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Tribunales

Verdejo y cómplice ensayaron el asesinato de Keishla

El cómplice cooperador Luis Antonio Cádiz Martínez llegó al banquillo de los testigos y comenzó a dar el relato de primera mano de cómo fue la muerte de la víctima.

Luis Antonio y Ricardo Antonio Cádiz Martínez.
Foto: Facebook

El boxeador Félix Verdejo Sánchez y el testigo cooperador, Luis Antonio Cádiz Martínez, tenían la intención de intervenir con la expareja del púgil, Keishla Rodríguez Ortiz, el día antes de su asesinato y, como no pudieron, ensayaron la ruta de lo que fue su secuestro y prepararon los cables y el bloque de concreto que aparecieron amarrados al cadáver.

Con estas afirmaciones, Cádiz Martínez se convierte en el primero de 28 testigos que implica directamente al púgil en el secuestro y asesinato de Rodríguez Ortiz y del bebé que cargaba producto de una relación con el acusado. El miércoles, el fiscal federal Jonathan Gottfried dirigió al testigo para que relatara lo que ocurrió hasta horas antes de que se encontraran con la víctima en el residencial Villa Esperanza en la mañana del jueves, 29 de abril de 2021. Hoy, el testigo debe entrar a dar detalles de cómo ocurrió el ataque contra Rodríguez Ortiz y la disposición de su cuerpo.

Antes de que Cádiz Martínez llegara al banquillo de los testigos, la defensa pudo contrainterrogar a su hermano menor, Ricardo Antonio Cádiz Martínez, y sembró la duda sobre si el acusado por narcotráfico, Miguel Santiago Laiz, pagó la representación legal inicial que le dio el licenciado Edwin Prado Galarza a Luis Antonio. Prado Galarza fue el conducto para que el cómplice llegara a las autoridades federales el mismo fin de semana después del asesinato. Santiago Laiz es el padre de la pareja oficial del acusado, Eliz Marie Santiago Sierra, quien es la madre de la hija del púgil, Miranda.

“Me miró y me dijo que ya está todo listo”. Esto aseguró Cádiz Martínez que le mencionó el acusado en la noche del miércoles, 28 de abril de 2021.

En ese momento, uno de los dos hombres era un boxeador de 27 años, atleta olímpico, con trayectoria ascendente como deportista profesional, pero también desesperado porque la madre de su hija le había dicho que el embarazo de Rodríguez Ortiz era lo último que le iba a aguantar en una lista larga de infidelidades, por lo que lo botó del apartamento que compartían y le planteó la disolución de la pareja.

El otro llevaba 31 años de una vida llena de golpes distintos a los que se reciben en un ring. Tenía dos casos criminales, una alteración a la paz en Nueva York y una posesión ilegal de armas y de marihuana en Puerto Rico. Dos veces había violentado su probatoria. Varias veces había intentado suicidarse. Había recibido tratamiento para una ansiedad y depresión que lo llevaban a automutilarse. En abril de 2021, abusaba de la marihuana, el xanax y el whiskey.

Luis Antonio Cádiz Martínez.
Foto: Facebook

Se habían visto varias veces en el residencial Luis Lloréns Torres porque el boxeador era amigo de Ricardo Antonio. El testigo tenía un negocio de lavado de carros frente al apartamento donde vivía con su hermano y madre en el residencial y había lavado dos veces la guagua Dodge Durango negra que el acusado usaba como parte de un contrato de auspicio con esa marca. Una de esas veces fue el lunes de la semana del asesinato.

El martes, casi a la medianoche, el testigo estaba “enrolando un philly” en un gazebo del residencial cuando el acusado pidió verlo. Ese día, a esa hora, y según testimonio previo, habían fallado los intentos de Verdejo Sánchez de convencer a Rodríguez Ortiz para que abortara el feto. Ya en los primeros minutos del día 28, se vieron en el gazebo y el púgil le contó su dilema.

“Él me preguntó que de qué manera puedo ayudarlo… Le dije que tenía que asumir sus consecuencias y que si tenía una mujer embarazada tenía que aguantarse las consecuencias”, relató Cádiz Martínez. Pero el púgil insistió en que si no hacía algo con el embarazo perdería a su familia y el testigo le habló de la posibilidad de usar heroína para lograr el aborto. Quedaron en que Verdejo Sánchez volvería por él en la mañana y “que comprara lo que tuviera que comprar”.

