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Tribunales

Narcotráfico y confesión de cómplice ponen a Verdejo contra las cuerdas

El boxeador no está acusado de narcotráfico, pero un testigo federal dijo que había distribuido cocaína con él varias veces y que su hermano, otro testigo cooperador, le confesó que él y el acusado “habían matado a alguien”.

El boxeador Félix Verdejo en una pelea de 2018.
Foto: Juan R. Costa

Con dos golpes seguidos, uno pertinente al caso y otro explosivo pero no relacionado, la fiscalía federal presentó lo que hasta ahora ha sido su evidencia más directa y agresiva sobre la supuesta involucración del boxeador Félix Verdejo Sánchez en la muerte de su pareja, Keishla Rodríguez Ortiz.

En lo que parece ser la recta final del desfile de prueba del gobierno, el convicto Ricardo Antonio “Rabbit” Cádiz Martínez dijo al jurado que conoció al acusado hace unos siete años y que durante la pandemia comenzó a vender kilos de cocaína que Verdejo Sánchez le proveía. En tres ocasiones, el púgil le proveyó un kilo de cocaína que entonces él vendía a un “amigo”. Ese “amigo” no fue identificado. La transacción siempre fue de $24,000 por kilo, de los que Verdejo Sánchez daba $500 al testigo por ejecutar la transacción. Hubo conversaciones para una cuarta transacción, pero no ocurrió.

El caso contra el boxeador no es por narcotráfico, sino por secuestro y carjacking que resultó en la muerte de Rodríguez Ortiz y el bebé que cargaba. Por tanto, la fiscalía no tendría que traer más evidencia relacionada con esa declaración de que el acusado vendía cocaína y al jurado la declaración no le sirve para establecer la participación de este en la actuación delictiva que se le imputa en el caso. Pero, como casi toda la prueba hasta ahora, abona al carácter del acusado y posibles motivaciones.

Según reveló NotiCel, el testigo de 31 años se declaró culpable el 17 de mayo pasado en un proceso que mantuvo confidencial hasta el 28 de mayo. Los hechos por los que se declaró culpable son los mismos que dijo en sala que cometía junto a Verdejo Sánchez: traficar cocaína en el residencial Luis Lloréns Torres entre octubre de 2020 y abril de 2021. Ese caso alega una conspiración, pero solo aparece acusado Cádiz Martínez.

A preguntas del abogado defensor, Jason González Delgado, el testigo admitió que está en conversaciones con fiscalía desde 2021, por lo que usaron las mismas confesiones que había hecho sobre la venta de cocaína para entonces acusarlo. El pliego contra Cádiz Martínez estuvo sellado desde el 12 de enero pasado, pero el testigo se enteró en marzo, cuando lo arrestaron. La sentencia está para el 17 de agosto próximo y la fiscalía lo dejó en libertad bajo las mismas condiciones que tiene en Pensilvania por otro caso de tráfico de heroína: fianza de $50,000 no asegurada y viaje restringido entre ese estado y la isla.

La imputación de narcotráfico no fue el único golpe que Cádiz Martínez propinó al acusado desde el banquillo de los testigos. Este también describió cómo su hermano, Luis Antonio “Tony” Cádiz Martínez, le confesó que “él y Félix habían matado a alguien”. “[Q]ue Félix había golpeado a la fémina, que le habían inyectado droga, pero nunca me explicó qué hicieron después”, añadió. Según el testigo, el 30 de abril, día después de la desaparición de Rodríguez Ortiz, su hermano y él estaban en el apartamento de su mamá en Lloréns Torres viendo las noticias sobre el hallazgo del vehículo Kia gris de la víctima en un sector de Canóvanas. “Nos miramos fijos, él abrió los ojos, se movió al lado y se metió en el baño”, relató el testigo.

La razón por la que tuvieron esa reacción es porque apenas el día antes, el testigo había buscado a su hermano en ese mismo sitio de Canóvanas después de que este dejara el mismo vehículo allí. Luis Antonio es líder recreativo y lavaba carros. El jueves 29 de abril, a eso de las 10:00 am, “Rabbit” vio al acusado en su guagua Dodge Durango negra en Lloréns Torres y lo saludó de lejos. Luego, “Tony” le dijo que acababa de lavar un carro y que tenía que dejárselo a la clienta en Canóvanas, por lo que el testigo y un amigo de este no identificado lo siguieron para poder darle pon de vuelta.

