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Opiniones

Un mar en tormenta y el deseo de una vida que valga la pena vivir: comprendiendo el Trastorno de Personalidad Limítrofe

La psicóloga clínica Bárbara D. Barros Cartagena explica esta condición de salud mental.

La Dra. Bárbara D. Barros Cartagena es psicóloga clínica y conferenciante sobre temas de salud mental.
Foto: Suministrada

Mayo fue el mes de concienciación sobre el Trastorno de Personalidad Limítrofe (TPL), una condición de salud mental que, lamentablemente, sigue siendo profundamente incomprendida. Quienes viven con este diagnóstico enfrentan desafíos reales, no solo por los síntomas que experimentan, sino también por el estigma que les rodea.

Imaginemos por un momento que nuestras emociones son como las olas del mar: suben, bajan, a veces suaves, otras veces intensas. Para alguien con TPL, esas olas emocionales pueden sentirse como un mar en constante tormenta. La dificultad para regular lo que sienten puede llevarles a reaccionar de forma impulsiva, incluso con conductas de autodaño, como un intento desesperado de calmar el dolor emocional o recuperar el control. Además, después de una desregulación emocional, regresar a un estado de calma y efectividad, en el cual se actúe sin empeorar el momento, puede tomar más tiempo y esfuerzo del que muchos imaginan.

Por otro lado, en sus relaciones personales, esta intensidad emocional también puede generar malentendidos y conflictos frecuentes. No es falta de amor o deseo de conexión, sino una lucha constante entre la necesidad de cercanía y el miedo significativo al rechazo o al abandono. Con el TPL se vive con la paradoja de anhelar vínculos profundos, pero a la vez temer que esos lazos terminen rompiéndose y causando dolor.

Uno de los factores de riesgo para el desarrollo del TPL son los ambientes caracterizados por la invalidación emocional, ambientes en donde las emociones no se reconocen ni se validan. Frases como “Estás exagerando” o “No deberías sentirte así” pueden parecer inofensivas, pero cuando se repiten una y otra vez, impactan la confianza en uno mismo y enseñan que lo que se siente está mal. Esta invalidación constante puede dejar heridas profundas que luego se manifiestan a lo largo de la vida. Hay que destacar que para validar una emoción no tenemos que sentirla ni pasar por las mismas experiencias. Validar es reconocer que la emoción existe, y es el primero para manejarla de forma efectiva.

Lamentablemente, el estigma asociado al TPL no solo viene de la sociedad en general, sino también desde algunos espacios dentro del mismo campo de la salud mental. Existen estereotipos erróneos que describen a quienes viven con este diagnóstico como manipuladores o imposibles de tratar. Nada más lejos de la realidad, ya que sí hay tratamiento. Existen intervenciones terapéuticas basadas en evidencia, como la Terapia Dialéctica Conductual, que han demostrado ser eficaces. Bajo este último modelo se han desarrollado programas de tratamiento en las clínicas de salud mental para la comunidad en la Ponce Health Sciences University y en la Universidad Albizu. El acompañamiento psiquiátrico también puede ser parte del plan de tratamiento para el manejo de los diferentes síntomas.

Ante estas oportunidades y por la complejidad del diagnóstico, y la posibilidad de que esté acompañado de otras condiciones, es necesario que para confirmar el diagnóstico y determinar plan de tratamiento se realice una evaluación por un profesional de salud mental, preferiblemente con conocimiento y experiencia en TPL. Y lo más importante, y no se debe de olvidar que: las personas con TPL pueden encontrar estabilidad emocional, formar relaciones saludables y vivir una vida que valga la pena vivir.

Reconocer la humanidad detrás del diagnóstico es el primer paso para romper el estigma. Ninguna persona elige sentir tan intensamente, pero todas merecen comprensión, respeto, acceso a tratamiento y vivir una vida plena. Les invito a que hoy y siempre sea una oportunidad para informarnos, empatizar y acompañar con sensibilidad.

*La Dra. Bárbara D. Barros Cartagena es psicóloga clínica y conferenciante sobre temas de salud mental. También es profesora e investigadora en el programa doctoral de psicología de la Ponce Health Sciences University, en donde dirige el BRAVE Lab., grupo de investigación enfocado en temas de psicología de la salud de las mujeres y en contribuir al desarrollo de políticas públicas en el país.