Poco después de las 7:00 am, el testigo compró tres bolsitas de heroína por $9 en un punto ubicado detrás de su apartamento, ‘cocinó’ la heroína en una cuchara de metal, la introdujo en una jeringuilla que envolvió en una servilleta de Domino’s Pizza y cerca de las 8:00 am Verdejo Sánchez lo recogió en su guagua. De allí fueron a Villa Esperanza a buscar a la mujer a quien el testigo nunca había visto, ni sabía nada de ella, hasta ese momento.

“No había un plan”, contó Cádiz Martínez pero, en términos generales, la idea era interceptarla y hablar con ella sobre el aborto. “Tan pronto ella se montara en la guagua, pues, hablar con ella y lo que sucediera en el momento todavía no había nada dicho”, continuó.

Llegaron a Villa Esperanza y el púgil no podía contactar a la mujer. Pasaron por su estacionamiento y una persona saludó al púgil. “Yo espero que si pasa algo no piensen que fui yo”, le habría comentado el acusado al testigo. Fueron a un laboratorio cercano y tampoco la encontraron. Finalmente, la mujer le contestó a Verdejo Sánchez y le dijo que se estaba haciendo las uñas pero, al llegar al salón, ya se había ido. Ahí el acusado comentó al testigo que, lo que fuera a hacer con ella, tenía que ser antes del próximo sábado, 1 de mayo, porque ese día era el cumpleaños del sobrino de la víctima y ahijado del acusado, y que seguramente le contaría a toda la familia sobre el embarazo.

Ricardo Antonio Cádiz Martínez y Félix Verdejo Sánchez.
Foto: Facebook

Con Verdejo Sánchez todavía al volante, de ahí fueron al puente Teodoro Moscoso “para chequear dónde estaban ubicadas las cámaras”. Cádiz Martínez afirmó que la idea de ir al puente fue del acusado y que “todavía no había un plan dicho”. Luego regresaron a Lloréns Torres, donde se separaron con el acusado reteniendo la jeringuilla de heroína.

A eso de las 4:00 pm de ese miércoles, volvieron a verse en Lloréns Torres y el testigo dijo que el acusado le comunicó a Rodríguez Ortiz que debía verla al día siguiente a las 7:00 am. “Me miró y me dijo que ya está todo listo”, y volvieron a separarse. Por cuarta vez ese día, contando desde la conversación de medianoche en el gazebo, volvieron a verse en la noche “y tuvimos una conversación de lo que se iba a hacer el jueves por la mañana con Keishla, cómo planear para inyectarle la droga y cómo lanzarla por el Teodoro Moscoso”.

Además de inyectarle la droga, hablaron de amarrarla con un cable de metal que el testigo tenía guardado de cuando hacía trabajo de construcción, y que preparó partiendo en tres pedazos, y acordaron también sujetar el cuerpo a un bloque de concreto que el testigo encontró al lado de un zafacón en el residencial. Cádiz Martínez colocó los cables en la Durango y dejó el bloque en la carpa en la que lavaba carros. Verdejo Sánchez le instruyó “que mañana esté listo”, se separaron y el testigo se fue a su “diario vivir”. “Como uno dice, a janguear, beber, fumar, meterme las pastillitas que me metía”, abundó.

“Aparentar ser leal, tener más amistad con él, no sé por qué lo hice”, confesó el testigo, apodado “Rabbit” porque en su juventud corría veloz. A su hermano, Ricardo Antonio, también le dicen “Rabbit” y juntos se hacen llamar, predeciblemente, los “Rabbit Brothers”.

El “conejo” mayor todavía no ha enfrentado un contrainterrogatorio, pero el menor lo enfrentó durante la mañana del miércoles de parte del abogado defensor, Jason González Delgado.

Usando como base las notas de los agentes, el abogado desarrolló preguntas sobre la interacción del testigo con Santiago Laiz cuando coincidieron todos en la oficina de Prado Galarza el 1 de mayo de 2021. Ese día, la Policía estaba recuperando el cadáver de la víctima de la laguna San José y la familia estaba identificándolo en el Instituto de Ciencias Forenses. Mientras, Santiago Laiz estaba con su hija en la oficina del abogado porque esta supuestamente quería orientarse sobre protección a la mujer porque había recibido amenazas, y los hermanos “Rabbit” estaban allí porque Ricardo buscaba abogado para su hermano después de que este le confesara su participación en el crimen.

