De una relación abusiva a la recuperación
'Yo llegar a mi casa, quitarme los zapatos, cocinar las cosas que yo quiero cocinar sin tener a una persona detrás de mí, fregar como yo quiera, que yo me pueda vestir, maquillar, manejar mi dinero. Sentir que en este mundo la persona a que me debo soy yo'.
Esas son las palabras de una persona acostumbrándose a su recien adquirida independencia y disfrutando de lo que para algunos podrían ser actos triviales o derechos lógicos. Son manifestaciones del acto de decidir que por lo general se realizan de manera individual pero que a ella le fueron restringidas por su pareja de forma violenta y manipuladora.
Ella, Viviana *, es una joven puertorriqueña de 27 años, ahora con una carrera profesional. Estuvo nueve años sometida a una relación abusiva con un hombre estadounidense, con quien había pensado encontrar amor verdadero. Por eso dejó atrás a sus seres queridos y al país que la vio nacer para formar una familia en el estado de Florida en la nación norteamericana.
Concibió dos hijos, quienes ahora la impulsan a presentar la mejor versión de sí misma luego del trauma pues en el trayecto vio despedazada su autoestima, seguridad y felicidad.
En el transcurso del 2018, más de 23 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas en incidentes de violencia de genero. Sumado a eso, el año cerró con 16 mujeres desaparecidas y un llamado de emergencia por parte de grupos liderados por mujeres en el país e ignorado por el Gobierno.
Ante ese panorama tan tetrico para la mujer y armada con su experiencia de primera mano, Viviana cuenta su historia para fungir como voz de alerta para quienes piensan que podrían encontrarse en una relación similar.
Viviana y su expareja se conocieron a traves del internet cuando tenían 17 y 24 años, respectivamente. Con el progreso del intercambio, el hombre viajó a la Isla para continuar las conversaciones cara a cara. De primera instancia no le pareció ver fallas: el era educado, atento y con una carrera estable. Luego de conocerse mejor, ambos acordaron convivir en Florida, decisión que en retrospectiva, puso en manifiesto una serie de banderas rojas.
'Él decidió manejar los cheques. Lo puso en una cuenta junta y el tomaba todas las decisiones de mi cheque, porque según el yo no sabía manejar mi dinero. Esa fue una de las peores cosas que empezaron a suceder, que yo no accedía al dinero que yo generaba', contó la mujer, quien reiteró que no se trataba de un interes estrictamente por el dinero ya que el no lo necesitaba.
Primero los cheques, luego el tenía reparos con que ella sacara su licencia de conducir. Mientras que en privado tenía este tipo de exigencias, la percepción de la familia y los amigos --ajenos a las intimidades del hogar-- ambos vivían una vida perfecta y eran una pareja 'envidiable'.
Pero en el interior, algo continuaba fragmentándose. No importó la comodidad económica, la percepción de terceros o hasta el amor que se tenían. El hombre comenzó a mostrar celos infundados y a lanzarle objetos.
En una ocasión, un viejo amigo de la escuela le envió un mensaje a Viviana a traves de Facebook, en el cual la saludó y le preguntó sobre su vida en su nuevo hogar. Treinta minutos despues, la entonces pareja de la mujer llegó a la casa para agredirla por primera vez.
'Él tenía mi Facebook abierto en su trabajo y vio que el muchacho me escribió a ver si estaba bien. Entonces se apareció en la casa como a los 30 minutos que vio el mensaje. El mensaje era en español y le pidió a un compañero de trabajo que le tradujera. Llegó al apartamento y esa fue la primera vez que me agredió con la mano', recordó.
A los celos infundados le siguió la humillación verbal, la manipulación y el maltrato psicológico, pues el hombre criticaba su manera de vestir --aunque alegaba que esa observación provenía de sus familiares--, su caminar, su físico y le juzgaba minuciosamente cada acción sin razón aparente.
'Yo no podía hacer compras sola porque el tenía una dieta que quería seguir. Cuando yo cocinaba, el se para atrás a ver cómo lo hacía, criticaba cómo fregaba, cómo limpiaba. Todo. Ahí empece a sentirme incómoda, que no tenía la capacidad de hacer las cosas y empece a sentirme como que había algo mal conmigo', relató.
Poco a poco, Viviana vio diezmada su autoestima y acudió a una terapista. La especialista indicó que lo descrito se trataba de una relación abusiva, diagnóstico que el hombre desacreditó. Cuando Viviana mostraba indicios de ponerle punto final a la relación, el hombre se transformaba en una persona atenta y cariñosa.
En numerosas ocasiones confrontó a su agresor, quien le refutaba los hechos. Por mucho tiempo, el hombre adoptó las tácticas que los expertos enumeran bajo el concepto 'gaslighting', una forma de abuso psicológico que consiste en presentar información falsa para hacer dudar a la víctima de su memoria, de su percepción o de su cordura.
