Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Opiniones

De selfies y colapsos

Mientras las economías del mundo se estremecen con la guerra arancelaria, el gobierno descabezado de Puerto Rico se bambolea entre la publicidad vacía, las conferencias de prensa en letanías y el selfi manoseado simulando que no pasa nada.

Licenciado Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Juan R. Costa

Mientras las economías de todo el mundo se estremecen por la guerra arancelaria con la cual Estados Unidos condena a la inflación y a una inminente recesión a sus habitantes, es decir, cuando un abismo se aproxima a exprimir todavía más a sus sectores medios y pobres, el gobierno descabezado de Puerto Rico se bambolea entre la publicidad vacía, las conferencias de prensa en letanías y el selfi manoseado simulando que no pasa nada.

En el gobierno se ritualizan los eventos una y otra vez, para dar señales de vida en la poca actividad gubernamental; se vacían gavetas y se sacan a pasear proyectos viejos e ideas repetidas en un despliegue frenético para llenar el expediente; y se sigue jugando a la evasión de los viejos problemas que se complican más, como si aguajear sobre esos problemas o ignorarlos, los fuese a hacer desaparecer.

Gobernar en negación de los problemas apremiantes del país es siempre una fea apuesta a favor de la inercia. Peor aún, es un juego muy peligroso que se ha practicado por décadas en Puerto Rico con el terrible saldo de la quiebra gubernamental, el empobrecimiento y la migración de más de la mitad de los puertorriqueños. Si a esto añadimos la tragedia de cómo dar la espalda a la dura realidad, sólo contribuye a complicarla, tendremos una idea de la profunda irresponsabilidad de quienes sin ser aptos aceptan los cargos para improvisar falsas soluciones a falta de planes, capacidad y de poderes.

Lo que resulta de este desmadre es una verdadera descomposición del aparato gubernativo y una desarticulación del ya averiado aparato económico. El precio que se paga por esta disfuncionalidad sistémica es una enorme cuota de sufrimiento para la inmensa mayoría del país y un periodo larguísimo en el futuro para recomponer lo que ha sido roto o devastado.

Ni en los 100 días de administración que se cumplieron, ni en 1,000 días, ni en 100,000 días esta “Administración” alzará vuelo, pues su signo es la carencia de empatía, la siembra de la desunión, la soberbia y la burlonería oficialista, y una enajenación salvaje de los hechos mayores como la inflación, el fenómeno recesionario inminente o que está ya presente, sumado a los recortes masivos en los gastos del gobierno federal.

A la crisis profunda y prolongada del modelo colonial causante y precipitante de la emigración masiva que a su vez retroalimenta esa crisis, se suma el desmantelamiento del modelo de estado benefactor que viene decayendo hace años, pero que ahora se reduce a un estado de migajas. El pozo de regalar $ 20,000 millones anuales en subsidios contributivos a los más poderosos y de dejar de cobrar otro tanto, se ha secado. Ya el gobierno no puede endeudarse más para costear sus gastos ordinarios. El país ya ha pasado de las vacas flacas a las vacas esqueléticas trituradas por la ventajería buscona amistosa contractual y adobada por la mega corrupción y por las raterías.

Porque hay actividades ratoniles en el gobierno de todos los tamaños. Las hay lumosas y degeneradas; cartelistas y carteristas; las hay producto de la pura incompetencia fruto de la ignorancia y de la complicidad fraudulenta. Es el desorden estructurado, el destasajamiento planificado, salpicado de charrascasos improvisados junto a la avaricia y la gula comiéndose a dentelladas el Bien Común.

Bastaría mirar quiénes son los modelos de la anti administración local… el “estatuable” señor Trump, el señor Musk, el vicepresidente J. D. Vance, --- una especie de tres chiflados del siglo XXI--- y el zoológico de políticas públicas del Plan 2025 cuyos exponentes integran el gabinete.

Es claro que los gobernantes locales, prefieren darle la espalda al tsunami que viene y no sonar las sirenas bajo la extraña idea de que no hay que inquietar, ni alertar a nadie, porque no va a golpearnos.

Es como si creyesen que mil conferencias de prensa, diez mil selfies, y más de cien millones de dólares en publicidad del gobierno gastados al año, fuesen a parar las olas y hasta el viento. Ya se lo advirtió a la entonces aspirante primarista, el anterior incumbente morador de Fortaleza Pierluisi: “Con la boca es un mamey”, refiriéndose a lo que es gobernar.

En Puerto Rico faltan todavía muchos avisos de recortes federales, cientos o miles de despidos, la insolvencia de decenas de municipios, el aumento brutal de la electricidad, las subidas de precios de los productos que se importan de fuera de EE UU, y el efecto intensificado de las precariedades acumuladas que se combinan para hacer más difícil la vida de cientos de miles de personas. Todavía faltan deportaciones a granel de miles de hermanos, como también el saldo terrible de la violencia en las comunidades y en muchos hogares. Tristemente nos seguiremos enterando tardíamente de los estragos en las vidas de los miles de ancianos abandonados a su suerte, o de las penurias de la mayor parte de los niños condenados a la pobreza material y en muchos casos afectiva.

El efecto del cuadro descrito en la imagen de la gobernadora ---centro autoimpuesto de su ego gobernación--- acelerará su desgaste y deterioro. Sólo se compara esa fragilidad con la del sistema eléctrico que se cae, o por la subida en la demanda de consumo, o porque lo tumbe una brisa.

Mientras el mundo se estremece, el país colapsa, la administración “pisa y no arranca”, y la gobernadora se entretiene sacándose selfies. Tremendo colapso.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).