Del César a Steve Jobs: El 'Super Bowl' y sus pautas 'liberadoras'
Con sus desiguales relaciones de poder y explotación hacia las provincias y diversos sectores marginados del imperio, la compleja política de la Antigua Roma se podía resumir con una simple comparecencia al violento espectáculo de gladiadores en el Coliseo.
En cada sangriento choque caía un esclavo más, pero no la esclavitud y el negocio que ésta representaba.
Patricios y plebeyos, hombres y mujeres, coincidían en un mismo espacio de entretenimiento, pero sus contradicciones de clases permanecían intactas.
Mientras, el César engrandecía ese mismo poder que yacía en la arena de un Coliseo que se erigió y financió parcialmente por vía de los impuestos y mano de obra provenientes de las provincias localizadas fuera de la península.
Aunque no es tarea fácil identificar equivalentes contemporáneos a un espectáculo de proporciones barbáricas como el que se presentaba en el Coliseo, las dinámicas del entretenimiento deportivo en el siglo XXI continúan sugiriendo que, al igual que en los eventos de gladiadores de la Antigua Roma, hoy día no hay ritual más político que el deporte corporativo.
Pero, y no que la política y el deporte no mezclan?
El fenecido CEO de la empresa de informática, Apple, Steve Jobs, hubiese respondido con un 'NO'.
Después de todo fue Jobs, quien revolucionó el evento deportivo más importante de los Estados Unidos, el 'Super Bowl', cuando en el año 1984 gastó más de un millón de dólares con el fin de vender las virtudes liberadoras de la computadora 'MacIntosh' a través de una pauta comercial de un minuto.
'Tenía George Orwell razón sobre el 1984'?, cuestionó Jobs mientras presentaba la pauta comercial de Apple que aparecería en el Super Bowl de ese año.
Con la pregunta, Jobs lanzó un reto a su competencia, IBM, e hizo referencia a la novela de Orwell de '1984' para plantearle a los Estados Unidos que Apple representaba esa oportunidad de liberarse de las computadoras y del poder económico de la empresa rival.
Así quedó proyectado en la pauta comercial que presentaba a un grupo de hombres sumidos bajo el yugo de un 'Gran Hermano' (similar al 'Big Brother' planteado por Orwell en su trabajo), quien les lanzaba propaganda a través de una pantalla de cine gigante.
Mientras ese 'lavado de cerebro' sucedía, una mujer que cargaba un martillo de gran tamaño, trataba de abrirse camino e iba en dirección al salón de los hombres adoctrinados por el 'Gran Hermano'.
Luego de algún forcejeo, la mujer lanza el martillo y destruye la pantalla desde la cual se transmitía el mensaje propagandístico.
La mujer simbolizaba a Apple que supuestamente venía a liberar al consumidor de las garras de IBM.
No obstante, la alegada liberación trajo consigo un nuevo régimen dentro de las industrias de los medios de comunicación masiva y el deporte corporativo global.
La pauta de Apple en 1984 fue la precursora del fenómeno de los anuncios comerciales con propósitos de entretenimiento durante los recesos del Super Bowl.
Por las últimas tres décadas, empresas de cervezas, carros, páginas de Internet y otros servicios invierten millones de dólares para igualmente comunicar que su producto es más 'liberador' que aquel de la competencia.
Sin embargo, llegar a este estado 'liberador' cuesta.
Cuesta pasar a ser un número más ante los medidores de audiencia televisiva comercial.
Cuesta volcar las energías en espera de la mejor parte del Súper Tazón deportivo: los anuncios millonarios.
Cuesta integrarte a la comunidad de Twitter o Facebook para hablar de las pautas comerciales y así facilitarle a Mark Zuckerberg (CEO de Facebook) sus estudios de mercado que eventualmente atraerán auspiciadores a su billonaria red social.
Cuesta tener que aguantar al Gran Hermano sobrevolando en aviones militares sobre el estadio durante los minutos que preceden al partido.
Pero que a nadie se le ocurra hablar de política en este primer domingo de febrero.
Al fin y al cabo, y como hubiesen dicho en el Gran Coliseo, 'al César lo que es del César', y 'a Beyonce no te la pierdas porque va a pedir la paz mundial en el espectáculo de medio tiempo'.
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