La defensa ya había planteado en el contrainterrogatorio de Santiago Sierra que la mujer había peleado con una de las mujeres con las que Verdejo Sánchez la engañaba y que le había clonado el teléfono del acusado más de una vez para ver los mensajes que recibía. Ricardo Antonio empezó a olvidarse de lo que pasó en la oficina de Prado Galarza, pero el abogado planteó que en las notas aparece que el testigo dijo a los agentes que Santiago Laiz era poderoso, que le había pedido al hombre que regara en Lloréns Torres que el testigo no tuvo nada que ver con el asesinato y que Santiago Laiz se había negado. Ricardo Antonio había dicho a los agentes que él, Santiago Laiz y su hija estaban en la “misma lucha”, que significa que todos estaban calientes porque los involucraban con el acusado y el asesinato.

El testigo aceptó que, cuando fue a la oficina de Prado Galarza, la intención era pagarle en cocaína porque ellos no tenían a la mano los $25,000 que el abogado pedía. “Si lo aceptaba, se le daba” un kilo de cocaína, dijo el testigo a González Delgado. “Él no me dijo ni sí ni no… así que quedó en ná”, recordó también sobre la oferta del kilo de cocaína. El testigo dijo que, estando en la oficina del abogado, vio a Santiago Laiz darle dinero en efectivo y, a la vez, Prado Galarza le dio representación a su hermano sin que le pagaran. La representación de Prado Galarza a Luis Antonio fue “porque el padre de la esposa de Félix está pagando los honorarios del asesino de Keishla”, cuestionó entonces el abogado, pero la fiscalía objetó y el juez Pedro Delgado Hernández instruyó a los jurados a que la descartaran.

Antes de eso, Ricardo Antonio había dicho que Prado Galarza “tiene que estar un poco molesto porque no le pagué… pero algún día se le va a pagar, cuando todo esto se aclare”.

González Delgado también logró que el testigo admitiera que, como resultado de su cooperación en el juicio, esperaba lograr que su sentencia por narcotráfico fuera probatoria. Se trata de un caso federal por conspirar para distribuir cocaína cuyos hechos cuadran con las instancias de narcotráfico que el testigo dijo que involucraban a Verdejo Sánchez como suplidor de la droga. También, lo llevó a admitir que, cuando el 30 de abril se percató de la involucración de su hermano en la desaparición de Rodríguez Ortiz estaba bajo la influencia de oxicodona (Percocet). “¿Y qué tiene de malo eso?”, ripostó el testigo.

El testigo también admitió que había mentido a la fiscalía cuando les dijo que había botado dos teléfonos que realmente nunca botó y le llegaron a incautar.

La fiscalía intervino poco para objetar el contrainterrogatorio. Notablemente, lograron que el juez detuviera preguntas dirigidas a identificar a terceros que el testigo había mencionado, como el amigo al que vendía la cocaína que supuestamente le proveyó el acusado y la mujer cuyo teléfono el testigo usaba.

En el segundo turno de la fiscalía, conocido como el de rehabilitación del testigo, no se tocó para nada el tema de Prado Galarza y el pago de sus honorarios. El fiscal Gottfried no pudo introducir en evidencia unos mensajes de texto porque el testigo le dijo que no se acordaba de ellos y que no podía afirmar las identidades de las personas que aparecían comunicándose en los mismos.

Este turno se redujo a reforzarle al jurado que, aparte todas las supuestas inconsistencias que el abogado defensor señaló entre las distintas entrevistas del testigo con los agentes federales, siempre fue consistente en que el martes 27 de abril el acusado primero lo llamó para pedirle que le consiguiera pastillas abortivas y luego para decirle que la víctima no quería un abortar. La fiscalía llamó a la entonces novia de Ricardo Antonio, Sugeily Rivera Valentín, para repetir exclusivamente esos dos puntos también.

Los trabajos del miércoles comenzaron con la sustitución de dos jurados por razones que no fueron divulgadas.

Vea:

Narcotráfico y confesión de cómplice ponen a Verdejo contra las cuerdas

Periodista y abogado con 25 años de experiencia. Cofundador, o miembro de los equipos fundadores, de NotiCel, el Centro de Periodismo Investigativo, Red 96, Primera Hora y El Nuevo Día Interactivo.