrupción y nepotismo'.