Al regresar al residencial, vio al acusado otra vez cerca del mediodía, se fueron a comer pollo y papas y, antes de irse, el boxeador le pidió $100 prestados y el testigo se los dio. La actitud del acusado era “normal”. La fiscalía ya presentó evidencia de que ese día la guagua del acusado pasó tres veces (8:41 am, 9:06 am y 9:31 am) por el peaje del puente Teodoro Moscoso, lugar desde donde supuestamente el púgil y “Tony” dispusieron del cuerpo de la víctima arrojándolo a la laguna San José. Ya el jurado recibió evidencia de que ese día, a las 10:46 am, el acusado parece haber estado trabajando en el interior de su guagua porque encontró un cepillo de dientes infantil allí.

Tras la reacción por las noticias del hallazgo del carro, “Tony” le pidió a su hermano que fuera al baño donde se había encerrado y “rápido me dijo que lo perdonara”. El ambiente en el residencial se había vuelto “tenso” para el testigo por la amistad que sabían que tenía con el boxeador, pero el hombre salió, se encontró con la tía de la madre de sus hijos, quien no fue identificada pero es agente de la policía, y la llevó a hablar con “Tony”.

Ahí su hermano hizo la confesión, dijo que estuvo en el asiento trasero de la Durango mientras el boxeador golpeaba a la víctima y que le inyectaron droga. La mujer les recomendó llamar al licenciado Edwin Javier Prado Galarza, con quien se reunieron el sábado por la noche. Después de eso, no volvió a ver a su hermano, quien fue inicialmente acusado junto a Verdejo Sánchez, pero se declaró culpable ya.

El adicto a la oxicodona también testificó que el 27 de abril, dos días antes de la desaparición y muerte de la víctima, recibió una llamada del acusado preguntándole si podía conseguirle pastillas para abortar. Cádiz Martínez le dijo que se asegurara primero de que la persona quería abortar. Luego ese mismo día, en una videollamada, Verdejo Sánchez le dijo que la persona no quería abortar. En la comunicación, no se mencionó a Keishla, pero el testigo notó al acusado “un poquito desesperado”.

El jurado ya recibió evidencia de que para ese día Santiago Serra le había dicho al acusado que terminaba la relación por sus infidelidades, específicamente por el embarazo de la víctima. Verdejo Sánchez le dijo al testigo que “no quería perder a su familia”.

Inicialmente, “Rabbit” no le dijo al Negociado Federal de Investigaciones (FBI) de las ventas de cocaína con el acusado ”porque estábamos hablando de un asesinato”. Pero agentes le confiscaron los celulares en Estados Unidos, a donde se había mudado el 5 de mayo de 2021 porque “si me quedaba en Puerto Rico era obvio que nada bueno me iba a pasar”. “En ese momento, decidí decir la verdad”, aseguró.

El FBI lo entrevistó siete veces (3 de mayo, 7 de junio y 5 de diciembre de 2022, y 19 de abril, 17 de mayo, 23 de mayo y 1 de junio de 2023) y el testigo tiene muy presente la intervención del agente investigador del caso, Lorenzo Vilanova Pérez. “Prohibido olvidarlo”, contestó cuando el abogado defensor le contestó si podía reconocer al agente en sala.

En el contrainterrogatorio, el abogado enfatizó que el testigo no había dicho lo de la venta de kilos de cocaína desde un principio. “Rabbit” le admitió que está resignado a cumplir “su tiempo” de cárcel, pero que está colaborando con el gobierno y testificando porque con eso espera conseguir una sentencia más favorable.

El testigo dijo que no conocía a la víctima y que a Eliz Marie Santiago Serra, madre de la hija del acusado, solo la había visto ocasionalmente. No está claro si el testimonio de “Rabbit” siga el miércoles cuando el juicio reanude tras el feriado de 4 de julio, pero se espera que próximamente testifique también su hermano, “Tony”.

