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Opiniones

Fin de abril, el verano se acerca

El licenciado Víctor García San Inocencio reflexiona sobre la probabilidad de que concluya el mandato de la gobernadora antes de término.

Licenciado Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Archivo/Juan R. Costa

Cada final de abril el recuerdo me transporta al año 1974 y a la querida Portugal donde su pueblo y ejército, sin hacer un sólo disparo, dispuso de una dictadura de medio siglo, un 25 de abril.

A las doce y veinte de la madrugada tocaron en la radio la popular canción ---hoy himno nostálgico--- “Grandola, Vila Morena”, canción sobre la hermandad y la unidad de ese pueblito, que era la señal de movilización a los soldados y a la gente para tomar las áreas estratégicas y centros echándose a las calles para poner fin al régimen y abrir una era de solidaridad.

Una guerra imperialista en África, unida a los vejámenes al pueblo y a sus derechos, junto a un empobrecimiento profundo, habían colmado la copa dando lugar a lo que se llamó la Revolución de los Claveles. Pues la gente, comenzó a colocar claveles en los barriles de los rifles de los soldados en señal de paz y proclamando esa unidad, fraternidad y solidaridad. Enseguida, fue liquidada la dictadura junto con la guerra africana. Un año después las colonias de Angola, Mozambique y Cabo Verde serían independizadas dando fin a un imperio que se remontaba al siglo quince.

Los cambios de gobierno son posibles sin disparos y por vías no convencionales, cuando la indignación de la gente se acumula, cuando los gobernantes no respetan a la gente, ni a sus derechos, cuando pierden toda credibilidad y su desprestigio alimentado por los abusos, el favoritismo, la corrupción y el pisoteo a la dignidad, desborda las solemnidades electorales que suelen perpetuar a los mismos.

Puerto Rico vivió un desbordamiento como el descrito cuando el gobernador Ricky Rosselló tuvo que coger el monte renunciando. aunque sembró e institucionalizó una crisis política que todavía continúa luego de tres gobernadores sucesores y una administración PNP de nueve años, que no ha hecho nada para detener el colapso del país. La actual gobernadora es la zurrapa de la cosecha de aquella crisis. Ella no la creó, aunque la alentó y vitoreó desde Washington y antes como presidenta de la Cámara ayudó a Fortuño al descuartizamiento de los haberes públicos. Ahora dentro de Fortaleza, alimenta el desastre gubernamental con sus estilos, dislates, superficialidad, banalidad, chabacanerías, carencia de profundidad y seriedad, y pésimas ejecutorias.

Abona con ello a su profundo y acelerado desgaste, con un gobierno de claques, tejedor de impunidades, imitador de lo rastrero, junto a sus visiones trompistas carentes de empatía. Complica el cuadro de ese temprano colapso, la insistencia de nombrar incompetentes a muchos cargos elevados y de erigir monumentos, aparte de según ella, a la “necesaria estatua de Trump”, mientras una guerra civil por lo bajo, sigue dándose en su partido.

Como si esto no fuese poco, el acuchillamiento a muchos de sus compañeros de partido unido a cómo le sigue complicando la vida al Pueblo su “administración” ---y lo que todavía falta y viene--- la hacen candidata a seguir el camino de Ricky, o a alguna variante similar. Por más desfachatado que pueda ser su comportamiento y carácter, el asunto va a tardar un poco, pues un paracaídas de decenas de millones en gastos en bondo, pintura y publicidad demoran su estrellamiento.

Para demasiada gente, apenas comenzando el mes de mayo, la gobernadora es inviable. Quizás por ello, confrontada con la parálisis de su gobierno, o más bien desgobierno, es que afirma ridículamente que tratará de gobernar en el cuatrienio siguiente, ya que no es capaz de gobernar en éste.

Se están viendo señales claras de su agotamiento, como el podcast de la bufonería que ha montado con su esposo del que muy probablemente hayamos visto su última edición entre maullidos y lengüetazos. Señales como la colgadura de su principal nominada a la Secretaría de Estado, su pésimo liderato en la nominación a la Secretaría de Justicia, las sustituciones a la brava de otros nominados se unen al insistente cuestionamiento a la concentración de cuchillo y bacalao para el reparto que ha armado. Todo ello evidencia que le está echando mucho más leña al fuego.

Por otro lado, el ultimátum dictado por la Junta de Supervisión Fiscal para que utilice los fondos separados desde el 2022 para crear un organismo eficaz, que frene el gasto de fondos federales y para que prepare un plan para reducir o acabar la dependencia del gobierno local de esos fondos, es un campanazo muy fuerte que debe haber retumbado en sus tímpanos, si es que la sordera no se la quitaron antes los anuncias de recortes federales y de expropiarle partidas previamente separadas.

Todo esto le está ocurriendo a la gobernadora a la par de los apagones que ya llegan, selectivos o no, rotativos o en relevos, y de su incapacidad para cumplir con su promesa de disponer del contrato de LUMA, el cual para triste castigo, ahora, si es que quisiera dar como pretexto que no puede sacarlos, la convierten en la Pierluisi Segunda.

De poco le sirve, el ampliado gasto en publicidad, las poses, ni los viajes, ni la creación en el papel de oficinas, comités, comisiones y toda la parafernalia burocrática de las posposiciones, alargamientos y aletargamiento.

Lo peor para su gobierno es que no puede culpar a nadie, sólo a sí misma, por no haber sabido sujetarse la careta bien que ya se le cayó, por dejarse aconsejar por gente del tóxico y maldito chat de Telegram, y por no haberse preparado para gobernar, ni para tener un buen equipo de trabajo, a pesar de los fantasiosos siete mil resumés, como si un gobierno se planeara y se formase así.

Espero que igual al anterior cambio en Fortaleza del verano del 2019, el cambio que venga, si viene, sea igualmente producto de un proceso cívico y pacífico, y que esta vez, no aparezca un golpista a colarse como hizo Pierluisi, y que no surja una velagüiras “apolítica” como la todavía acusada federal Wanda Vázquez. Espero también que la persona que sustituya a la actual gobernadora, no les grabe las conversaciones a altos funcionarios alambrada por los federales.

Ese es sin embargo el precedente, aunque quién sabe, si a Trump se le ocurre algún otro mecanismo más expedito para vacar a la gobernación.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).