Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Opiniones

Nuestro principal centro docente está en cantos y moribundo deportivamente

El sistema de la Universidad de Puerto Rico se ha convertido tristemente en el verdugo de los atletas que quieren crecer.

En Puerto Rico en todo momento se habla de la falta de desarrollo. De la ausencia de talentos. De quien podría ser el próximo Héctor 'Picky' Soto, o la próxima Aury Cruz en el voleibol.

De quien pudiera ser el próximo Carlos Arroyo o José Juan Barea en la NBA. O quien sería ese siguiente hombre grande en la pintura como lo fue José 'Piculín' Ortiz, o un gigante del maratonismo como Jorge Luis "Peco" González.

También discutimos quien será quien llene los enormes zapatos de un Wilfredo Gómez, un Félix 'Tito' Trinidad o un Miguel Cotto en el boxeo rentado, pese a que contamos ya con varios campeones mundiales.

Todo el tiempo reclamamos esa ausencia de talentos y se la achacamos constantemente al desarrollo.

Y sí, sepa usted que estamos muy atrás en el desarrollo. Pero eso no es nada nuevo.

Hay sin embargo unos eslabones ligados al desarrollo que se han venido proyectando como una soberana muralla.

Para mí, la aniquiladora de talentos y de próximas estrellas lo es: el estado y su dejadez continúa con su principal centro docente del País, la Universidad de Puerto Rico.

Aquí el problema es que vivimos bajo un sistema que hasta ha sido estrangulado por la Junta de Supervisión Fiscal y por intereses de índole político.

Un sistema que con sus acciones obliga a sus talentosos deportistas estudiantes a auscultar opciones fuera de Puerto Rico, mas allá que el sistema local.

Y lo más triste es que luego las federaciones se quejan cuando muchos de ellos, al despuntar cruzando el charco, eligen ciudadanía deportiva estadounidense sobre la puertorriqueña.

Aquí reciben migajas o cero. Y eso comienza desde que estos atletas, promovidos por sus padres por más de 10 años en pequeñas ligas y ligas de desarrollo privadas (costeadas por sus bolsillos y no por el estado), llegan a nivel universitario con un sueño de representar los colores de la institución. Con el sueño de entregarles a ellos esa pasión que han venido cultivando por muchos años y ayudarlos a lograr podios.

Me cuesta tanto pensar que aquí, principalmente en el sistema de la Universidad de Puerto Rico, cuyo presidente de la Junta de Gobierno, fue un gran atleta de este país en el baloncesto, Ricardo Dalmau, hijo de la leyenda Raymond Dalmau, sigan sacándole el jugo a los atletas, sin prácticamente nada a cambio.

Recientemente, fue de mi conocimiento que uno de los recintos, le metió cuchilla a una plantilla talentosa de jugadoras de cara a la temporada del voleibol de la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI), porque el dinero de becas no les alcanzaba.

Eso es una soberana vergüenza. Dejaron fuera grandes talentos porque el dinero no les daba. Porque la aportación para esos fines no era suficiente. Y es una historia que se repite en todos los recintos.

Pero imagínense, un estudiante atleta a duras penas recibe en el sistema UPR $800 por semestre académico de "beca", si es que le podemos llamar "beca". Osea, que si ahora el presupuesto es menor, esos chavitos ¿serán ahora la mitad?.

Tampoco tienen estipendio de alimentación para almuerzos diarios y mucho menos una tarifa especial para ellos pagar a menor precio el alimento del día en las cafeterías de los recintos.

¿Acaso no es vergonzoso?. ¿Acaso no es suficiente el alza que ya enfrentan por el alto costo de los créditos?.

El deseo de estos estudiantes en representar a sus recintos y posteriormente a Puerto Rico en muchas disciplinas (porque muchos de ellos llegan a representar la Isla), se lo matan en la raya universitaria del principal sistema del país, porque en las privadas, el trato es más decente aunque igualmente no equilibrado.

Nadie les pregunta a estos atletas lo que hacen para mantenerse vigentes ante tantos escollos. Muchos de ellos, trabajan, estudian y son atletas, cuando deberían dedicar su tiempo al estudio y al deporte, y que el estado se ocupe del resto. Pero eso no es así.

Aún ante tanta injusticia siente un orgullo inmenso por ser parte de un sistema universitario, que les ha sido desleal. Los aplausos y festejos son la pantalla que oculta esta gran realidad.

Se nos van los Tito, los Cotto, los Piculín, los Arroyo y los Barea.

'Puerto Rico está cabr@#$", y es verdad. En muchos aspectos.

Pero en el deporte, está colgao. Nuestro principal centro docente está en cantos y moribundo deportivamente. Se ha convertido tristemente en el verdugo de los atletas que quieren crecer. Preocupa grandemente. Yo soy producto de él.

Carlos Narváez Rosario es un egresado de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Arecibo, con más de 25 años de experiencia periodística. Fue Editor de Deportes de uno de los principales diarios nacionales, y reportero y analista especial de ESPN Deportes. Votante del Salón de la Fama del Boxeo Internacional. Múltiple galardonado en el Over Seas Press Club.