Más temprano en la sesión del viernes, Santiago Serra le dijo a la fiscal Jeanette Collazo que el 2 de mayo de 2021 habló con Verdejo Sánchez mediante una llamada en conferencia que inició la mamá de este, Madeline Sánchez. El acusado le pidió, llorando, “que lo perdonara por dejarla sola con Miranda, que ella no se merecía eso, que se iba a entregar”. En ese momento le dijo “que le tenían un cargo por narcotráfico”. Desde la cárcel, el acusado ha seguido llamándola para hablar con su hija y pedirle perdón, “lo mismo de siempre”.

En el contrainterrogatorio, la licenciada Gabriela Cintrón Colón logró hacer un contraste entre la pasividad de su cliente y la agresividad de Santiago Serra. La testigo le admitió que el acusado nunca fue violento o controlador con ella ni la amenazó, aún cuando discutían por sus infidelidades. Le dijo a la Policía que era “mujeriego”, pero no agresivo. A la vez, la testigo admitió varios incidentes en los que ella confrontó a mujeres con las que su esposo estaba. En 2015, tuvo una “conversación agitada” con una mujer identificada solo como Sokia y en 2017 siguió en su vehículo a una mujer llamada Nilka a la que había visto comiendo con su esposo. Ambas se detuvieron en la calle y pelearon, resultando la testigo con una herida y cicatriz en la rodilla izquierda. El acusado llegó a separarlas.

Santiago Serra admitió que, además de usar a una amiga que trabajaba en T-Mobile para identificar el número de teléfono de la víctima, usó una aplicación para clonar el teléfono de Verdejo Sánchez “dos o tres veces” y así ver los mensajes que este recibía. Aseguró que nunca usó esa aplicación para enviar un mensaje haciéndose pasar por el acusado. La abogada la llevó a admitir también que en una ocasión le mencionó a Verdejo Sánchez que ya se había enterado de que tenía una mujer que la visitaba en la cárcel, pero la mujer resultó ser la misma abogada que lo visitaba para efectos del caso.

Cuando Cintrón Colón le preguntó si sentía “rencor” por las infidelidades del acusado, la testigo contesto que sí, pero que no le guarda rencor a las otras parejas de este, aunque no sería amiga de ellas. La testigo confirmó también que el acusado le tiene fobia a las agujas y que el lado derecho del asiento trasero de su guagua estaba ocupado por un asiento protector de niños para su hija, Miranda.

En el segundo turno de Collazo, la fiscal llevó a la testigo a revelar que después de la desaparición de Rodríguez Ortiz buscó ayuda legal con el mismo licenciado Prado Galarza porque estaba recibiendo amenazas contra ella y su hija. “Como que ojalá le pase lo mismo a Miranda, que la que debe estar muerta hubiera sido yo, que querían matar a Miranda y esas cosas”, dijo entre lágrimas. Santiago Serra dijo que no sabe quién condujo la Dodge Durango el día de la desaparición, pero que no fue ella.

El tercer testigo del día, brevísimo, fue el gerente de seguridad en Puerto Rico de la aerolínea JetBlue, Carlos Colón Vilches, quien aparentemente solo fue para que la fiscalía intentara eliminar de la mente de los jurados las sospechas que la defensa ha levantado sobre el exesposo de la víctima, Marcelino Pérez Soto.

El testigo dijo que si el nombre de una persona aparece en un manifiesto de vuelo, es porque esa persona, en efecto, estuvo a bordo de ese vuelo. Pérez Soto estaba en Nueva York desde marzo de 2021 y llegó a la isla en un vuelo de JetBlue a las 10:44 pm del mismo día de la desaparición de Rodríguez Ortiz. Del aeropuerto fue al Cuartel General a entrevistarse con los agentes que investigaban la desaparición. Testigos como la propia hermana de la víctima, Bereliz, han dicho que Pérez Soto podía ser violento contra Keishla.

Vea:

Fiscalía despliega desfile de “ex” para taladrar a Verdejo

Periodista y abogado con 25 años de experiencia. Cofundador, o miembro de los equipos fundadores, de NotiCel, el Centro de Periodismo Investigativo, Red 96, Primera Hora y El Nuevo Día Interactivo.