Al momento en que ocurrían las cosas, Viviana no entendía la razón detrás del comportamiento de su pareja, uno que el atribuía a problemas que había enfrentado con su padre en el pasado.
'Yo sentía que no tenía ni identidad propia. Yo era una persona que si sentía algo injusto, yo lo hablaba, pero llegó un punto que ya yo no podía verbalizar nada, yo sentía que no podía expresarme, que todo iba a ser en mi contra, ya yo me había cansado de intentar razonar con el. Por mucho tiempo yo pensaba que la persona que era el y la persona que me abusaba eran dos personas. Yo sentía que tenía que evitar a toda costa que el se convirtiera en esa otra persona', aseguró.
El hombre le prohibía que utilizara anticonceptivos, una de sus tantas justificaciones para agredirla, entre otras que no se mencionan. Eventualmente, comenzó a hacerlo frente a los niños.
Intentar salir de la relación redundaba en la activación de los gestos positivos y temporeros del hombre. Además, se iría con las manos vacías, pues el mantenía el control de las cuentas bancarias. No obstante, una noche llamó a la policía y el hombre fue arrestado.
'Ahí me quede sola porque no tenía acceso a nada. Le pusieron una orden de restricción. Él se mete a 'anger management' (manejo de la ira), a coger terapias y hacer un montón de cosas que yo le pedí que hiciera, pero ahora estaba la ley envuelta. Estaba servicios sociales envuelto, yendo a la casa', contó.
'Las cosas se veían bien y decidí volver con el. Me encontraron una separación entre la placenta y el útero, pero tuve a mi hija. Un día regañe a mi hijo porque estaba haciendo algo mal, y cuando subí las escaleras el me siguió para discutir y me empujó. No me caí, pero ahí dije 'pal carajo''', afirmó la mujer.
Viviana estuvo hospitalizada luego de una crisis emocional y, al salir, optó por no regresar a la casa con su pareja, o lo mismo que al círculo vicioso que la mataba poco a poco. Solicitó la custodia de sus hijos, cosa que el hombre combatió al aludir al estado de salud de ella.
Consciente de la situación, y aunque no tiene a sus hijos consigo, Viviana comenzó el proceso de recuperación al regresar a Puerto Rico.
'El 'drive' (motivación) son mis hijos, estar con ellos, darles la mejor versión de mí, de que independientemente de las circunstancias en que llegaron al mundo tienen una mamá fuerte. Me hacen falta, tuve que regresar a Puerto Rico con las manos vacías, pero recuperarse de una relación así no es nada fácil. Toma tiempo. Lo más difícil es encontrarse uno mismo, dejar de sentirse como un estorbo, o sentirse inadecuada', reflexionó, al pensar en su batalla legal.
Al momento, la joven aseguró ser más meticulosa con la manera en que se relaciona con las personas, pese a que reconoce que sus vivencias del pasado no fueron su culpa, lección que espera que otras personas tambien comprendan.
'Uno no se puede echar los problemas emocionales de nadie encima. Uno no se deja lastimar porque las personas no están bregando con sus traumas, uno brega con lo suyo, uno brega consigo mismo, la persona tiene que bregar con lo suyo. Entiendo que mientras más tiempo pase reconociendome y cuidándome, pues menos voy a dejar que me jodan', afirmó.
'La vida despues de eso no se reconstruye en dos minutos. Toma tiempo y paciencia, yo he ido a terapia por más de un año. No voy a dejar de ir a terapia porque hay muchos conceptos de mí misma que son erróneos porque vienen de nueve años de una persona diciendome que no valgo nada', añadió.
La mujer hizo un llamado a que quienes sientan que se encuentran en una relación similar, que se tomen el tiempo para analizar la situación dejando a un lado los sentimientos y enfocándose en las acciones o posibles patrones.
Del mismo modo, aludió a las múltiples organizaciones que existen en Puerto Rico para ayudar a víctimas de violencia de genero. Entre ellas se encuentran: Proyecto Matria (787-704-2222), Casa Protegida Luisa Capetillo (939-246-3728), Casa Protegida Julia de Burgos (787-723-3500) y la agencia gubernamental Oficina de la Procuradora de las Mujeres (787-721-7676).
'Todo el mundo tiene su propio proceso. Mira, nadie en el mundo que te agreda, que te quiera controlar, que necesite que tú estes con la autoestima por el piso, es una persona que necesitas en tu vida. Hay organizaciones que pueden ayudar, hagan un plan, hay salida. Es difícil, es dificilísimo, pero se puede salir hacia adelante, se puede vivir bien', finalizó.
La Coordinadora Paz para la Mujer publicó un panfleto que puedes ver aquí:
___
*Nombre ficticio para proteger su identidad.