Tailandia emergerá de debajo del agua
BANGKOK - Las autoridades de Tailandia aseguraron hoy que se aproxima el final de la batalla contra las inundaciones en un intento por calmar a la población de las zonas afectadas que airea su frustración y responde con conatos de desobediencia civil.
El desastre causado por la inundación de grandes extensiones de la meseta central, ha alcanzado a los suburbios del norte y oeste de Bangkok en los que aumenta la irritación entre sus habitantes, que dicen estar convencidos de que las autoridades han sacrificado sus barrios para salvar al centro de la capital de la tromba de agua.
En varios casos, grupos de personas furiosas por la incesante crecida del nivel del agua han desafiado a las fuerzas de seguridad y destruido parte de los diques de protección levantados con el fin de evitar que el agua anegue el corazón financiero y comercial de la metrópoli, donde la situación es casi de absoluta normalidad.
El último de estos incidentes, que comenzaron cuando el agua llegó al perímetro de Bangkok tras inundar las provincias colindantes, se registró el lunes en el distrito de Klong Sam Wa, donde varios miles de vecinos, algunos provistos picos y mazos, rompieron a golpes uno de los diques que por su situación están protegidos por el Ejército.
'No vamos a permitir que se imponga la ley de la calle', indicó el gobernador de Bangkok, Sukhumband Paribatra, destacado miembro del opositor Partido Demócrata y quien ha desaprobado alguna de las actuaciones del Gobierno central para evitar la inundación de la capital.
Las autoridades han advertido de que la rotura de estos diques o la apertura indefinida de las compuertas de los canales con las que se trata de controlar el flujo de agua causarán la inundación del centro comercial y financiero de Bangkok.
Con la tensión en alza y arropada por los poderes que le confiere la declaración del estado de desastre, la primera ministra Yingluck Shinawatra ordenó a la administración capitalina dejar correr el agua por las compuertas a fin de calmar los ánimos de los varios miles de residentes, que hartos de subsistir en las azoteas de sus casas protestaban para exigir una mejora de la situación.
La jefa del Gobierno, con un bagaje de experiencia política que se reduce a la adquirida durante los casi cuatro meses transcurridos desde accedió al poder, declaró ayer lunes superado el peligro de que el agua inunde el centro de Bangkok, tras haber anegado al menos 15 distritos de la periferia.
Según la primera ministra hay razón para el optimismo pues, de no surgir nuevos problemas, en los próximos diez días la mayor parte del enorme caudal de agua que baja hacia Bangkok, urbe situada a 20 kilómetros al norte de la desembocadura del río Chao Praya, habrá ido a parar al mar del golfo de Tailandia.
Las autoridades planean drenar en ese periodo de tiempo los 5.500 millones de metros cúbicos de agua contenidos por los diques emplazados en el perímetro de la metrópoli, en la que habitan unas 12 millones de personas.
Hasta el momento, y de acuerdo a los datos facilitados por el centro de operaciones contra las inundaciones, en las provincias de la meseta central se aprecia cierta mejora de la situación gracias a que se han desaguado 9.900 millones de metros cúbicos.
Durante los tres meses de persistentes inundaciones, 1,6 millones de hectáreas han quedado sumergidas por el agua y aunque el Gobierno no realizado todavía un balance final del coste de los daños, estima que para la rehabilitación será necesario gastar 900.000 millones de baht (30.000 millones de dólares, 21.439 millones de euros).
Estas inundaciones, consideradas las peores registradas en el país asiático en medio siglo, han causado al menos 384 muertos, más de dos millones damnificados y obligado a más de 150.000 personas a refugiarse en improvisados centros de acogida montados en varias provincias del este y oeste de Bangkok
El desastre comenzó a gestarse a finales del pasado julio con el desbordamiento de ríos y pantanos del norte y la región central a causa de las copiosas lluvias del monzón, y de tres tormentas tropicales seguidas.
Miguel F. Rovira